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Opinion Del desgarro a la MTV: la melancolía mainstream de Rosalía Culture

Del desgarro a la MTV: la melancolía mainstream de Rosalía

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Del desgarro a la MTV: la melancolía mainstream de Rosalía

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Ni alegato feminista, ni testimonio de una ruptura, este disco culmina el programa que estaba anunciado en 'I See a Darkness': estetización del sufrimiento, de los impulsos más oscuros, de la necesidad de salvarnos

Rosalía ha publicado 'El Mal Querer', y con él ha confirmado algo que a primera vista podría resultar extraño: 'I See A Darkness', la versión de Bonnie 'Prince' Billy que incluyó en su primer álbum y que apenas cuenta con 27.000 visualizaciones en YouTube, sigue siendo más representativa del "fenómeno Rosalía" que 'Malamente' o 'Pienso en tu mirá'.

Aunque la canción habla de esperanza —"is a hope that somehow you / can save me for this darkness"—, la versión que de ella hizo Johnny Cash parecía impregnada de un fatalismo paralizante, como si el hombre de negro le cantara al amor con la certeza y la resignación de quien ya lo ha perdido todo. Rosalía, en cambio, le imprime urgencia y desgarro, la misma impaciencia de ese "he subido quince stories, ¿no lo ves?". La voz le tiembla, y cada vez que repite "I see a darkness", sabemos que la suya es la melancolía de alguien que quiere ser salvado.

Esta tensión entre desconsuelo y redención es el denominador común de 'El Mal Querer'. Más que un producto pop a la moda, lo que propone Rosalía es una educación sentimental muy particular. La estructura narrativa del álbum —formado por 11 capítulos que, tanto por temática como por estética, remiten a otra estructura: la de la relación amorosa— está dividida en dos partes: mientras que la primera describe el descenso a los infiernos, la segunda nos habla de salvación.

Se ha asumido que 'El Mal Querer' cuenta la historia de una ruptura, por lo que la lectura paratextual resulta inevitable. Más de la mitad de las canciones están coescritas por C Tangana, a pesar de lo cual se sigue hablando del disco como de una historia de empoderamiento —que va del "Augurio" a la conquista del "Poder"—, repleta de referencias a la violencia machista.

Sin embargo, si atendemos al trasfondo simbólico del álbum, descubrimos que funciona mejor como ritual de iniciación que como manifiesto feminista: Rosalía no habla de relaciones tóxicas, ni quiere ser un ídolo —no defiende una causa social ni le interesa la antropología del éxito de C Tangana—; ella quiere fundar una religión, y para ello se encomienda al arco emocional de la historia sagrada: caída y redención.

"También ella habla de la muerte para cantar a la vida, pero lo hace para llevar esa melancolía, profunda y atávica, hasta la MTV: Rosalía tematiza los celos, la rabia, el llanto y la humillación; lo hace con un lenguaje que tiene tanto que ver con Instagram y los memes tristes de series de anime como con los desfiles de vírgenes y nazarenos."

Como profeta, Rosalía sabe que el infierno, la soledad y el sufrimiento son tanto o más importantes que el dinero o los diamantes. "No estoy obsesionado con la muerte", decía Johnny Cash, "estoy obsesionado con la vida". Como Rosalía, él también se propuso transformar un género popular muy estandarizado —el country— a la vez que abrazaba una estética que lo diferenciaba de "todos aquellos que llevaban ropas relucientes, botas de cowboy y bisutería". Lo hizo a través del negro, del ascetismo protestante, de una profundidad metafísica que era nueva para el country: cantaba a la muerte para hablar de la vida.

Pero Rosalía, que parte del flamenco y de un imaginario marcado a fuego por el catolicismo, ha hecho el trayecto inverso. También ella habla de la muerte para cantar a la vida, pero lo hace para llevar esa melancolía, profunda y atávica, hasta la MTV: Rosalía tematiza los celos, la rabia, el llanto y la humillación; lo hace con un lenguaje que tiene tanto que ver con Instagram y los memes tristes de series de anime como con los desfiles de vírgenes y nazarenos. Estética, ideológica y musicalmente, 'El Mal Querer' funciona com un catch all party: sus canciones tanto pueden servir como banda sonora de una película de Terrence Malick —lo dijo aquí Bárbara Arena— como para reventar la pista de baile de un antro.

A la manera de aquellos poemas trágicos y grandilocuentes que leemos durante la adolescencia, 'El Mal Querer' no solo ayuda a domesticar la tristeza y el dolor, sino también a darles sentido, calado y finalidad. "Por amor, bajé al infierno", dice Rossy de Palma en 'Clausura', la pieza que sirve de bisagra entre las dos partes del disco, "y no me arrepiento de haber bajado". Ni alegato feminista, ni testimonio de una ruptura, este disco culmina el programa que estaba anunciado en 'I See a Darkness': estetización del sufrimiento, de los impulsos más oscuros, de la necesidad de ser salvado.

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