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Artículo Hablé con un experto en elfos para que radiografiase nuestra realidad social Culture

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Hablé con un experto en elfos para que radiografiase nuestra realidad social

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AVISO: No volverás a ver a Legolas con los mismos ojos.

David Romera

19 Febrero 2020 16:44

Este libro es mi infancia.

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Me lo leían mis padres y mis hermanos en aquellos días felices madrileños, carente de toda conciencia vital, laboral. En mi mundo mágico infantil no existía conocimiento alguno de los trabajos mal pagados de mis padres, sus horas extras, poco intuía yo de aquella clase media trabajadora que reinaba a mi alrededor. Apenas el entorno penetraba en este libro mágico que me transportaba a un extraordinario mundo de gnomos, trolls, hadas y elfos.

Como tantas otras cosas, aquel libro (con textos de Wil Huygen e ilustraciones de Rien Poortvliet), se perdió en la deriva de mi memoria entre el Monchichi heredado de mi hermano, los muñecos de los X- men y los libros de los Xunguis. Hasta hoy, claro.

Y este tattoo, mi adolescencia.

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Este brazo no es mío. Es de Lucas, colega del insti, hermano. El duende que lleva tatuado representa nuestra adolescencia. Aquellos años en los que nos intercambiábamos casettes, en los que conocimos tantas y tantas bandas, tantas y tantas mezclas de alcoholes y bebidas gaseosas, aquellos años en los que Soziedad Alkohólika entró en nuestra vida (sobre todo en la suya). El duende que acompaña al logo de S.A. era una estampa recurrente en nuestro día a día. Fue testigo junto a muchos de nosotros de la hostia de la realidad que asomaba poco a poco el hocico. El expectations vs reality de la vida, plagado de empleos precarios, alquileres infames y proyectos vitales nulos o en stand by. El mundo no - mágico nos estaba esperando con los brazos abiertos. Ya sabía que, efectivamente, nuestros padres trabajaban incansablemente, que mi padre estaba en un almacén pesando uno tras otro los ingredientes de la Couldina, mientras mi madre limpiaba y cocinaba en las casas de señoras y señoros del barrio. Que incluso compartían un trabajo extra como comerciales del Círculo de Lectores.

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Mis hermanos se buscaban la vida con sus primeros empleos (de dependientes de jugueterías, mozos de carga, cajeros del Lidl...). Esto, empezaba a intuir, es la vida, y aquí no hay gnomos ni hay elfos ni hay hostias. O, mejor dicho, hostias muchas, sí, en esta futura vida precaria de mierda. Imaginaos si pensaba eso en 2003, lo que pienso ahora, después del crack del 2008 y queriendo vivir de escribir, siendo, a su vez, una persona independiente.

A lo que voy, en mi vida, como en la tuya, seguramente (o no) ha habido elfos, gnomos, hadas, trolls, pero nunca los hemos tenido en cuenta más que como mera estampa, algo superficial carente de vida, de tradición. Los hemos utilizado simple y llanamente para satisfacernos (para entretenernos, para hacernos los malotes en este caso...). Y es normal, en cierta manera. ¿Quién iba a pensar que habría una correspondencia entre la actualidad y los seres mágicos? ¿Quién iba a pensar que el capitalismo se podría explicar a través de los elfos? Nuestra realidad social era una cosa y el mundo mágico, élfico, era otra, pura evasión. Nunca han estado conectados en nuestra vida, nadie los había relacionado en un plano mínimamente cercano a nuestra rutina.

Nadie hasta que Óscar Robles escribió este titular:

La Elficología utilizada al servicio del capitalismo

Hace tiempo que sigo a Óscar Robles. Toledano de 34 años y residente en Madrid, dedica el tiempo que le deja su trabajo de portero de finca a un blog llamado "Elficología en España". En él, va subiendo artículos que versan nada más y nada menos que sobre todos los seres mágicos que van desde los elfos a las hadas pasando por los trolls, o los gnomos. Él los engloba a todos ellos dentro de la ciencia de la elficología. Habla de su influencia, del respeto que merecen como seres legendarios, como folclore de los pueblos, como tradición oral, cultural. De hecho, en sus escritos a veces se puede intuir que realmente cree en su existencia.

En La Elficología utilizada al servicio del capitalismo: El caso del Corte Inglés. desgrana la campaña de las pasadas navidades en la cual un niño empieza a pensar que su padre es un elfo. Dale al play:

Esta campaña cabreó mucho a Óscar y a mí me gustó mucho su cabreo porque en el fondo del mismo estaba el mío también, una pataleta sorda e invisible en la que se cagaba en todo lo que nos rodea, en nuestra rutina vacía e intrascendente, en la deshumanización, en fin, Óscar estaba radiografiando nuestra vida precaria de mierda. Y lo estaba haciendo a través de ¡ELFOS!

Necesitaba hablar con Óscar, que me explicase ¿qué nos pasa? ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué nunca vi en David el gnomo o en el duende de S.A. lo que él ve? Quería preguntarle sobre esto porque espero que después de esto sueñes, como yo, con la revolución élfica.

Dentro pregunta.

D.R.: Óscar, ¿Por qué el capitalismo quiere matar a los elfos?

Ó.R.: El capitalismo, en su afán marketiniano y de totalitarismo mercantil utiliza, absorbe e instrumentaliza todo aquello que puede liberarnos. La religión organizada no libera, son jerarquías eclesiásticas jerarquizadas, en cambio la religión mágica, la que tiene que ver con el pensamiento mágico, sí nos libera, porque no nos ata a ninguna organización, no nos sitúa. El capitalismo ha sido oportunista y ha utilizado la simbología élfica que sabemos que viene de la época paleo cristiana, de los paganos, que muchos utilizaron para combatir la dominación. El capitalismo ha apelado a las emociones, sobre todo a lo élfico, para influir en los niños, ha visto un filón en algunos aspectos y por eso ha utiliza su imagen, como en el caso de la última campaña de El Corte Inglés. Desmonta completamente su origen, su significado real, para convertirlo en un producto consumible, enlatado, que lleva a los niños a decir “papá, cómprame esto…”. El capitalismo ha absorbido ese mundo mágico tradicional, ese ser “vivo” y lo ha prostituido en esa utilización de lo mitológico.

D.R.: Me siento muy elfo ahora mismo, Óscar. Pero MUCHO.

Ó.R.: (Risas) Es que es justo eso. El capitalismo abarca todos los planos de nuestra existencia. Al igual que lo hace con la naturaleza, con la devastaciones, ¿por qué no lo iba a hacer con lo inmaterial? Si el capitalismo lo hace con nuestra sexualidad, con nuestro trabajo, nuestro ocio, ¿por qué no lo iba a hacer con los mitos, con los ritos, con las supersticiones, con las creencias, con lo mágico, con lo élfico?

D.R. Por tus escritos entiendo que la feminidad, en este caso las hadas, se lleva, como siempre, la peor parte.

Ó.R.: Claro, siempre se tiene la idea de la bruja quemada en la hoguera, ¿no? Pero había otro tipo de figuras simbólicas femeninas, las hadas, que aunque fuesen un elemento simbólico, fueron eliminadas. Las hadas tenían un gran bagaje cultural (en Irlanda, por ejemplo) tenían mucha relación con las brujas, que no es necesariamente algo malo. Las hadas son una figuras femeninas independientes y con mucho poder, esto lo explica muy bien Silvia Federici en “Calibán y la bruja”, donde vemos cómo se llevaron todo lo femenino por delante con el pretexto de las brujas. También es muy interesante Ángela Carter, que hace referencia al empoderamiento de las hadas, y gracias a ella entendí los postulados feministas que pueden esconder las tradiciones mágicas, élficas. Tampoco es algo que esté muy generalizado, si ya el feminismo de por sí está mal visto, imagínate hablar de feminismo y su relación con las hadas. Alegaban locura incluso a quien hablaba de ello.

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D.R.: ¿Tienen conciencia de clase los elfos, Óscar?

Ó.R.: Sobre esto hay varias versiones. Pierre Dubois, que es un poco el inventor del término, se reconoce como anarquista. A diferencia de lo que se ha dicho de que las criaturas feéricas se sustentan en cortes feéricas con su rey y su reina, que se componen de monarquía, él decía que cuando se hablaba de corte, no se referían a un reinado como tal, si no a una mala traducción de los textos, donde corte realmente se refería a las diferentes estaciones del año. Esa traducción se usó intencionadamente para decir, mira estos seres no son tan anárquicos, ni tan antiautoritarios porque tienen cortes feéricas y tienen jerarquización. Dubois llegó y dijo, son esencialmente anarquistas, por tanto un elfo un hada o lo que sea no tiene una noción de la construcción de una sociedad, eso es un invento, ¿qué noción va a tener del capitalismo un elfo? Esto lo dice también la escritora Edain Mccoy: un gnomo no necesita a un policía para vigilar que no se tale un olmo. Son seres cercanos a una anarquía natural.

D.R.: Te iba a preguntar si un elficólogo podría radiografiar nuestro mundo precario de mierda, pero, en fin, creo que no hace falta...

Ó.R.: (Risas) Y cuidado, porque la precariedad, como sabes, no solo se extiende al trabajo sino a todo. Hablaba de esto el filósofo Zygmunt Bauman, en su concepto de “realidad líquida”. Estamos rodeados de cosas volátiles, y en cierta manera es por la inminente presencia de la tecnología, que es de lo que huyen los elfos, las hadas… siempre están apegados a lo natural, a lo salvaje, a los riscos, a las montañas, siempre volviendo a los lugares más puros. A ver, la opción evidentemente no es volver a las cavernas, pero sí tratar de volver a la naturaleza, no solo a la hora de cambiar hábitos, estamos hablando de cambiar el sistema. Porque vayas en patinete, consumas comida ecológica o te duches menos tiempo, realmente el efecto que tiene en este sistema, este que está consumiéndonos en vida, es muy poco. Me atrevería a hablar incluso de la relación con uno mismo, nos destrozamos la autoestima, estamos constantemente deprimidos. Han conseguido que incluso la realidad con uno mismo sea líquida, como decía Bauman.

D.R.: ¿Esperas ver algún día un elfo, Óscar? ¿Hay esperanza?

Ó.R.: Esto es interesante, ya lo barajaba John Keel en su libro sobre el Mothman, el hombre polilla. Fue un pionero porque estableció una teoría: decía que no es necesario ver un duende o un troll como tal ¿Por qué? Porque digamos que lo mágico o lo misterioso ya sucede en nuestra cotidianidad, lo increíble penetra en la vida del investigador, no hace falta ver, ya nuestra investigación está plagada de misterio, es una paradoja.

D. R. : ¿La mera creencia entonces merece la pena?

Ó.R.: Mi visión crítica me hace desconfiar de los sistemas de creencias. Yo me refiero sobre todo a que meterte en la diatriba de la investigación hace que el tema fagocite al investigador, no es ver o no, es todo lo que hay alrededor, la sugestión, la asociación… eso es lo realmente importante. Yo, al menos, lo percibo así.

D.R.: Si un elfo o un hada se planta en la Gran Vía de Madrid en 2020, ¿qué hace? ¿se pega un tiro?

Ó.R.: Dependería del tipo de ser estamos hablando. Al ser criaturas que vienen de lo salvaje, de lo natural, posiblemente intentarían empezar algún tipo de revolución para volver a su cultura agraria, que es de donde vienen. Convertirían la ciudad en una especie de Jumanji con parajes boscosos, acabarían con el urbanismo carcelario, porque ellos son, en cierta manera, la antítesis de lo que somos nosotros y de lo que representa nuestra sociedad actual. No creo que destruyeran todo, pero intentarían hacer suya la ciudad. Quién sabe, a lo mejor es que necesitamos volver a las hadas y restaurar ese vínculo, ¿no?

D.R.: Sueño con ese día, Óscar.

Ó.R.: Yo también, David.

D.R.: Perdona, antes de acabar, una última pregunta. ¿Te gustan S.A.?

Ó. R. : Mucho, ¿por?

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