PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo Por qué tanta gente llora sola en un McDonald’s Life

Life

Por qué tanta gente llora sola en un McDonald’s

H

 

Miles de personas anónimas postean cada día en las redes sociales las palabras "llorando McDonald's" y han creado un maravilloso mapa virtual de la tristeza humana

Marc Casanovas

28 Septiembre 2018 13:18

Ayer entré en un McDonald's después de tres años. Era la última hora del servicio antes del cierre y quedaba solo una mesa ocupada con una chica. Mordisqueaba su Big Mac con los ojos irritados, sorbiéndose la nariz, mojando las patatas en ketchup y lágrimas mientras sonaba de fondo un hilo musical con canciones comerciales.

La imagen era la metáfora perfecta del capitalismo más salvaje. Un resumen concentrado de desolación adolescente sin necesidad de abrazos ni confesionarios religiosos. Cualquier pregunta o intento de auxilio era un error garrafal. Solo quería desahogarse en soledad en mitad de un establecimiento lleno de colores brillantes, fotografías de gente feliz y aroma a frito.

Al segundo busqué en internet estas dos palabras clave:

“Llorando McDonald’s”.

El resultado fue asombroso: llorar en un McDonald's es la nueva unidad mínima del mapa virtual de la tristeza humana.

Foto: Turi Calafato

Miles de personas anónimas postean cada día en las redes sociales estas dos palabras juntas dejando su mal momento vital para la posteridad e incluso reivindicando indirectamente las pobres condiciones laborales de los trabajadores.

No importa el lugar ni la hora. Llorar en un McDonald's es algo mucho más común de lo que creemos.

Hay algo biológico en todo esto. Es como si el virus de la amargura y McDonald's estuvieran condenados a entenderse. Era inevitable que la desolación contaminara la frialdad del espacio. La despersonalización absoluta a la vez que el lugar donde los niños gritan y tiran del pantalón de su padre pidiendo un Happy Meal. El lugar perfecto para poder dar rienda suelta a la desolación interior.

Algunas frases incluso parecen sacadas del estribillo de una canción trap.

Porque nadie es capaz de hacer la sobremesa en un McDonald's. Estos locales no tienen piedad con la digestión y el reposo porque están diseñados para comer rápido y seguir con la vida sin mirar atrás.

Pero es esa contradicción lo que crea adicción. La gente necesita un momento de aislamiento muy corto y sin cicatrices.

Tirando a la basura toda la mierda que les remueve junto con los restos de la comida como si ese gesto, ese momento de melancolía, tuviera un tiempo finito. Un principio y un final. Aunque algunos lo conviertan en un espectáculo para ganar followers:

Buscando “Crying McDonald’s” en inglés la cosecha de resultados se multiplica.

Sin saberlo, McDonald's ha proporcionado a la población micro espacios donde poder lidiar con los demonios interiores y extraños vasos comunicantes entre sexo y comida.

Aunque una mala noticia no tiene porque nublar el sentido del gusto:

Y una lágrima de más puede lograr que la cena te salga gratis.

Según los científicos, en el horizonte aparece la temida depresión y su vinculación con la comida.

Investigadores publicaron en la revista Molecular Psychiatry que "los alimentos que contienen mucha grasa o azúcar conducen a la inflamación no solo del intestino sino de todo el cuerpo, lo que se conoce como “inflamación sistémica”.

Pero sin duda alguna, convertir el McDonald's en un lugar de desahogo va mucho más allá de los estudios sobre la comida grasienta y la depresión. Lo más probable es que sean los lugares concurridos los mejores sitios para desatar sentimientos sin que nadie pregunte nada. Sin sentirse observado. Sin que nadie se ofrezca a ayudarte. Llorar en soledad en el sitio más abarrotado del mundo podría estar en el mismo escalón placentero que recrearse en tus miserias mientras escuchas la canción más triste de Spotify.

share