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Virginie Despentes, Andrea Dworkin, Silvia Federici, Ana de Miguel, Gail Pheterson y Ana Rubio: reflexiones para abordar la guerra feminista en torno al trabajo sexual
12 Diciembre 2017 13:08
El debate generado por la campaña #HolaPutero, en la que el colectivo Towanda Rebels atacaba al cliente de la prostitución, ha reabierto una vieja guerra civil entre las feministas, que es como Daniela Heim se refería al paradójico enfrentamiento entre dos bandos que luchan contra un enemigo común: la vulneración de los derechos fundamentales de las trabajadoras sexuales.
"Las guerras del sexo", como también las llama Beatriz Gimeno, van más allá del debate jurídico entre regulación o abolición de la prostitución: es un debate filosófico, ético, político y económico que afecta también a la idea misma de la prostitución. Incluso los términos están en disputa: el concepto de "trabajadora sexual" apareció a partir de los años 70 con la doble finalidad de actuar como contrapeso del estigma ligado a la prostitución y de reafirmar su carácter de actividad económica y laboral. Como explica Heim, en las raíces del enfrentamiento está la voluntad por parte de las trabajadoras sexuales de alzar la voz contra una ideología que categorizaba la prostitución en términos de desviación (delincuencia), de salud pública (epidemiología de las enfermedades venéreas) y de reformismo social (como víctimas que necesitan ser rehabilitadas).
¿Es la prostitución una práctica instrínsecamente abusiva, equiparable —incluso cuando se desempeña sin coacción explícita— a la esclavitud, a la violación y a la violencia de género? ¿Es una utilización de la fuerza de trabajo que atenta necesariamente contra la dignidad de la persona? ¿Es imposible pensar la prostitución al margen de la dominación masculina y la feminización de la pobreza? ¿O bien debemos empezar a pensar que la falta de reconocimiento jurídico de la prostitución como trabajo es causa y efecto de que se violen los derechos de las mujeres? ¿Pedir la abolición del trabajo sexual es excluir políticamente a las prostitutas y dejarlas en un lugar de sumisión?
Aquí van algunas ideas de escritoras, filósofas, putas feministas y profesoras de derecho que se han esgrimido en torno a la definición del trabajo sexual, de la infraestructura política y económica que lo sostiene, así como de los debates feministas en los que se enmarca.
"Me apena mucho que este sea un tema de división dentro del feminismo, especialmente porque tengo memoria viva de cómo el feminismo fue justamente el movimiento que permitió a las trabajadoras sexuales organizarse. También porque encuentro moralizante clasificar qué tipo de explotación de los cuerpos de las mujeres es más degradante. Hay mujeres que han tenido que vender sus cuerpos en matrimonio para tener una posibilidad de supervivencia, otras que han tenido que hacerlo en maquilas (fábricas clandestinas) en condiciones que le han arruinado la salud y otras que han tenido que prostituirse. Todas han representado salidas que no han escogido, pero que fueron las posibles dentro de esas imposibilidades de elección. Entonces, cuando estoy conversando con una mujer prefiero no preguntarle qué tipo de explotación ha podido tolerar, sino hablar sobre cómo luchamos juntas para ampliar posibilidades." (Vía La Vaca)
"Resulta difícil no pensar que lo que no dicen las mujeres respetables, cuando se preocupan del destino de las putas, es que en el fondo tienen miedo de la competencia: desleal, demasiado oportuna y directa. Si la prostituta ejerce su negocio en condiciones decentes, similares a la esteticien o a la psiquiatra, si libera su actividad de todas las presiones legales que se ejercen actualmente sobre ella, entonces la posición de la mujer casada se vuelve de repente menos interesante. Porque si se banaliza el contrato de la prostitución, el contrato matrimonial aparece de modo más claro como lo que es: un intercambio en el que la mujer se compromete a efectuar un cierto número de tareas ingratas asegurando así el confort del hombre una tarifa sin competencia alguna. Especialmente las tareas sexuales." (Teoría King-Kong, 2006)
"El paradigma servicio femenino / compensación masculina corresponde a un intercambio social desigual; intercambio que yo he llamado "prostitucional" con el fin de hacer explícitas las bases materiales concretas de las convenciones heterosexuales. Ya sean públicamente consagradas por la ceremonia del matrimonio o clandestinamente negociadas en la industria del sexo, las relaciones heterosexuales se construyen socialmente y psicológicamente sobre el postulado del derecho de los hombres sobre el trabajo de las mujeres. Incluso aquellos que denuncian la vejación y la violencia contra las mujeres llevada a cabo por los hombres, cuestionan raramente los privilegios de los hombres en los dominios sexuales, domésticos y reproductivos". (El prisma de la prostitución, 1996)
"La prostitución: ¿qué es? Es el uso del cuerpo de una mujer para el sexo por parte de un hombre. Él paga dinero, él hace lo que quiere. En el momento en que te mueves de lo que es la realidad, te mueves de la prostitución al mundo de las ideas. Te sentirás mejor, lo pasarás mejor, es más divertido. Hay mucho que discutir, pero estarás discutiendo ideas, no prostitución. La prostitución no es una idea. Es la boca, la vagina, el recto, penetrado generalmente por el pene, a veces las manos, otros objetos, por un hombre, y luego otro y luego otro y luego otro y luego otro. Eso es lo que es. Os pido que penséis en vuestros cuerpos -si podéis hacerlo fuera de lo que los pornógrafos han creado en vuestras mentes-, en las monótonas y muertas bocas y vaginas y anos de mujer. Os pido que penséis concretamente en vuestros propios cuerpos usados de esa manera. ¿Cómo de sexy es? ¿Es divertido? La gente que defiende la prostitución y la pornografía quiere que sintáis una pequeña emoción cada vez que penséis en algo clavado en una mujer. Yo quiero que sintáis que los tejidos delicados de vuestro cuerpo están siendo abusados. Yo quiero que sintáis lo que se siente cuando pasa una y otra y otra y otra y otra y otra vez: porque eso es la prostitución." (Dworkin, A.; 'Prostitución y supremacía masculina'; discurso en la Universidad de Michigan, 1992)
"La regulación de la prostitución solo es defendible desde posicione neoliberales, de ahí que los principales defensores en la actualidad sean los empresarios y todas las empresas que se lucran de la misma, así como la derecha política, que, una vez liberada de la moralina conservadora, ha comprendido muy rápido que esa regulación es perfectamente coherente con sus postulados políticos." (Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección, 2015)
"El abolicionismo es criticado por el empresariado del sexo, por las asociaciones de prostitutas y por ciertos sectores feministas, al considerar que sitúa por encima de los derechos individuales, de los derechos de las prostitutas y empresarios, un determinado modelo de moralidad social. Es cierto que el abolicionismo parte de un conjunto de principios y valores, pero este conjunto axiológico representa la base material necesaria en la que es posible ejercer en igualdad y en libertad los derechos individuales. No se opone la igualdad al ejercicio de la libertad individual, al derecho a elegir libremente el propio proyecto de vida, todo lo contrario: sin una determinada base material igualitaria la libertad individual queda reducida simplemente a palabras. Para que las personas ejerzan su libertad individual es preciso algo más que la ausencia de coacción, es necesario tener opciones reales entre las que poder elegir, tener acceso a los recursos, oportunidades y méritos en pie de igualdad. Cuando estas circunstancias no se dan, la libertad es real sólo para unos pocos, aquellos que cuentan con las condiciones económicas y sociales que les permiten elegir". ('La teoría abolicionista de la prostitución desde una perspectiva feminista. Prostitución y política', en Prostituciones. Diálogos sobre sexo de pago, de Isabel Holgado Fernández (ed.))
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