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Lit
¿Literatura de masas? ¿Fake de proporciones épicas? Abordamos el fenómeno de #Manuel a través de sus colaboradores más cercanos
30 Agosto 2017 06:01
El viernes, cuando Manuel Bartual cogía un avión de vuelta a Madrid —estuviera o no, realmente, cogiendo un avión de vuelta a Madrid—, yo pensaba que su vida se había convertido en una especie de El Show de Truman: desde que a principios de semana el dibujante y realizador se pusiera a relatar, en directo, los extraños sucesos que le estaban ocurriendo durante las vacaciones de verano —doppelgängers, mensajes en el papel higiénico, bollos extraviados—, había pasado de tener una audiencia de apenas decena y media de followers a una que casi rozaba el medio millón.
Y sí: la vida de Manuel se había convertido en El Show de Truman.
La única diferencia es que, en esta versión, Bartual ha acabado interpretando tanto a Jim Carrey como a Ed Harris: se ha convertido, a la vez, en protagonista y demiurgo de su propio fenómeno de masas.
“En el dispositivo que pone en marcha Bartual”, reflexiona Guillermo Zapata, “el tiempo lo controla él. En cualquier otro dispositivo cultural, el tiempo lo controlas tú. Por ejemplo: salvo que estés en el cine, tú decides cuando paras una película. O también puedes irte, estando seguro de que ésta no se va a extender en el tiempo infinitamente. Aquí no: aquí tú estás rendido al tiempo de otro”.
El concejal de Ahora Madrid fue uno de los miles de usuarios que participaron activamente de la propuesta que dispuso Bartual, pero no fue la única figura pública en hacerlo: otros políticos como Íñigo Errejón, cuando no futbolistas como Iker Casillas o Gerard Piqué, pasando por actores como Dani Rovira o José Coronado, también compartieron, respondieron y celebraron la auto(ciencia)ficción propuesta por Manuel, ayudando a convertir su nombre en trending topic mundial.
“Uno de los elementos fundamentales de la cultura es crear vínculos”, añade Zapata, “y la historia de Manuel, aunque efímera, ha conseguido crear un vínculo muy intenso”.
Dentro fan art.
“Manuel nunca se toma las vacaciones para descansar”, me dice la artista Alba Diethelm, “nunca se toma vacaciones mentales; siempre está escribiendo o dándole vueltas a alguna idea”. Diethelm, que además es pareja de Bartual y cómplice en toda esta historia, fue la encargada de fotografiar y grabar a su novio para ilustrar aquellos tweets en los que aparecía el presunto doble de éste. “Le hacía de cámara a la vez que sujetaba a nuestro hijo”, recuerda Alba, resquebrajando aún más el “a este viaje he venido solo” que enunciaba el dibujante en el segundo tweet de su hilo.
Pero, ¿hablamos de dedicar el estío a pergeñar historias en lugar de a descansar? Bartual es multireincidente. “La película”, dice Diethelm sobre Todos tus secretos, ópera prima de Manuel, “también la escribió aprovechando unas vacaciones”. Antes de dirigir su primer film, Bartual rodó un buen puñado de cortos, pero merece la pena detenernos en Salvador, un thriller rural rodado en Mallorca. “El protagonista de Salvador es mi padre, y los extras son sus vecinos”, me cuenta Alba. “Mi familia vive en Mallorca, y solemos venir unos cuántos días de verano para verles. Como siempre da pereza quedarse con los suegros, convencí a Manuel de que rodase un corto con mi padre, para que así quisiera quedarse con ellos unos días más”.
Uno de los elementos fundamentales de la cultura es crear vínculos, y la historia de Manuel, aunque efímera, ha conseguido crear un vínculo muy intenso
Aunque si el hilo de Manuel tuviese créditos, Alba merecería salir en ellos, y hacerlo en varios departamentos artísticos, ella asegura que había muchos detalles de la trama que desconocía. “Incluso estando a su lado, me gustaba experimentarlo como espectadora también. Lo he vivido como todos los demás: leyéndolo en directo para descubrir qué pasaba”. Sí que instó a Bartual, puntúa, en el delivery del último bloque: aquél en el que revela el hilo como artefacto de ficción. “Quería publicarlo el domingo a las tres de la tarde y le dije que no lo hiciera, que iba a estar todo el mundo echando la siesta”, me cuenta. “En parte era una excusa, porque yo también estaba ansiosa por ver cómo terminaba la historia”.
“No es obligatorio creer todo lo que se lee en Internet”, escribía Manuel en el desmentido de su historia, redactando el que probablemente sea el statement político-involuntario más potente del año. “Manuel tiene razón”, reacciona Alba cuando le recuerdo esa frase en concreto. “Cada uno pinta Twitter del color que quiere, que básicamente es el suyo. Nosotros, de hecho, hemos vivido hace poco una situación de violencia inmobiliaria y, al tratarse de un caso mediático, te das cuenta de hasta qué punto la gente está dispuesta a falsear las cosas según sus intereses particulares”.
Antes de la violencia inmobiliaria, lo único que había era, bueno, inmueble. “Manuel vivía en un bloque donde el alquiler era muy barato”, me cuenta la actriz Lorena Iglesias, “y fue convenciendo a gente afín, a gente del cine y del cómic, para que nos mudásemos al mismo edificio”. Entre risas, me dice que acabaron llamándole al bloque “el piso del cine low cost”. Activos del cine de bajo presupuesto como Pablo Hernando (Cabás) o Julián Génisson y Lorena Iglesias del colectivo artístico Canódromo Abandonado (La Tumba de Bruce Lee) o el propio Bartual (Todos tus secretos) no solo se cubrían unos a otros cuando escaseaba la sal, sino que empezaron a ayudarse en rodajes y proyectos de carácter cinematográfico.
“Julián fue a grabarlo el viernes a su casa”, me dice la actriz, sobre su compañero de Canódromo Abandonado. Puesto que Alba se quedó en Mallorca descansando unos días más, Bartual necesitaba otro compinche para la recta final de su historia, y lo encontró en Génisson. “Según me contó Julián, Bartual estaba flipando. No se esperaba que fuera a pasar todo esto ni de coña; el tío estaba alucinando”. ¿Se lo esperaban ellos? “Aunque tengo que decirte que, viendo el crecimiento de followers, al principio pensé que Bartual había comprado bots”, bromea Lorena, “sí sabía que en algún momento iba a hacer algo con lo que obtendría mucha repercusión”.
“Manuel siempre ha tenido una vocación muy popular”, apunta Lorena, que ha sido dirigida por el realizador tanto en formato largo como en multitud de piezas cortas. “Cuando hace una peli como Todos tus secretos, aunque cuente con pocos medios, no la está haciendo para un público minoritario, sino que intenta llegar a cuanta más gente mejor”. Si Génisson, Iglesias y Bartual terminaron enraizados en la llamada generación ‘cine low cost’, ¿no es paradójico que Manuel haya triunfado justamente al restar ‘cine’ de esa fórmula? “Eso ni me lo había planteado, pero es cierto: tiene mucha importancia que Bartual haya llegado a tanta gente con un presupuesto cero”.
Llegar al éxito por la vía del azar es casi un sino de la generación a la que pertenece Bartual. David Pareja, otro de los actores fetiche de Manuel, realizador y guionista a su vez, terminó haciéndose conocido no por sus performances o por los cortometrajes que venía firmando: la fama le llegó al hacerse un nombre en Vine, mediante pequeños gags como Doctor Careta. “Cuando te haces famoso publicando contenido en una red social”, incide David, “mucha gente es incapaz de asimilar eso como ficción”. A Bartual le ha ocurrido: tras conocerse que su relato era, bueno, un relato, ha empezado el goteo decreciente de algunos followers airados. “Es el síndrome post-vacacional del propio hilo”, bromea Pareja. “Bartual ha hecho un Gran Hermano sci-fi; cuando éste ha terminado, algunos han decidido irse antes de que empiecen los anuncios”.
Los anuncios, de hecho, empezaron mucho antes de que el hilo terminara: con éste en marcha, el propio David Pareja recordaba, en sus redes, que había escrito un guión a cuatro manos con Manuel; que buscaban productora. “Nuestra idea era empezar a moverlo en septiembre”, me cuenta Pareja, de un libreto que, al parecer, tiene más de tragicomedia que de ciencia ficción. “El protagonista de la historia se da cuenta, en su 50 cumpleaños, que realmente no tiene amigos, así que decide cambiar eso, y decide cambiarlo ese mismo día. Todo ocurre en una misma localización, con tan solo dos o tres actores en escena”. El título, del que Pareja y Bartual registraron los derechos a principios de agosto, y atendiendo a la cantidad de mails por contestar que se ha encontrado el segundo a su vuelta de vacaciones, no podía ser más premonitorio.
“La película se llama Cómo hacer amigos”.
Juzgar a toro pasado el hilo de Manuel equivale, directamente, a firmar la reseña de un concierto en el que no has estado
Las paradojas, líricas y temporales, no han dejado a sucederse desde que Bartual comenzó a convertir sus vacaciones en un espectáculo de género: la historia habla de un doble que intenta suplantar a Manuel y, de hecho, Manuel ha venido de las vacaciones siendo alguien distinto a aquél que hizo check-in en el ya famoso hotel. El dibujante y realizador, en tan solo siete días, ha mutado en leyenda vida de la cultura pop. La gente, fascinada o agraviada, siente a Manuel como algo que les es propio. Si, para atacar La Amenaza Fantasma, muchos sostenían que Star Wars no era solo propiedad de George Lucas, sino también de sus fans, con Bartual ocurre –está ocurriendo– algo parecido: la gente proyecta en él algo que no puede asirse aludiendo únicamente a la alt-lit, al mockummentary o a la fenomenología vía tweet.
“Hoy he hablando del hilo con mi madre”, termina Pareja.
“Y ha sacado ella el tema”.
Entre sus compañeros del mundo de las viñetas, Mauro Entrialgo, que ha coincidido con Bartual “en mil movidas” señala que “el factor más enganchante del formato ha sido que lo hiciera en tiempo real. Es el mismo motivo por el que tuvo éxito el Tamagochi: el tiempo real y el objeto portátil hacía que se integrara en la rutina del usuario. Por eso, la gente ha llegado tarde al hilo de Manolo, cuando lo lee, no le parece tan potente. Y es normal: se están perdiendo la mitad del interés que la temporalidad daba a la narración, además de la interactividad”. Entrialgo apunta alto y apunta bien: juzgar a toro pasado el hilo de Manuel equivale, directamente, a firmar la reseña de un concierto en el que no has estado y al que solo accedes por YouTube.
Sobre el salto que Bartual ha hecho de una disciplina a otra —de cómic a cine, pasando por narrativa en redes sociales—, Entrialgo asegura que “la mejor escuela de narración es hacer historietas; los historietistas directores de cine siempre son legión”. Mauro nos recuerda que, antes que Bartual, otros muchos directores se foguearon haciendo cómics. “Ahí están Álex de la Iglesia, Alejandro Jodorowsky, Chumy Chúmez o Marc Caro”, enumera el dibujante. “Sin embargo, más que con sus cómics solamente, considero que lo que hecho Manolo estos días encaja perfectamente con la totalidad de su obra: en sus proyectos audiovisuales, por ejemplo, siempre ha intentado dar con una idea sorprendente a partir de la sencillez”.
Educados ambos en el underground más militante, tanto Bartual como Entrialgo han visto cómo el mainstream, de Pablo Iglesias a Cristina Pedroche, les ha apelado en algún momento de sus carreras. “Pese a esos contactos esporádicos”, señala Mauro, “a la hora de la verdad nuestra obra sigue teniendo una difusión muy limitada. Sin embargo, el caso de Manolo es tan desproporcionado y desbordante, en cuanto a divulgación, que espero sí pueda servirle para sus obras consigan sobrepasar la marginalidad”.
“Todo esto me ha recordado a una época en la que en Internet era pura experimentación”, vuelve, Guillermo Zapata. “Ha habido un periodo donde parecía que las redes sociales servían para una cosa determinada y, de repente, aparece en ellas un elemento de ficción que se revela como tal. Porque, para mí, lo más interesante de todo es que Bartual dijese el domingo que todo había sido mentira; lo chulo es que rompiera la ambigüedad. Me parece interesante porque no era otra cosa que una reivindicación de la ficción: la ficción nos permite gozar; nos permite pensar; la ficción nos permite colocarnos en el mundo”.
“Creo que hacer una valoración crítica de todo esto sin dejar que pasen los días, sin reposar sospechas intelectuales, me parece degradante”, considera Guillermo “El fenómeno es suficientemente bonito como para ponerse cínico. Y criticarlo durante su transcurso, directamente, te desconectaba de todo lo que estaba pasando; te despistaba del goce directo que suponía experiencia”. Como quejarte de que el guión de Kill Bill es simplista. Como quejarte, en lugar de meterte en el pogo, de que los Sex Pistols no son virtuosos con sus instrumentos. “Justamente el punk y el hilo de Manuel tienen en común la espontaneidad: el comprar una guitarra, ponerte a tocar y a ver qué pasa; ni que sean tres acordes; sin miedo. Cuando operas a ese nivel”, termina el concejal, “la obra ya no puede analizarse por sí misma.
“Te obliga a localizar el valor en otro lugar”.
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