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Opinion ¿Bad Bunny feminista? Sobre su último tema contra la violencia de género Lit

¿Bad Bunny feminista? Sobre su último tema contra la violencia de género

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¿Bad Bunny feminista? Sobre su último tema contra la violencia de género

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#OPINIÓN. "Nadie es más o menos feminista por escuchar, o no, Bad Bunny. O un género musical concreto. O un artista concreto. Desacreditarnos como feministas por hallar incoherencias en discursos propios es un ejercicio tan estéril como contraproducente. "

A ver cómo explico ahora que, según Spotify, este año he escuchado Bad Bunny y Nacho Vegas por igual. Hice el test ese para rastrear tu año en canciones y la lista me salió así. No escucho toda la música a través de esa plataforma, de hecho la mayoría la escucho por Youtube, pero en cualquier caso el diagnóstico es fiable. No puedo esconderme de estos resultados. Soy bastante esto: Nacho Vegas y Bad Bunny. He alternado “Violética”, político y demoledor —como era de esperar—, con Bad Bunny. Creo que he escuchado a los dos alternativamente cuando he estado triste, o antes de salir de fiesta, o cuando he vuelto triste de fiesta.

Me pregunto cómo conviven en mi imaginario un cantautor politizado, anticapitalista y declaradamente feminista como Nacho Vegas con el reggaeton para corazones rotos de Bad Bunny, quien ha sido tachado infinitamente de machista por algunas letras y videoclips sexistas. Cada tanto me encuentro a alguien, normalmente un hombre, que me acusa de mala feminista por escuchar Bad Bunny. Esa muletilla famosa:

PUES

TAN

FEMINISTA

NO SERÁS

(A estos hombres yo les paso listas de artistas mujeres, traperas, cumbieras, reggaetoneras increíbles, que también escucho, con letras donde la mujer adopta un rol mucho más protagónico y poderoso como Ivy Queen, Karol G, Natti Natasha, Chocolate Remix, Miss Bolivia, La Favi o Bea Pelea. Pero cuando saco todos estos nombres, eso tampoco parece interesarles demasiado a quienes me acusan de mala feminista).

Prefieren quedarse con que mi discurso hace aguas en el momento en el que puedo escuchar y perrear con un tipo que, sí, objetiviza a mujeres (de una belleza siempre canónica) en sus videoclips y que es conocido por frases como “no me hables de amor verdadero. Yo tengo una colombiana y se lo meto entero” o “Gasto, gasto y no me pelo. Muchas putas y modelos”. Bad Bunny, de todos modos, también tiene canciones menos conocidas que abordan el tema de la clase y los orígenes (De Puerto Rico /Empezamo’ de abajo / Ahora somos rico’/ Pero nunca olvido de donde salí).

Bad Bunny lanzó hace un par de días 'Solo de Mi', una balada que denuncia la violencia de género —el videoclip lo protagoniza una mujer cuya rostro se va llenando de golpes— y lo acompañó con un texto en el que reclamaba menos violencia y más perreo y abordaba el tema de la violencia de género como la lacra que es. Muchos comentarios acusaban al puertorriqueño de cínico e hipócrita. De haber hecho un purple washing de manual.

Las dudas que se plantean son evidentes y más o menos razonables: ¿Se utiliza otra vez más el feminismo como reclamo capitalista? ¿Sacar un tema feminista te convierte en feminista? ¿Hasta qué punto es lícito apropiarse de la lucha para vender discos? ¿Aplicará esta perspectiva de género en próximos temas o vídeos? Es innegable que Bad Bunny no escapa del engranaje capitalista, es un artista mainstream sujeto a las lógicas del mercado. ¿Pero el feminismo vende tanto? Eso habría que verlo, sobre todo teniendo en cuenta la tendencia eminentemente antifeminista y misógina de la ultraderecha que crece sin parar en toda Europa, en el Brasil de Bolsonaro y, en definitiva, en todos los rincones en la era post-Trump. Poner en duda que esta nueva canción de Bad Bunny es un movimiento puramente estratégico y marketiniano me parece necesario. O, al menos, no es solo eso.

Vía @BadBunnyPr

Quizás, por qué no, es que el debate feminista está llegando a todas y todos, especialmente entre la generación millennial y postmillennial. Bad Bunny tiene 24 años, su discurso estará lleno de fisuras pero quizás, y solo quizás, sí que ha entendido que tiene que tomar partido también en esto. Por supuesto a su manera, con sus códigos. Él mismo también reivindicó en mayo en sus redes sociales el vello púbico en las mujeres. En la misma frase en la que defendía la no depilación también se autodenominaba "macho alfa".

Vía Bad Bunny (antigua cuenta de Twitter)

Está claro que esta canción no convierte a Bad Bunny en un icono feminista; ni siquiera lo convierte en más feminista, quizás para ello deberíamos salir un día de fiesta con él o hablar con sus exnovias. Pero el mensaje de concienciación y sensibilización que envía a una audiencia de 14 millones de personas, entre ellos un montón de adolescentes y jóvenes, es más que reseñable. En el mismo post también deja caer todo el asunto del consentimiento y algo que es vital para nosotras como son unas pistas de baile seguras y libres de acosadores:

"MENOS VIOLENCIA, MAS PERREO! (Y SI ELLA LO QUIERE, SI NO DÉJALA QUE PERREE SOLA Y NO LA JODAS)🖤"

El debate sobre las letras machistas es agotador y siempre incómodo. Aplicar la perspectiva de género en la lectura de las canciones ayuda a radiografiar la sociedad, pero utilizarlo como criba para autocensurarse canciones es algo legítimo, pero que yo no estoy dispuesta a hacer. El machismo está tan arraigado que si pasamos el filtro de género de una forma estricta nos quedaríamos con un puñado de artistas feministas increíbles que existen, pero que por desgracia siguen siendo pocas. Cada vez habrá más, no lo dudo, pero mientras tanto, el examen lo suspenderían un montón canciones (y películas, y libros, y antologías de poesía, etc.) que nos encantan de todos los géneros posibles. También hay que desconfiar siempre y por defecto de los que se reivindican como supuestamente feministas diciendo que solo el reggaeton es machista. Ni ellos son tan feministas como dicen ser, ni su comentario se entiende sin atender a una visión eurocéntrica, colonialista, clasista y tremendamente racista de la música.

El mismo Nacho Vegas se explicó en el Diagonal en torno a una canción suya que también fue tildada de machista (‘Mi Marylin Particular’) en la que trata de ponerse en la piel de un maltratador. Dijo sentirse "avergonzado" porque si la canción causaba empatía y no repulsión se trataba, entonces, de una canción fallida. Y si revisamos su extensa discografía seguro que también encontramos retazos de masculinidades tóxicas. El artículo de Diagonal, 'Machismo gafapastas', analizaba canciones del indie y el pop patrio desde una perspectiva de género para confirmar eso que venimos repitiendo, que no hay géneros machistas, que es el sistema y que nadie está a salvo.

Del mismo modo, me parece justo exigir a Bad Bunny, a partir de ahora, más de lo que cabía exigirle hace dos o tres años. Para espantar el fantasma de su feminismo fast food, debería demostrar su sensibilidad y empatía en el futuro con nuevas canciones y vídeos que reflejen eso mismo. Aún es pronto para saber si esto es algo puntual y anecdótico, o forma parte de una incipiente cambio de mentalidad que se irá filtrando, poco a poco, ojalá, en su carrera y, sobre todo, en los diferentes ámbitos de su vida privada.

Estoy en contra de aplaudir a un hombre cada vez que se revela como feminista —aunque este artículo pueda malinterpretarse como tal cosa—. Pero me parece esencial subrayar que nadie es más o menos feminista por escuchar, o no, Bad Bunny. O un género musical concreto. O un artista concreto. Desacreditarnos como feministas por hallar incoherencias en discursos propios es un ejercicio tan estéril como contraproducente. Para mí, hay formas más interesantes —no excluyentes— para responder o contestar a las letras machistas. Los memes de Bad Bunny feminista (al estilo de los de Respectul Anton) generan un diálogo interesante en el que se hace patente que se puede analizar y aprender de las letras machistas de una forma imaginativa y pedagógica, y no necesariamente condescendiente.

Bad Bunny Feminista

Podemos perrear y ser conscientes del machismo; podemos encontrar alternativas (muchas, cada vez más), podemos reescribir esas letras e imaginar nuevas interpretaciones. Seguiremos perreando y, mientras tanto, iremos elaborando futuros cada vez más estimulantes y feministas.

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