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Artículo Creen haber demostrado que el feminismo académico es una tontería, pero... Lit

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Creen haber demostrado que el feminismo académico es una tontería, pero...

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Peter Boghossian, Helen Pluckrose y James A. Lindsay han conseguido que prestigiosas revistas de estudios de género publicaran artículos ridículos en los que se defendía que las mujeres debían entrenar a los varones blancos como si fuesen perros o se recomendaba la autopenetración anal como una medida contra el machismo. Con este estudio pretendían desmontar los fundamentos del feminismo universitario, pero los resultados no son tan espectaculares como parecen

Eudald Espluga

23 Octubre 2018 13:04

En menos de un año, los investigadores Peter Boghossian, Helen Pluckrose y James A. Lindsay escribieron 20 artículos deliberadamente absurdos y trataron de publicarlos en revistas académicas especializadas en estudios culturales y de género. Su objetivo explícito era demostrar que disciplinas como el feminismo no son científicas ni rigurosas, y que el carácter reivindicativo de estos estudios invalida toda pretensión de objetividad.

Un primer vistazo parece confirmar que lo consiguieron: 7 artículos fueron aceptados, 7 entraron en frase de revisión o reevaluación después de un primer rechazo y 6 fueron rechazados sin posibilidad de reevaluación. Es por ello que han publicado un vídeo destapando el engaño, que han llamado "The grievance studies affair" ("El caso de los estudios reivindicativos") en el que aparecen riéndose a carcajadas.

En uno de los artículos se proponía que las mujeres reeducasen a los varones blancos entrenándolos como a perros; en otro se estudiaba la masturbación practicada en privado como una forma de violencia contra las mujeres; en otro se proponía la creación de una astronomía con perspectiva feminista; en otro se recomendaba a los hombres la autopenetración anal como una forma de concienciación contra la transfobia, el machismo y los horrores de la cultura de la violación. Los investigadores imitaban el lenguaje y el estilo de los estudios de género, de modo que planteaban su proyecto como un trabajo etnográfico: se sumergían en el objeto de estudio, reflejando su producción y finalmente infiltrándose en él.

Su engaño funciona como un nuevo "caso Sokal", pero a lo grande: pretende ser una enmienda a la totalidad que demuestre que las teorías posmodernas no tienen ningún sentido. Estos mismos investigadores ya habían intentado algo parecido el año pasado, cuando publicaron 'El pene conceptual como constructo social', en el que hablaban del manspreading como de un intento de "violación del espacio vacío". En esa ocasión la treta les salió mal: la revista que habían escogido tenía escaso prestigio, y a pesar de que el texto fue aceptado por dos expertos, difícilmente podían con ello derribar todo el edificio del feminismo académico.

Sin embargo, con este nuevo engaño masivo, son muchos los medios que están presentando "the grievance studies" como la prueba definitiva que demuestra que el emperador va desnudo. Como explican Boghossian, Pluckrose y Lindsay, no sólo consiguieron colar 7 artículos a través de un sistema de revisión por doble ciego, sino que además les propusieron en 4 ocasiones que pasaran a formar parte del equipo de profesores que revisan los artículos para su publicación. En el texto que han publicado explicando las conclusiones de su etnografía, explican que "no aceptamos porque no hubiera sido ético, pero los académicos que escriben artículos muy similares con sinceridad producen el mismo efecto".

¿Es el feminismo académico una tontería pseudocientífica?

Su conclusión es muy espectacular: si los especialistas más importantes y respetados del mundo fueron incapaces de detectar artículos "de mala calidad, absurdos, poco éticos y políticamente sesgados", ¿cómo podemos seguir tomándonos en serio las teorías que hablan de "cultura de la violación", "cisheteropatriarcado" o "deconstrucción de la masculinidad"?

Sin embargo, el "engaño" de Boghossian, Pluckrose y Lindsay tiene muchos problemas, y está lejos de poder demostrar lo que quiere demostrar. Desde Open culture, Josh Jones nos da algunas pistas sobre estas dificultades.

En primer lugar, tomarse este hoax como una crítica seria supone empezar por la conclusión: ridiculiza la mala investigación, pero no atiende a la buena (que nos puedan engañar no significa que todo nuestro conocimiento sea un engaño). Como explica Justin Weinberg en Dailynous, si este fraude enseña algo es que el sistema de publicación académica no es "particularmente apto para relacionarse con aquellos que operan de mala fe y intentan engañar el sistema. También muestra que un sistema que está configurado para evaluar los estudios de manera crítica pero caritativa tendrá falsos positivos".

(Uno de los artículos que siguen bajo revisión)

En segundo lugar, se ignora que todas las disciplinas pueden ser sometidas a corrupción (por ejemplo, los estudios sobre productos farmacéuticos financiados por grandes empresas farmacéuticas). Y al hacerlo se comete exactamente el mismo error que supuestamente se está achacando al feminismo académico: realizar la investigación académica partiendo de un sesgo idológico.

En tercer lugar, que estos ataques y burlas no desnudan a ningún emperador, sino que están más cerca del bullying que del pensamiento crítico: "los académicos sufren un exceso de trabajo; están mal pagados y cada vez son más precarios; sus disciplinas y recursos económicos han estado bajo un ataque político implacable desde al menos la década de los 90; y deben seguir realizando publicaciones, a veces de dudoso mérito, como parte de la presión general hacia la productividad total como la única medida del éxito".

Por último, el "caso de los estudios reivindicativos" no sólo es inútil para demostrar que el feminismo y los estudios culturales son una tontería pseudocientífica, sino que además tiene las consecuencias nefastas posibles: ya ha sido utilizado en algunos medios ultraconservadores para reafirmar "científicamente" sus posiciones antifeministas.

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