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Lit
¿Qué pasa cuando te das cuenta de que Dios es un ser imaginario? ¿Cómo recompones tu vida cuando eres consciente de que esta no es más que un puñado de ficciones? Eso es lo que explora Alejandro Pérez-Paredes en su primer poemario, 'Dios tenía la misma consistencia que el pato Donald'.
19 Junio 2018 20:24
Dice la leyenda que cuando Napoleón se encontró por primera vez con el matemático Pierre-Simone Laplace, le preguntó si era cierto que en su gran obra sobre el funcionamiento del universo no mencionaba a Dios ni una sola vez. El científico, que pensaba que Dios era una tautología, un nombre vacío que dábamos a las cosas que no sabíamos explicar de otro modo, le respondió con una fórmula corta pero elegante, que pasaría a la historia: "no he necesitado la hipótesis de Dios".
Laplace no negaba su existencia en un sentido estricto. Simplemente señalaba que para explicar científicamente el funcionamiento del universo no necesitaba recurrir a Dios. Sin embargo, cuando el matemático descartaba la divinidad como hipótesis, no negaba que Dios fuera real. O dicho de otro modo: no negaba que la idea de Dios tuviera una influencia real en la vida de las personas, que funcionara como una ficción cultural necesaria. Muchos filósofos —antes y después de Laplace— defendieron la utilidad social de la religión, incluso cuando era abiertamente agnósticos.
El problema viene cuando esta ficción pasa a ser una ficción innecesaria o poco creíble. Cuando, de golpe, pasa a ser una ficción entre otras, tan ridícula o fundamental como el Pato Donald. Cuando la seguridad, la tranquilidad y la certidumbre que esa idea transmitía a tu vida desaparecen de golpe. Cuando todo se desmorona y nada parece tener sentido Esa es una de las cosas que explora Alejandro Pérez-Paredes en su poemario Dios tenía la misma consistencia que el pato Donald (Esto no es Berlín Ediciones): qué pasa cuando un día despiertas y te das cuenta que "en un momento determinado / el muro cede a la grieta / todo es mentira todo / (THAT'S ALL FOLKS!) / es mentira".
Mientras que ese falso Dios es la metáfora fundamental del libro, el referente de una ausencia intolerable, Pérez-Paredes recurre al lenguaje de la informática para explicar cómo nos relacionamos con ese vacío, con el fallo del sistema: "no busques / no busques más en la alcantarilla: / has vuelto al mundo porque / ERROR 404 / FILE NOT FOUND".
No por causalidad, el poemario está encabezado por un epígrafe de Jean Baudrillard —"Hoy ni escena ni espejo, sino pantalla y red"— y por otro de Roland Barthes —"Todo texto es un intertexto; otros textos están presentes en él [...] Todo texto es un nuevo tejido de citas recicladas"—. Porque Dios tenía la misma consistencia que el pato Donald es tanto una reflexión lírica sobre cómo nos relacionamos con las representaciones culturales en la era de Internet como una deconstrucción (política) de nuestro imaginario social: "los niños dibujan falos. / Las adolescentes dibujan falos / las niñas no dibujan coños".
Os dejamos con dos poemas del libro:
Otra vez aquí estamos
más allá del wifi
más allá del éter
y con la panza llena de ayahuasca.
Tanto abrir las puertas del desierto tanto
provocar a los demonios infiltrados
en su abismo siempre para manosear
la lengua las costuras palpitan supuran
las vocales y todo por quebrar la legua
los ceros y unos que al cuerpo sumen
en el eje de abscisas.
Queda siempre un archivo
perdido
(y eso lo sabe cualquiera
que haya cedido sus retinas
al texto)
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