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Artículo Mark Cousins: “John Berger habría odiado Pokémon GO” Lit

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Mark Cousins: “John Berger habría odiado Pokémon GO”

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Hablamos con el autor de ‘Historia y Arte de la Mirada’ sobre imágenes y deseo

víctor parkas

14 Noviembre 2018 16:15

La mirada en blanco y negro y desenfocada de un recién nacido. Una cabra mirando a cámara en La infancia de Iván de Tarkovski. Un Pokémon asomando detrás de la espalda de tus abuelos. La curiosidad visual como pulsión colonizadora. Negarse a mirar por el telescopio de Galileo, esto es: cerrar los ojos a la luz de la verdad. ¿Y si a Johannes Kepler le hubieran puesto fórceps en los párpados, como en La Naranja Mecánica?

El director y ensayista Mark Cousins emprende la titánica tarea de establecer una cronología de nuestros modos de ver en Historia y Arte de la Mirada, un extenso volumen que tiene tanto de riguroso como de personal. En charla con el autor, abordamos temas como la necesidad de una educación visual, la creación de identidades imágenes mediante, y la reconstrucción de la masculinidad desde una óptica feminista.

Ediciones Pasado&Presente, 2018

Tu volumen Historia y Arte de la Mirada es muy completo y ambicioso. ¿Cuándo te planteaste abordar un tema como éste? ¿Por qué un libro en lugar de una película?

Hace unos tres años, después de que me hicieran un test de ADN, me comunicaron que tenía muchas posibilidades de desarrollar degeneración macular, una enfermedad que te puede dejar ciego cuando llegas a la sesentena. Fue entonces cuando decidí escribir una celebración de la mirada, que acabaría convirtiéndose en este volumen. Me gustan las grandes historias, aquéllas que abarcan un periodo de tiempo muy prolongado. ¿Sabes cuando lanzas una piedra al río para ver las ondas que esta produce? Quise escribir un libro cuya estructura fuera precisamente así. Sobre por qué no convertir Historia y Arte de la Mirada en una película, el caso es que sí lo haré. El año que viene rodaré una película basada en este ensayo, pero cuya sinopsis se desarrollará en un único día.

Tu libro plantea que el superpoder de Batman es la mirada: cómo vigila la ciudad cada noche, desde su cornisa. Como individuos, ¿somos producto de nuestra mirada?

Pienso firmemente que sí. Por ejemplo: ¿Cuántos muertos has visto? ¿Un par? Yo habré visto una veintena. En mi cabeza, hay más imágenes de muertos que en la tuya. Pero podría seguir lanzando preguntas: ¿Cuántas puestas de sol has visto? ¿A cuántos bebés has visto nacer? Yo nunca he presenciado un nacimiento, por ejemplo. Me considero una persona feliz, pero crecí en Belfast durante la guerra. He estado en los conflictos de Irak y Sarajevo y las imágenes tristes que me llevé de allí continúan en mi cabeza. Seguramente tus abuelos, aquí en España, vieron cosas terribles durante la dictadura de Franco. Pertenecen a una generación que tuvo que normalizar el horror, y los que quedan vivos todavía llevan consigo imágenes distintas a las de, por ejemplo, sus coetáneos suizos.

¿Cómo es crecer en Belfast durante el conflicto armado?

Mi madre era católica y mi padre protestante, algo bastante espinoso durante muchos años. Mis hermanos y yo teníamos que guardarnos ese secreto para nosotros, ni siquiera se nos permitía contarlo a nuestros amigos íntimos. Crecer en Belfast durante el conflicto era así: tu vida dependía de los secretos que eras capaz de guardar. Hoy, cuando ya no nos matamos los unos a los otros, la ciudad sigue manteniendo su espíritu: es una zona de clase obrera, dónde la gente no necesita mucho dinero para disfrutar de su vida y para cantar y para emborracharse. Nosotros decimos que es una ciudad fea por fuera, pero muy bonita por dentro, una vez la conoces. En las últimas dos décadas, desde que la guerra terminó, se ha europeizado. Ha saltado del siglo XIX al XXI.

¿Cuántos muertos has visto? ¿Un par? Yo habré visto una veintena. En mi cabeza, hay más imágenes de muertos que en la tuya. Pero podría seguir lanzando preguntas: ¿Cuántas puestas de sol has visto? ¿A cuántos bebés has visto nacer? Yo nunca he presenciado un nacimiento, por ejemplo. Me considero una persona feliz, pero crecí en Belfast durante la guerra.

Volviendo a tu libro: con el sobreexceso de imágenes actual, ¿crees que desde las escuelas se debería fomentar la creación de miradas críticas desde la infancia?

Absolutamente. La cultura visual es, probablemente, el lenguaje más universal que tenemos; más incluso que la música. Los niños no sólo están consumiendo más imágenes que nunca, sino también creándolas a través de diversos dispositivos. Las imágenes son un lenguaje, como el catalán, como el inglés, y todo lenguaje necesita de un aprendizaje. Creo que debemos enseñar a niñas y niños a mirar, no para que sean suspicaces con las imágenes que consumen, sino para guiarlos en el uso de las herramientas que tienen a su alcance. Esa educación no puede recaer sólo en la escuela, sino en cada uno de nosotros. Necesitamos una revolución completa. Entender el funcionamiento de las imágenes, ahora mismo, es algo capital para todos.

Estoy de acuerdo. Me fascina también cómo los adolescentes se crean identidades, no tanto con sus looks, sino con aquellas imágenes que comparten en sus redes.

En siglos pretéritos, la nobleza expresaba sus afinidades de esa forma: mostrando a los invitados las obras de arte que colgaban de sus paredes. Ahora podemos hacer lo mismo sin necesidad de ostentar grandes fortunas. Pese a los riesgos y los problemas que presentan las redes sociales, creo que es maravilloso podernos expresar ante los demás a través de las imágenes que nos gustan. Creo que es una forma de comunicación muy sofisticada. Los que hemos pertenecido a alguna tribu urbana, antes debíamos expresar nuestra identidad a través de la ropa y el peinado. Yo, que era new romantic, debía vestir y lucir de una forma muy concreta para reconocerme con mis iguales.

Hablando de adolescentes, de niños, ¿qué podrías contarme de la 8½ Foundation?

Es una iniciativa que lancé con Tilda Swinton. Un día, charlando con ella, los dos nos dimos cuenta de que nos enamoramos del cine entre los 8 y los 9 años. Esa es una edad genial: todavía eres abierto, no tienes necesidad de aparentar, no te aquejan los miedos adolescentes. A los 8 años y medio, las niñas y los niños son esponjas que absorben todo a su paso, por lo que decidimos lanzar un proyecto que celebrase una especie de cumpleaños cinematográfico para los infantes interesados en el cine. A los que se ponen en contacto con nosotros para avisarnos de que se acerca esa fecha, les mandamos una caja llena de películas no-inglesas, como de Fellini. Ninguno de nuestros cumpleañeros se ha quejado de tener que leer subtítulos, en parte porque la selección es muy divertida.

Volviendo a tu libro, localicé bastantes referencias de John Berger en él. ¿Qué crees que pensaría el autor de Modos de ver sobre algo como Pokémon GO?

John Berger rechazaba la manipulación de la realidad a través de las imágenes, con lo que habría odiado algo como Pokémon GO. A mí sí me gusta, pero creo que él no sería un gran fan de esa aplicación. De hecho, y aunque la gente suele comparar nuestros trabajos, creo que John Berger basó su discurso en advertirnos el poder que tenían las imágenes: cómo podían usarse para vendernos cosas, para controlar nuestra sexualidad… Historia y Arte de la Mirada es lo opuesto a eso: es una celebración de la mirada.

Como hombres, tenemos que decir adiós para siempre a ciertas cosas, a ciertos sueños sobre cómo debe ser nuestra masculinidad. Yo estoy muy esperanzado: vengo de un sitio en el que la forma en que se podía ser hombre y en que se podía ser mujer estaban muy pautadas por la tradición, pero donde cada vez más se abordan con naturalidad temas de género y diversidad sexual.

En cualquier caso, Berger y tú tenéis en común el ser prescriptores de imágenes y miradas. ¿Crees que ésa es un figura relevante hoy en día?

Completamente: tenemos tanto dónde elegir que me parecer importante la figura del guía, del crítico. Antes el acceso a las imágenes era mucho más costoso: yo quería ver Ciudadano Kane con 11 años y no conseguí hacerlo hasta los 21. Fueron 10 años de deseo, de espera, cuando ahora podría descargarla en pocos segundos. Yo estaba hambriento de cine, pero esa hambre ha desaparecido: hay demasiada pizza en la mesa, así que ahora el problema radica en qué pizza es la que debes comer. Por otra parte, la gente asiste hoy más que nunca a conciertos y festivales de música, porque es una experiencia puramente analógica. El deseo no ha muerto, sino que ha cambiado: ya no tiene que ver con acceder a Ciudadano Kane, sino con compartir tus pasiones con otros seres humanos.

Plataformas como YouTube son capaces de cifrar las veces que se ha visto algo. ¿Es la capitalización de la mirada el zeitgeist de nuestra era?

“Capitalización” es la palabra correcta, sí. Aunque la cuantificación de la mierda que pueda hacer YouTube no es absoluta: los millones de visitas que pueda tener un vídeo nos está diciendo algo sobre ese vídeo, pero no nos lo está diciendo todo. ¿Cómo ha afectado ese vídeo a las personas que lo han visto? En mi veintena, fui al cine a ver el documental The Emperor’s Naked Army Marches On. Éramos unas cinco personas en toda la sala, ¿lo considerarías un fracaso? Pues bien: esa película cambiaría radicalmente mi mirada como director. The Emperor’s Naked Army Marches On cambió mi vida. Los clics no pueden aseverar eso. Ahora podemos saber cuánta gente ha visto un vídeo, pero no la intensidad con la que han respondido a dicho vídeo, o cómo ese vídeo ha podido afectar a sus vidas.

Estando de lleno en la era postmetoo, ¿crees que la perspectiva feminista es también una nueva forma de mirar?

Para los que siempre hemos sido feministas no debería ser nueva. El #MeToo era necesario, pero necesita ir mucho más allá, porque la mayoría de hombres todavía parecen incapaces de entender muchas de las cosas planteadas por ese movimiento. Los hombres tenemos pendiente hacernos unas cuantas preguntas fundamentales a nosotros mismos. Por ejemplo: ¿Con qué clase de figuras nos queremos identificar? Las raíces del machismo son tan profundas que una pregunta como esa parece muy difícil de responder. Algunas culturas tendrán más difíciles que otras cambiar su percepción sobre lo que debe ser un hombre. Estuve recientemente en San Petersburgo, por ejemplo, y me daba la sensación de estar en la década de los 30.

¿A qué te refieres con "estar en la década de los 30"?

Perviven ciertos clichés del tipo “las mujeres son generosas y cuidadoras, los hombres son fuertes y proveedores”. Mira: que te follen. Las personas más fuertes que conozco son mujeres, así que son los hombres los que han de enfrentarse al escrutinio. ¿Por qué no tratas de ser un hombre generoso? ¿Por qué no tratas de ser un hombre vulnerable? Si mejoras la forma en la que vives, la sociedad mejora contigo. Como hombres, tenemos que decir adiós para siempre a ciertas cosas, a ciertos sueños sobre cómo debe ser nuestra masculinidad. Yo estoy muy esperanzado: vengo de un sitio en el que la forma en que se podía ser hombre y en que se podía ser mujer estaban muy pautadas por la tradición, pero donde cada vez más se abordan con naturalidad temas de género y diversidad sexual.

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