Oh! Parece ser que estás usando adblocker y lo respetamos. Por eso podrás seguir disfrutando de nuestros contenidos sin problema pero quisiéramos pedirte que lo desactivaras para nuestro site. Ayúdanos a seguir adelante y a luchar por aquello en lo que creemos.
Now
La condición se detectó por primera vez hace más de una década. Con el empeoramiento de las amenazas climáticas, es hora de aprender a hacerle frente
Glynis Ratcliffe
23 Septiembre 2019 12:48
Esta historia fue publicada originalmente en Asparagus. Se republica aquí en el marco de la participación de PlayGround en Covering Climate Now, una colaboración global de más de 300 medios de comunicación para fortalecer la cobertura de la crisis climática.
Cuando el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático publicó su último informe en octubre de 2018, no podía decir si sentía una sensación de fatalidad inminente debido a la crisis climática o simplemente era ansiedad general. Experimento una lucha constante para equilibrar el pesimismo con el optimismo, y lo más difícil es equilibrar mi ansiedad por lo que le estamos haciendo a nuestro planeta.
Soy consciente de que no estoy sola en esta lucha. Cualquiera que se preocupe por el mundo en el que vivimos, el plástico en nuestros océanos, lagos y ríos, el aumento de los niveles de CO₂ en la atmósfera y el aumento del nivel del mar, ha tenido momentos de temor por el futuro.
Traté de leer todo lo que pude sobre a qué escenarios nos enfrentaríamos si el planeta se calienta solo 1,5 ℃, o tanto como 4 ℃. Mis lecturas me llevaron a un lugar oscuro, oscuro. Me sentí completamente paralizada por la inevitabilidad de todo. Me encontré pensando en la preparación para emergencias, todos los amigos que podrían ser desplazados, y eventualmente en un futuro distópico en el que la sociedad se había derrumbado y en la que eramos abandonados a valernos por nosotros mismos.
A medida que crecía mi obsesión por leer pronósticos ambientales nefastos, comencé a preguntarme sobre la ansiedad relacionada específicamente con el cambio climático. Resulta que existe, y puede tener un grave impacto en la vida de las personas. Estoy bastante segura de que esas personas me incluyen.
La ansiedad ecológica aún no figura en el Manual de diagnóstico y estadística de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (también conocido como DSM-5), que se considera el estándar para la evaluación de la salud mental. Pero la Asociación Americana de Psicología, en colaboración con la organización benéfica ambiental ecoAmerica, produjo un informe de 69 páginas en 2017 que señala el impacto que el cambio climático, en todas sus manifestaciones, puede tener en la psique humana.
La ansiedad ecológica obtuvo atención por primera vez hace poco más de una década, con cobertura en Philadelphia Inquirer y San Francisco Magazine, entre otros. Según algunos artículos de la época, la fuente de la ansiedad ecológica de muchas personas estaba en el hecho de tratar de tomar las decisiones de consumo más ecológicas a partir de información contradictoria.
Con la evidencia del aumento de la temperatura global media siendo tan meridiana, siento casi nostalgia por un momento en que las decisiones sobre la bombilla “más verde” se consideraban una fuente de estrés. Tenemos una razón completamente nueva para sufrir ansiedad ecológica: estamos presenciando los efectos devastadores del cambio climático en nuestra vida.
Los científicos no están endulzando sus hallazgos, e incluso las predicciones climáticas más conservadoras muestran cambios catastróficos para muchas partes del mundo. Grandes pensadores han escrito sobre eso, y si eres millennial, probablemente lo estés sufriendo.
Es importante tener claro que muchas personas ocasionalmente pueden sentirse ansiosas sobre cómo el cambio climático podría afectar a su familia y comunidad. Lo que separa a estas personas de quienes podrían necesitar tratamiento es el grado en que su vida diaria se ve afectada negativamente. Si su vida cotidiana (relaciones, su capacidad para hacer su trabajo) se ve afectada por sus miedos al cambio climático, es hora de tomar esos temores en serio.
El doctor Paul DePompo, psicólogo clínico en el sur de California, ha visto un número creciente de casos de ansiedad ecológica en su consulta. “Comenzó alrededor de las elecciones presidenciales [de 2016], noté que recibía profusión de casos”, dijo. “Muchos clientes hablaban sobre el medio ambiente y el miedo que tendrían, dependiendo de cuál fuera el resultado de las elecciones. Es más frecuente en las personas que siguen más de cerca las noticias”.
Según el Dr. DePompo, muchos de quienes sufrían eco-ansiedad tenían previamente algún tipo de trastorno del estado de ánimo manejable, como ansiedad leve, hasta que los temores relacionados con el clima los llevaron al límite de la patología y a la necesidad de tratamiento. Por ejemplo, describió a un paciente que planeaba activamente la posible huida de su hijo a Canadá, porque creían que sería uno de los últimos lugares habitables para vivir. Esta planificación estaba teniendo un impacto en su matrimonio y vida familiar.
No hay forma de extrapolar las tendencias de una práctica, pero muchos de los pacientes con ansiedad ecológica de DePompo son padres de niños pequeños. Esto no debería sorprender a nadie, dado lo ansiosos que están la mayoría de los padres cuando sus hijos caminan solos a la escuela por primera vez. Si eso es preocupante, y vives en un lugar con alto riesgo de huracán o incendios forestales, que aumentan en intensidad cada año, es fácil ver cómo la ansiedad ecológica podría estar en el horizonte.
En la práctica, DePompo encuentra que la terapia cognitivo conductual (TCC) es un tratamiento efectivo para la ansiedad ecológica. “Más que pensamientos [sobre el futuro], encontramos que los pacientes que sufren eco-ansiedad tienden a formarse imágenes. Lo que hemos encontrado más útil es trabajar a nivel de imágenes. Tomamos el qué pasa si e intentamos convertirlo en entonces qué, lo que ayuda a los pacientes a enfocarse un poco más en sus objetivos”.
Como alguien que se bloquea a menudo al considerar cómo puedo ayudar a salvar el planeta, esto me parece un cambio de perspectiva realmente beneficioso. DePompo explicó que existen diferentes enfoques para el tratamiento dependiendo de cómo se presente la ansiedad, pero el objetivo es, en última instancia, hacer que los pacientes vuelvan a un estado mental en el que puedan utilizar estrategias de afrontamiento para manejarlo.
DePompo utiliza la ecuación anterior, que es enseñada por los terapeutas de TCC, para explicar por qué la ansiedad ecológica es la tormenta perfecta para nuestra salud mental en estos días. Nuestro nivel de amenaza percibido del medio ambiente solo hace que aumentar, mientras que nuestros gobiernos han realizado muy poca mitigación. Puede dejar a las personas sintiéndose impotentes.
Lo que un tratamiento como la TCC puede ofrecer es una mejora en la percepción de cómo se enfrentaría uno al futuro en caso de que se diera cualquiera de los escenarios climáticos temidos. Esto conduce a niveles de confianza más altos, lo que puede disminuir la ansiedad. Además, DePompo trata de alentar a sus pacientes a disfrutar de la vida en este momento, tomando medidas razonables para prepararse para el futuro siempre que sea posible, mientras desarrolla la actitud de “cruzar ese puente cuando lleguemos a él”.
Esto suena más fácil de lo que parece, al menos para mí. Es imposible esquivar las noticias acerca de las últimas y terribles consecuencias a las que se enfrenta nuestro planeta como resultado del cambio climático, y no esperaba experimentarlas en mi vida. Puede parecer que mis elecciones individuales son una gota en un océano lleno de plástico. Entonces, veo a la activista climática sueca de 16 años Greta Thunberg en acción y, después de todo, me recuerda que hay razones para tener esperanza.
Si ella puede hacer frente al futuro de este planeta, yo también.
share