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Artículo Intenta salir del hospital con un cuchillo clavado a la espalda "para fumar" Content

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Intenta salir del hospital con un cuchillo clavado a la espalda "para fumar"

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El hombre, un ruso de 34 años, acababa de ser hospitalizado tras recibir una puñalada durante una pelea de bar

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04 Marzo 2019 21:28

Los vicios siempre han tenido mala fama. Con mayor o menor justificación, con mayor o menor coartada moral según los parámetros dominantes en una sociedad, la existencia de los más variados vicios se usa para recriminar aquellas pulsiones que están siempre rozando la pérdida de autocontrol. También existe la hipocresía, claro: la gente que critica una adicción mientras bajo la mesa, la practica. Pero esa sería otra historia.

Y la historia de este vídeo es muy otra. Si eres fumador, muy fumador, subyugado por esa adicción a la nicotina y a otro centenar de sustancias incorporadas, hay momentos de tu vida social —muchos momentos— en los que buscas la excusa para salir “a echar el piti”. Bodas, bautizos, reuniones de trabajo, espectáculos escolares, entierros… Pero este vídeo nos trae un caso extremo: el de un individuo que intenta salir a fumar estando herido en el hospital.

Y no herido de cualquier manera. Mirad su espalda. Casi en el centro de la misma veréis asomar el mago de un puñal.

Este fibroso hombre de 34 años llamado Vladimir había sido acuchillado por la espalda y los médicos aún no habían procedido a extraerle el arma. Van tras él, hablándole y tratando de penetrar la niebla de su situación mental para convencerle de que retorne a la sala del hospital de la ciudad rusa de Kazan, en la cual le atienden.

Sin embargo, con pasos débiles y arrastrados, vaga por los pasillos del hospital en busca de la puerta que le lleve al exterior. Su deseo era el citado: fumar.

Quizá porque temiese que iba a ser su último cigarrillo...

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La puñalada no era una broma. Hay momentos de su recorrido en los que parece a punto de derrumbarse, mientras la sangre sigue deslizándose por su espalda, manando de una herida que, de no ser tratada, hubiera llegado a ser mortal.

El individuo está a salvo. En parte porque no insistió a fondo en su cerrazón. Fue advertido de que había 10 grados bajo cero en el exterior: si no lo mataba la puñalada, lo mataría una hipotermia. Por ende, iba desnudo.

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Vivimos tiempos en los que la salud es dios y todo parece justificable con tal de no romperlo. Y de entre los vicios que hasta hace poco eran populares, el del tabaco se lleva la palma. Las campañas de los estados para fomentar la reducción al tabaquismo y así disminuir el daño en el tejido social por todas las enfermedades que arrastra y provoca, parecen justificadas sobre el placer individual. Pero imágenes como estas no dejan de ser asombrosas: una pelea de borrachos en un bar que culmina en los pasillos de un hospital, con un hombre casi agonizante. Y sus últimos impulsos son “salir a echar un cigarro” y ya veremos después.

Fuera por efectos del alcohol, la agonía, el miedo o la dependencia nicotínica —o fuera, más bien, por la suma de todos estos factores—, no deja de asombrarnos esta actitud irracional, una de esas escenas que nos recuerdan que hay momentos en los que conviene que alguien piense por nosotros.

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