Hay expresiones que “cuajan” y se hacen populares. Todos las asumen y mencionan en conversaciones habituales porque reflejan una forma de sentir que todos podemos entender. Es lo que pasa con el famoso “impuesto al Sol”, una frase hecha que se popularizó cuando se regularon por última vez las condiciones en las que los ciudadanos pueden instalar mecanismos de autoconsumo que transforman la luz solar en electricidad útil para el funcionamiento de sus viviendas.
Los partidos y grupos contrarios al Gobierno de Mariano Rajoy lanzaron el famoso “impuesto al Sol” en 2015 para ridiculizar una normativa que entendían contraria a las energías renovables. En su momento, el Gobierno explicó que la normativa recogía la realidad de que la energía fotovoltaica producida no puede almacenarse, por lo que el usuario deberá estar también conectado a la red general para seguir teniendo suministro (y usarlo cuando la luz solar no sea suficiente). Justificaban la necesidad de que ese servicio alternativo de la red eléctrica general debía pagarse para no crear una discriminación con el resto de ciudadanos, que estarían financiando una red que inevitablemente también va a ser utilizada. Sin embargo, la oposición y los ecologistas no vieron en eso sino una excusa para no apoyar a las energías “limpias”.
Hoy el debate sigue vivo y abierto. España consume más energía que la que genera, está casi al margen de la producción nuclear, y las renovables —eólica, en la que somos líderes— y fotovoltaica —en la que se realizaron enormes inversiones durante el Gobierno de Zapatero que no dieron el resultado esperado—, siguen arrastrando el problema de que no pueden almacenarse y dependen de condiciones climáticas que no pueden ser controladas.
Un enorme galimatías que genera grandes polémicas y que se sigue debatiendo, no sólo en España, sino también en Europa, donde estos días se celebrará una cumbre de ministros de energía.
Por eso Greenpeace deja clara, una vez más, su postura con esta nota de prensa y con la difusión de este vídeo musical en el que, de una forma divertida y en boca del propio Rajoy, critica unas políticas que cree contraproducentes y encaminadas a la protección de las grandes empresas eléctricas.
La melodía ha quedado pegadiza, eso no se lo niega nadie. Tanto que desde Greenpeace bromean con que Rajoy acabe por disputarle a Luis Fonsi y Maluma la próxima canción del verano.