El mar siempre ha despertado emociones contradictorias en la mayoría de las personas. Por una parte, nos sentimos fascinados por él. Por otra, le tenemos un sano respeto y evitamos alejarnos demasiado de la orilla, y mucho menos aventurarnos en sus profundidades. Al menos, eso es lo que hacemos la mayor parte de los mortales. Porque hay otro tipo de personas, claro, que hacen justo lo contrario: a cada oportunidad que tienen, se calzan las bombonas a la espalda y se zambullen buscando las maravillas del fondo marino.
Para poder bucear es necesario pasar por una serie de entrenamientos y formaciones, que serán más exigentes en función de cómo de complicado sea lo que queramos hacer. Así, un curso básico de buceo puede durar tan solo tres días; pero convertirse en un buceador cualificado para adentrarse en cuevas, nadar con animales peligrosos o sumergirse de noche puede requerir meses de preparación.
Sin duda, uno de los mayores miedos de todos aquellos que se adentran en el mar de esta manera es ser atacado por un animal peligroso. Entre todos los que hay, los tiburones son posiblemente los que más respeto nos causan. Pero eso no quita que haya personas, muchas más de las que imaginamos, que se lanzan a nadar con ellos para poder observarles más de cerca. Es el caso de los dos protagonistas del vídeo que encabeza estas líneas.
En principio, siguiendo unas recomendaciones de seguridad básicas, es posible practicar el buceo con tiburones sin correr demasiados peligros. Sin embargo, uno de los dos submarinistas del vídeo ignoró la regla más básica: no darles jamás la espalda. Estos animales, que son depredadores natos, saben perfectamente cuándo alguien está desprevenido.
Esto es, precisamente, lo que sucede en las imágenes. Uno de los tiburones tigre se da cuenta de que el buceador se ha distraído y comienza a nadar hacia él en posición de ataque, con las mandíbulas abiertas. Su compañero e instructor en aquella inmersión detecta el peligro y, sin pensárselo dos veces, se acerca al animal con rapidez y le golpea el morro para cambiarle de trayectoria, evitando así una potencial dentellada lanzada contra el otro submarinista.
La situación, a pesar de parecer perfectamente tranquila debajo del agua, era realmente crítica. Cuando se toca a un tiburón, este tiende a excitarse y es mucho más probable que se revuelva y lance una arremetida contra quien le ha molestado. El buceador que intervino, un instructor llamado Eli Martínez, en realidad se estaba poniendo en un grave peligro para proteger a su compañero.
El vídeo fue grabado en 2014 en las Bahamas, pero ha sido publicado recientemente tras su uso en un curso sobre buceo con tiburones, advirtiendo precisamente de los peligros de perder de vista a uno de estos animales. Las imágenes han conseguido decenas de miles de visitas en muy pocos días, por lo que es de esperar que sirvan de aviso para otros buceadores que quieran intentar algo así.
El vídeo no debería causar que alguien que quiera probar el buceo le coja miedo. Si se cuenta con la ayuda de un instructor cualificado y se siguen una serie de recomendaciones de seguridad, es perfectamente posible practicar este deporte sin demasiados riesgos.