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Suzanne Ciani: tú no lo sabes, pero sin esta mujer nuestro mundo sonaría distinto

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Suzanne Ciani es pionera de la música electrónica en los 70: supo hacerse un hueco en un mundo repleto de hombres e hizo algunos de los sonidos más emblemáticos de la publicidad para marcas como Coca-Cola o Atari . El documental 'A Life in Waves' repasa su historia

anna pacheco

10 Noviembre 2017 11:04

Suzanne Ciani aparece en la mayor parte de sus fotos en blanco y negro al lado de su Buchla. Ella lo llama novio. Hace décadas que no se separa de él. Es el mismo sintetizador con el que descubrió que podía moldear y dar forma a los sonidos que salen de las máquinas. Crear sonidos nuevos, infinitos, hacer magia con los dedos. ¿Por qué todo esto? ¿Qué haces con esto?”, le pregunta Letterman en su show en 1980 como quien pregunta a una extraterrestre que acaba de bajar a este planeta.

Hay en el gesto de Letterman una curiosidad casi marciana. "Hago música. Me gano la vida con esto", contesta ella.

Cuando Letterman se lo preguntó, Ciani ya llevaba más de una década haciendo eso mismo: explorar en los efectos sonoros originados de sintes modulares y aparatos electrónicos.

Esta compositora estadounidense, de origen italiano, se convirtió en una de las pioneras de la música electrónica. A mediados de los 70 ver a una mujer tocando cables, sin ni siquiera un teclado de por medio, y emitiendo sonidos raros, era algo de difícil comprensión: “¿Dónde está tu guitarra? ¿No cantas?”, cuenta Ciani que le preguntaban en algunas discográficas cuando intentó hacer su primer álbum. ¿Por qué nos has traído aquí? ¿Por qué nos has traído a escuchar esta pieza inútil de absolutamente nada?, le preguntaban otros.

El documental A Life In Waves, estrenado en el marco del Festival Inedit, repasa la vida de esta artista singular, que ahora tiene 71 años, y que sigue siendo un referente para la electrónica. De formación clásica, Suzanne se empezó a interesar por la música cuando su madre le trajo unos discos a casa de Bach, Mozart y Beethoven. Quedó fascinada. Aprendió a tocar el piano y durante mucho tiempo recibió clases particulares después de la escuela.

Fue en Berkeley donde empezó a trabajar para Don Buchla, otro pionero en la música electrónica y los sintetizadores modulares. Con él, Ciani se empezó a armar su propio sintetizador. Lo sigue manteniendo en la actualidad en su casa en California, con vistas a la playa.

A pesar de su formación clásica, Ciani empezó a destacar en el campo del diseño sonoro. Ella fue quién creó el efecto burbujeante en un conocido anuncio de Coca-Cola. Solo se trataba de hacer abrir una lata, pero ella lo hizo infinitamente más excitante.

No solo tenía talento, también se convirtió en una increíble mujer de negocios capaz de rentabilizarlo. Creó su propia empresa Ciani/Música y se dedicó a hacer efectos para la publicidad y para el cine. Sus sonidos se colaron en anuncios para Atari, General Electric o American Express o Black And Decker. También participó en el cine, sonorizando de forma inquietante a Las esposas de Stepford o realizando los efectos de sonidos para Star Wars and Other Galactic Funk, la célebración adaptación al sonido disco de la banda sonora de Star Wars que firmó Meco en 1977.

¿Cómo sobrevivir en un mundo dominado por hombres? "No nos quedaba otra que ser mejores que ellos", explica en A Life In Waves.

Ciani sigue igual de sonriente ahora que en todas sus fotos de juventud, que va recordando en el curso del documental. Su voz es siempre pausada, tranquila. “Si el ordenador HAL tuviera voz, tendría la voz de Suzanne”, explica un testimonio en A Life in Waves. “Suzanne era como un pinball”, espeta otro compañero que trabajó con ella. Luego, hace un gesto gracioso con las manos. Como señalando a un lado y a otro con sus manos. La mente de Suzanne funcionaba tan rápido como esas bolas de metal expuestas a una gran cantidad de estímulos. La metáfora con el pinball no es casual: Suzanne también creó la música y los efectos de sonido para Xenon, la que fuera la primera máquina de pinball parlante de la historia. La voz robótica de la máquina era, claro, la de Ciani.

Aunque en publicidad le iba bastante bien, Ciani seguía siendo un bicho raro. Su música, que luego acordarían en clasificar como new age, no se entendía. Ciani quería sacar disco, pero nadie se atrevía a sacarlo, así que se lo produjo ella misma. Hizo ruta por sellos. Intentó ir a Europa en el momento en que Tangerine Dream empezaba a sonar. Pero no consiguió nada. “Un día pensé: ¡Japón!”. Y, claro, sí. En Japón no falló. Su primer álbum Seven Waves se convirtió en número uno.

A partir de ahí fue todo más fácil y sacó de The Velocity of Love, un disco envolvente y especialmente sensual, y Neverland, con la discográfica Private Music, con el cual obtuvo una nominación para los premios Grammy. Por fin, ahora sí, la música de Ciani era audible para el resto del mundo, ya no era solo cosa de máquinas.

“Nadie quería ser new age en ese momento”, explica Ciani a lo largo del documental. Era una etiqueta que se veía casi como algo ridículo, pero ayudaba a vender. Al menos, ahora, los programas de TV sabían como presentarla.

Ciani mira su obra desde la distancia de su casa luminosa en California. Asiste a ceremonias, da conciertos de electrónica y le hacen homenajes en su vieja universidad. Pero ya no volverá a ser más la Ciani de los discos, ese caballo joven y ensoñador y lleno de misterio que nos dejó con Neverland. Tampoco pretende serlo.

Su vida permanece tranquila. Sus máquinas son las de siempre, las de antes: su viejo Buchla, siempre encendido, en un estudio que a estas alturas ya ha pisado un montón de gente.

Suzanne ha crecido, igual que su caballo. Pero siempre será Suzanne y también será siempre un poco de ese caballo.

"Siempre he sido romántica en mi obra. Mi concepto de romanticismo sigue siendo el mismo. Pero no desde un punto de vista de las relaciones hombre-mujer, mi concepto de romanticismo es con la vida misma. Me gusta ver lo mejor. Me gusta ver la belleza de las cosas".

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