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Artículo ‘Pose’, la serie de memoria histórica queer pasada por un filtro de fantasía Culture

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‘Pose’, la serie de memoria histórica queer pasada por un filtro de fantasía

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Una lección sobre VIH e identidad trans en el Nueva York de los años 80

Rubén Serrano

17 Agosto 2018 10:07

Ryan Murphy es uno de esos creadores que fascina por sus propuestas pero, sobre todo, es conocido por exponer en sus trabajos la diversa realidad de la comunidad LGTB+. Lo hizo con la icónica Glee y lo sigue haciendo con las antologías American Horror Story y American Crime Story. No obstante, con su última serie, Pose, ha dado un paso trascendental en materia de representación.

La ficción se adentra en el underground neoyorquino de finales de los años 80 para plasmar la cultura del ball que vio nacer el voguing y, gracias a esta premisa, Murphy ha conseguido diseccionar dos realidades que a día de hoy suponen un gran desconocimiento y tabú para la gran mayoría del público: la vida de las personas trans, y también el VIH.

La serie que emite HBO en España cuenta con el característico filtro de fantasía que Murphy pasa por todas sus producciones, aunque eso no desluce el crudo y a ratos doloroso retrato que muestra de sus protagonistas trans y seropositivos. Lo que narra Pose sabe a veracidad y para poder conseguir este resultado ha sido indispensable contar en el mayor número de intérpretes trans jamás visto en un elenco regular de una serie y también con profesionales com Janet Mock, que se ha convertido en la primera mujer negra trans en escribir y dirigir un episodio para la televisión.

Hailie Sahar, Indya Moore, Dominique Jackson, Angelica Ross y MJ Rodriguez; las cinco actrices trans de 'Pose'.

La epidemia del VIH todavía resuena en la actualidad

Pose se desarrolla entre 1987 y 1988, cuando la crisis del sida derivada del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) ya se había llevado por delante a un gran número de vidas. Los medios se referían a la enfermedad como “el cáncer gay” debido a que la población afectada, aparte de personas trans, era mayoritariamente varones homosexuales.

Por aquel entonces, adquirir el VIH era sinónimo de muerte, ya que la medicación todavía estaba en fase de experimentación y no garantizaba resultados positivos. Blanca (MJ Rodríguez) y Pray (Billy Porter) descubren que son seropositivos y desde entonces sienten como si se hubiese activado la cuenta atrás de un reloj. Sin embargo, la forma de afrontar el diagnóstico es totalmente diferente. Mientras que la madre de la Casa Evangelista lo acepta de inmediato, un sentimiento de vergüenza, ira y culpabilidad se apoderan del maestro de ceremonias de las balls.

La historia de Pray es un ejemplo más de otras similares que hemos visto en títulos como The normal heart (también de Murphy), 120 pulsaciones por minuto o When we rise y en documentales como How to survive a plague: hombres que han enterrado a amigos, familiares y parejas por culpa de un abandono institucional. En este caso, Pose deja bien claro la inacción del gobierno de Ronald Reagan para frenar la epidemia y como la opinión pública condenaba a los portadores del VIH, alegando que era el castigo que merecían por ser unos "desviados". “El mundo nos quiere muertos”, discuten Blanca y Pray en un momento de la serie.

Pose se presenta como una arma de resistencia al VIH y también como una herramienta de memoria colectiva de un pasado no muy lejano. Ahora, a pesar de que los grandes avances en el tratamiento antirretroviral han conseguido que una persona seropositiva bajo medicación no pueda transmitir el virus, la escasa educación sexual que recibimos ha derivado en un gran desconocimiento sobre el VIH, sobre todo entre las nuevas generaciones, para quienes lo que sucedió en los 80 suena a prehistoria.

Por eso, la pedagogía que hace Pose puede ser más eficaz que los mensajes de las autoridades sanitarias. Además de introducir conceptos interesantes como “seroconversión” (el proceso por el cual el cuerpo pasa de seronegativo a seropositivo y que se presenta con síntomas como una fiebre alta durante varios días), Blanca y Pray instan al joven Damon (Ryan Jamaal) y a su novio a hacerse una prueba de VIH.

A través de esta pareja, Murphy expone el principal dilema por el que pasan muchas personas cuando escuchan este consejo: el miedo a que el resultado sea positivo. No obstante, Blanca y Pray les hacen comprender que la necesidad de realizarlo ya no es solo para detener la cadena de transmisión, sino también para atajar cuánto antes una condición ahora considerada como crónica.

Dominique Jackson da vida a Elektra Abundance.

Desmontando mitos sobre identidad trans

Pose también pone en evidencia la necesidad de que las personas trans cuenten sus propias historias para así derribar prejuicios y escuchar sus problemas y necesidades. Ryan Murphy entendió que contar con la actrices trans MJ Rodriguez, Indya Moore, Dominique Jackson, Hailie Sahar y Angelica Ross era algo imprescindible para potenciar la labor divulgativa de la ficción.

Así, la serie explora un concepto que genera mucha confusión a la hora de hablar y de representar la identidad trans: la genitalidad. Gracias a los personajes de este quinteto de intérpretes, Pose emite el contundente mensaje de que una mujer trans es una mujer. No importa si no ha habido una operación de cambio de sexo, porque tener vagina no es la única condición indispensable para ser mujer. “Si quieres saber quién soy, ese [la entrepierna] es el último sitio en el que deberías mirar”, le grita Angel (Moore) a su amante Stan (Evan Peters) en una de las secuencias más reveladoras.

Este debate sobre la genitalidad da paso a una crítica contra la tendencia a pensar únicamente en las personas trans como un fetiche sexual. Varios hombres con las que las protagonistas, en especial Elektra (Jackson), mantienen relaciones sexuales las desean únicamente porque aún conservan los genitales masculinos. En el momento en que la líder de la Casa Abundancia se somete a una operación de cambio de sexo, se encuentra con un rechazo por parte de los hombres que, al descubrir que ya no pueden satisfacer sus fantasías ni morbos, le da la espalda.

Blanca, la protagonista de 'Pose' y madre de la casa Evangelista.

Esta discriminación basada en el binarismo de género es tan solo una muestra de todo el abanico de odio que reciben las personas trans y que Pose refleja: desde ser expulsadas a golpes de un bar gay y recibir comentarios por la calle como “monstruo”, hasta referirse a ellas en masculino con tal de ofenderlas. “¿Cómo le digo a los niños que su tío es gay y que se viste de mujer?”, le pregunta un familiar a Blanca ejemplificando uno de los comentarios más tránsfobos posibles. “Diciéndoles la verdad, que es una mujer”, le responde.

Pose recuerda a Fama cuando pone el foco en la pista de baile, pero, cuando sale de él, ya no es tan fácil de ver. El rechazo social que sufrían las personas trans por los años 80 no dista mucho del que pueden llegar a sufrir hoy en día; y eso se sigue traduciendo en escasas oportunidades laborales. Mientras que Elektra y Angel se ven abocadas a la prostitución y a actuar en peep shows para poder conseguir algo de dinero, en Barcelona el 90 % de las mujeres trans ejercen o han ejercido esta actividad.

Tras la polémica con Scarlett Johannson, Pose es una serie que llega en el momento justo. En primer lugar, porque con su visibilidad puede acabar con la desinformación que rodea al mundo trans y, en segundo lugar, porque ya está abogando por la inclusión social. Al igual que le sucedió a Laverne Cox en Orange is the new black o Daniela Vega en Una mujer fantástica, Blanca, Angel y Elektra podrían cambiar radicalmente la vida de MJ Rodriguez, Indya Moore y Dominique Jackson. La igualdad es el gran muro que todavía se alza en el camino del colectivo trans y Pose está ayudando a derribarlo.

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