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Artículo Mensaje anónimo de un anarquista sobre el fin del mundo Do

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Mensaje anónimo de un anarquista sobre el fin del mundo

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Sea quien sea el autor de 'Desierto. Manifiesto postecologista' (Melusina), su mensaje es tan apocalíptico como constructivo

24 Julio 2017 11:25

Foto de Judy_and_Ed.

Se me ocurren dos razones por las que el pequeño libro que tengo entre las manos se haya publicado como anónimo en pleno 2017. El autor o autora podría haber querido borrar su rostro, y solamente regalar al lector algunos datos esenciales, como un acto humildad. Por su texto sabemos que es de nacionalidad británica y que es anarquista, nada más. Podría tratarse, quién sabe, de una práctica común entre algunas plumas de esta ideología. 

El otro motivo tiene que ver con el miedo a las represalias. Su anonimato sería, entonces, un acto de libertad.

“Ya puedo oír las acusaciones de mi propio bando, acusaciones de desertar de la causa de la Revolución, de abandonar la lucha por Otro Mundo. Estas acusaciones son correctas”.

Desierto. Manifiesto Postecologista (Melusina, 2017) es un mensaje para activistas desde el activismo, un doloroso acto de sinceridad de un amante de la naturaleza para todo aquél que se sienta preocupado por los efectos del cambio climático, y en general, por el futuro del mundo en el que vivimos. El libro parte de afirmaciones que dejan sin aliento: no hay un movimiento mundial contra el capitalismo, nunca lo ha habido ni lo habrá. "No va a haber una revolución global y el mundo no será salvado".


"Siento que la gran pregunta que hay que hacerse no es si llegará ese mundo, sino cuándo”



La intención de Desierto es dar un baño de realismo a todas esas personas que se inyectan esperanza para poder frenar el calentamiento global sin que eso, científicamente hablando, tenga muchas opciones de suceder. Sin embargo, su objetivo no es instaurar el desánimo, sino ganar efectividad. Sería algo así como un mensaje apocalíptico con una voluntad constructiva, un “estamos jodidos, ahora pongámonos a pensar”. 

Quien escribe se pregunta: “¿Qué objetivos, planes, vidas y aventuras existen cuando se dejan de lado las ilusiones y caminamos por el mundo ya no incapacitados por la desilusión, sino liberados de su carga?”.

El primer paso de un adicto o un enfermo terminal es reconocer su estado, visualizar el horizonte por más terrible que este sea. El siguiente paso es evaluar las posibilidades que todavía existen “para la libertad y lo salvaje”. Según el autor de este manifiesto, las hay.

Mala hierba, reliquia, fantasma

En 1990, The Ecologist publicó 5.000 Days to Save The Planet, un llamamiento que partía de la hipótesis Gaia, basada en la idea de que la Tierra se autorregula y tiende al equilibrio. Pues bien, en 2005 terminó esta particular cuenta atrás para que el calentamiento global pudiera revertirse. A día de hoy, gran parte de la comunidad científica habla en términos de mitigación y adaptación.

“Si miro a mi alrededor veo un hermoso día soleado y el brillo de las hojas de los árboles [...] pero siento que la gran pregunta que hay que hacerse no es si llegará ese mundo, sino cuándo”.

Sea quien sea el autor de Desierto, tiene claro que el apocalipsis no puede posponerse más. Año tras año, hemos sido llamados a la acción para "salvar el planeta" cuando en realidad ha llegado un punto en que eso ya no es exactamente posible. 

"Mientras las ONG’s siguen balbuceando sobre detener dos grados el aumento de la temperatura, los climatólogos están cada vez más de acuerdo con la predicción de un aumento de cuatro grados hacia fin de siglo o incluso hacia 2060. Y este no es el escenario más pesimista".


¿Es posible seguir luchando por un mundo mejor, siendo conscientes de las inclemencias que nos esperan?



¿Es posible seguir luchando por un mundo mejor, siendo conscientes de las inclemencias que nos esperan?

Este libro recoge datos científicos que demuestran que llegamos demasiado tarde. Que en buena medida, ya hemos perdido. No hay evidencias consistentes de que calentamiento global y algunas de sus principales consecuencias puedan sortearse, incluso si la posición de gobiernos como el de Donald Trump sobre los Acuerdos de París no fuera la que es. 

Una de las metáforas más bellas y terribles que recoge este manifiesto es la que Stephen M. Meyer utilizó para referirse a las extinciones de especies animales y vegetales, que ya alcanzan la cifra de 3.000 al año. Según este fallecido profesor de ciencias políticas del MIT, las especies se clasifican en tres categorías: mala hierba, reliquia y fantasma.

Las especies mala hierba son aquellas que proliferan en ambientes contínuamente perturbados por los humanos. Las especies reliquia viven sobreviven en hábitats cada vez más reducidos y sus ejemplares van en claro descenso. Para sobrevivir fuera de los zoológicos, los animales reliquia necesitarán atención constante. Por último, las especies fantasma están aún entre nosotros, parecen prolíficas y saludables, pero van a desaparecer. Deberemos conformarnos con conservar su ADN. 

Contra la esperanza manufacturada

Entonces, si ya es tarde, ¿debemos quedarnos de brazos cruzados?, ¿podemos masacrar aún más a la naturaleza por el placer de destrucción?, ¿qué más da?

Curiosamente, lo que el anarquista plantea es que empecemos a pensar como los estamentos militares. "El ejército no mira al futuro cambio climático como algo que pueda evitarse, sino como algo que necesitará ser regulado".

Organismos como el National Security and The Threat of Climate Change de Estados Unidos no solo no niegan los efectos del cambio climático como hace su presidente, sino que ya estudian estrategias para combatir las amenazas de este "nuevo factor hostil de estrés": aumento de las migraciones, conflictos internos, recrudecimiento de los conflictos actuales en Asia, África y Oriente Medio, aumento del extremismo y los movimientos autoritarios y radicales, etc.

De lo que se trata para el autor es de partir de escenarios realistas para poder trazar acciones desde el activismo, "desterrando batallas imposibles de ganar". Desterrando, en definitiva, la ilusión eterna: “El cambio climático es, sin duda, el laboratorio de pruebas adecuado para la política de la esperanza manufacturada”.  

Pero, ¿cuál es ese futuro?

Al mismo tiempo que la vida en la Tierra se vuelva más hostil, y que algunas puertas se cierren, otras se abrirán en lugares insospechados. Los paisajes que este libro recopila son películas de ciencia ficción que, en realidad, ya han comenzado a materializarse.

Desiertos calientes y fríos

Uno de los ejemplos más claros es el de los desiertos. El calentamiento global provocará la extensión de los desiertos calientes, pero también está causando del deshielo de los desiertos fríos, generando nuevos espacios para la civilización.

La sequía provocará el desplazamiento o la muerte de muchos seres humanos y otras especies animales y vegetales. El autor asegura que es muy probable que el poder colonial y estatal se repliegue en Asia, África, el Mediterráneo. Eso generará "nuevas oportunidades de vida libertaria y nómada" que en ningún caso serán fáciles.

En este punto, África sirve de inspiración: “En muchos lugares y a muchos niveles, sus culturas tienen características significativamente anarquistas”.


"Nos guste o no, el cambio climático probablemente sea el contexto en el que las luchas ecológicas serán libradas, y no un problema contra el que se pueda combatir"



Muchas sociedades subsaharianas se autoabastecen en base al procomún y poseen una economía de subsistencia robusta dentro de sus respectivos estados, algo que, según el autor y los estudiosos citados, se está intentando desarrollar en Occidente bajo el nombre de "economía alternativa". Desierto no pretende idealizar estas sociedades, a sus traidiciones y jerarquías, pero defiende que no se las ignore, ya que se trata de millones de personas viviendo al margen de las leyes del mercado que además “no sufren lucha de clases ni de estado”.

Si miramos hacia el norte, ya es posible ver los primeros destellos de la batalla por el nuevo “centro ártico de la civilización”.

Mientras en los desiertos calientes la guerra por los recursos la protagonizarán pequeños grupos insurrectos o criminales, en el norte será todo lo contrario: “Es un sucio secretito que numerosos gobiernos del norte aguardan expectantes los efectos del cambio climático en sus territorios”. Sería el caso, por ejemplo, de Rusia y Canadá, que verán crecer sus cultivos.

En este nuevo espacio verde fortificado, el autor prevé el levantamiento de nuevas ciudades, campos de trabajo e industrias de petróleo y gas. Las poblaciones autóctonas están siendo deshauciadas. En el norte será posible la vida digna, pero el control y la vigilancia gubernamental se intensificarán y se hablará de terror extramuros.

Alerta esperanza

Este manifiesto trae un mensaje desesperanzador que nos permita ser felices en el futuro. Para el hombre o la mujer británica que hay tras esta mirada documentada, tiene tan poco sentido imaginar un mundo paradisíaco, como la oscuridad total. Ambas ideas resultan paralizantes, nos convierten en seres frágiles y anestesiados ante cualquier tipo de poder.

Por eso es importante saber que muchas cosas cambiarán. El discurso de la salvación es un canto religioso que solo nos prepara para el control y el terror. "Nos guste o no, el cambio climático probablemente sea el contexto en el que las luchas ecológicas serán libradas, y no un problema contra el que se pueda combatir".

No importa que no seamos anarquistas, ni que nunca fantaseemos con luchar por pozos de agua al más puro estilo Mad Max. Ni siquiera importa que miremos las hojas de los árboles a través de la ventana y sin sentir miedo. Da lo mismo que no creamos una palabra de este libro anónimo.

Desde el amor más profundo por lo salvaje, este texto nos pide que escuchemos a la naturaleza, que observemos su transformación y nos adaptemos a ella. Que no le pidamos más.

"Este texto no debería restar importancia al verdadero valor de lo práctico, de lo local, de nuestras relaciones emocionales y proyectos cotidianos. El futuro no debería embargar el presente, incluso si el presente no está embargando algunas posibilidades futuras".

Sigue teniendo sentido salvar un río, una comunidad, una especie o un árbol; sigue siendo beneficioso tratar de impedir injusticias, ayudar a reducir las emisiones y la contaminación. Tiene aún más sentido, si cabe. Del mismo modo que lo tiene vivir amando, y morir por un motivo, a sabiendas de que algún día vamos a desaparecer. Como dice el autor, "no vale la pena luchar por un futuro que no existe en el presente". 

Más que esperanza, el futuro pide conocimiento e ingenio. Más que quimeras y horizontes imposibles, la Tierra pide que mujeres, hombres y niños se den la mano y echen a andar.


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