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Gerardo, el vendedor de burritos sobre ruedas que arrasa en la universidad de México

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Tiene 20 años, un escuadrón de bicicletas con sus 9 hermanos y un nombre bien pegadizo: El Niño de los Burritos

Rosa Molinero Trias

06 Octubre 2017 14:21

Hay que tener cuidado con el almuerzo que llevas a la universidad o a la oficina, porque cuando menos te lo esperas alguien puede decir: “Oye, esto tiene muy buena pinta. ¿Me dejas probarlo?”. Y luego: ‘¡OH, DIOS MÍO! TIENES QUE MONTAR UN NEGOCIO Y VENDERLO AL MUNDO’.

Pues algo parecido le pasó a Gerardo Murillo, Geras para los amigos, un chico de 20 años que vive en el estado de Aguascalientes, en el centro de México.

Estudiaba en la Universidad Autónoma de Aguascalientes cuando tuvo una idea: ¿por qué no ampliar el negocio de venta de burritos de su hermano? “Tenían mucho éxito en la universidad porque no enchilaban, no eran picosos, y eso se prefiere cuando tienes que estar en clase”, nos dice. Así que decidió ir a por todas y montar un negocio de reparto de los ricos burritos en el campus que alcanzaba las 150 entregas al día.

Pero rápidamente, Geras, que ha estudiado varios semestres de ingeniería industrial e información y telecomunicación en la UAA, pensó que para expandirse y dar un mejor servicio era crear una app para el móvil. Así nació El Niño de los Burritos, que se hizo famoso gracias a un tuit bien chistoso:

“Había algo que me incomodaba: no me gustaba ofrecer a la gente que no quería burritos y tampoco perder a los clientes que sí querían pero a los que no podía llegar. La aplicación solucionó esto y era viable, rentable y funcional. Y gustó a la gente”.

Gustó y mucho. A día de hoy, 5 mil usuarios utilizan su aplicación y se reparten en bicicleta alrededor de 600 burritos, que siempre se agotan. “El que más gusta es el de chicharrón rojo y el de pierna”, confiesa. El Niño de los Burritos se levanta a las 5 de la mañana y divide el reparto con sus nueve hermanos y algunos amigos que se han convertido en sus trabajadores. Su hermana es la cocinera y Geras asegura que aunque no "sean picositos" (se prevé crear algunas salsas en el futuro) sí tienen "mucho saborcito".

No tiene miedo que le copien el negocio y su ambición profesional no tiene límites. Pero, ¿no se han enfadado las cantinas de la universidad? ¿Han perdido comensales? "La gente sigue comiendo allí. Y la universidad, aunque la venta era informal al principio, ahora nos ha alentado incluso a seguir con nuestro negocio. En mucho lugares donde venden burritos, los preparan un día antes y los meten en el horno para recalentarlos. Y eso no es lo mismo que hacerlos en el momento. También son grandes y generosos y por 15 pesos (0,70 euros) ya tienes tu burrito calentito y con su servilleta”, explica Geras.

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Este equipo que empezó siendo de 3 personas ya alcanza los 13 empleados y continuará creciendo porque el éxito es imparable. “Cuando empezó a salir El Niño de los Burritos en los medios, recibimos un montón de pedidos de todo México, de gente que sentía curiosidad y se descargó la app”, cuenta Geras. Y aunque de momento, solo se reparte dentro de la UAA, por edificios, y la descarga funciona para Android, está previsto que pronto esté disponible para iOS y superar las fronteras del campus.

“El crecimiento ha sido muy fluído. Pero ahora, con tantos clientes, tenemos que ser muy cuidadosos con todo: la comida, el reparto, el trato que dan los vendedores, la aplicación. Ya se está sintiendo que somos una empresa y no solamente un chico que vende burritos”. Además, cuenta Geras, no tienen ningún miedo, sólo motivación: "Estamos trabajando lo más rápido posible para que seamos nosotros los que ofrezcamos este servicio en otras universidades. Y ya nos lo han ofrecido. El próximo año ya se tendría ese sistema para expandernos a otras universidades. No tenemos ofertas de compra, pero sí de apoyo. En ese proceso estamos, de pactar colaboraciones. No tenemos intención de vender, sino de crecer juntos en esto"

Con todo esto, Geras ha dejado los estudios en stand-by. El Niño de los Burritos le quita todo el tiempo y el poco que le queda lo dedica a formarse de manera autónoma sobre negocios para gestionar bien la empresa junto a su hermano. Y el resto, lo dedica a su banda de música, Murilloz.

Dejó los estudios para buscar el éxito empresarial sin saber que los estudiantes le regalarían el éxito que tanto deseaba. ¿Llegará uno de esos burritos a tu universidad algún día? ¿Cruzarán el charco y los tendremos en España? Ojalá.

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