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En Japón mueren más personas asfixiadas que por accidente de tráfico

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Y hay un solo responsable

Rosa Molinero Trias

18 Diciembre 2017 13:08

Gastronomía excelente, baja criminalidad y esperanza de vida alta. ¿De qué país hablamos? Japón. Y sin embargo, una cifra choca ante las estadísticas apacibles: en Japón ocurren más muertes por asfixia que por accidente de tráfico.

Cabe decir que Japón es uno de los países del mundo donde menos muerte por accidente de tráfico ocurren, situándose en el puesto 178 de 193 estudiados por LiveScience con un promedio de 5 muertes en accidente de tráfico por cada 100 mil habitantes. Pero la razón no es un repunte de una parafilia sexual sino la comida. Porque en Japón tienen un gusto fuera de lo común por la textura chiclosa.

Cada año, sobre todo con las festividades del mes de enero, varios japoneses suelen morir ahogados por los mochis. Esos pastelillos de arroz glutinoso con distintos rellenos se convierten en un tapón pegajoso en la tráquea imposible de desalojar.

Otras tantas muertes ocurren al comer pequeños pulpos o trozos de calamar que todavía están vivos, en una preparación llamada ikizukuri. En este caso, son las ventosas de estos cefalópodos los que pueden llegar a asfixiar al comensal.

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No obstante, la mayoría de estas muertes por asfixia suele ocurrir entre personas de edad avanzada.

Japón es uno de los países con mayor esperanza de vida y a la vez es una de los más envejecidos. La edad media de su población es de 47.3 años y los ciudadanos que tiene o supera los 65 años de edad es del 27.87%. Y según The Atlantic, se prevé que hacia 2060 sean ya el 40%.

Es entre este sector de la población donde es más común la disfagia, lo que popularmente se conoce con aquella expresión de “la comida se me ha ido por el otro lado”. Es un problema en la deglución que afecta sobre todo a personas que padecen una enfermedad neurodegenerativa, ya que en la acción de tragar intervienen más de 50 músculos distintos y hasta 5 pares de nervios.

En los casos más graves, puede causar pulmonía porque la saliva y los jugos gástricos llegan a los pulmones, generando un caldo de bacterias infeccioso. Y también la muerte por atragantamiento.

De ahí que recientemente el mercado destinado a la tercera edad esté experimentando un crecimiento como nunca antes. Lo llaman “mercado plateado”, tal vez en referencia al color cabellos de su público objetivo: millones de japoneses que entran en la jubilación con un buen cojín de ahorros para comprar cualquier cosa que les facilite la vida, desde un teléfono móvil más fácil de oír y con teclas más grandes o robots para combatir la demencia.

E incluso comida más fácil de tragar.

Es la conocida como engay, que ya cuenta con simposios, restaurantes, blogs, libros de cocina y empresas que la dan a conocer y la desarrollan. Entre ellas está Japan’s Nutri Co., que comercializa un agente gelificante llamado Softia G. que permite, por ejemplo, que un puré de salmón recupere su forma de lomo e incluso se pueda flamear un poco para darle un sabor tostado.

Porque nadie quiere estar condenado a pasar sus últimos días de vida comiendo purés.

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