"Enterradme con mi comida favorita"

El amor por la comida cruza todas las barreras. Incluso la del más allá. Aquí un ejemplo: a Richard Lussi se le metió en la cabeza que a su muerte quería ser enterrado con su bocadillo favorito, el de ternera con queso. Y así fue.

Lussi murió el mes pasado a la edad de 76 años de problemas del corazón. ¿Habrían tenido algo que ver los centenares de cheesesteaks que el de Pennsylvania engulló durante su vida? Probablemente.

Pero aunque vivía a dos horas y media de Philadelphia, conducía hasta allí para comer los bocadillos del restaurante Pat’s. Los conoció en un partido de baseball de los Phillies y lo suyo fue amor al primer bocado.

El día antes del funeral, su hijo John y su nieto Dominic, junto con dos amigos, hicieron el mismo recorrido que el difunto para comer unos bocadillos de ternera con queso en su honor y comprar dos extra para Richard. ¿Por qué uno y no dos? A parte de que tal vez uno no baste para pasar la eternidad, Richard siempre decía que comprar uno era malgastar el viaje.

Tal y como los comía él, los compraron sin cebolla, porque en sus últimos deseos dijo que como las cebollas se le repetían, “lo perseguirían” después de la muerte.

De modo que el 14 de octubre, según su hijo John contó para el sitio Philly.com, le colocaron un bocadillo en cada mano después del velatorio, siguiendo el consejo del director de la funeraria, que le avisó que no debía hacerlo antes, puesto que “la gente podría llevárselos”.

La historia llegó hasta el propietario del local de bocadillos, Frank Olivieri Jr., que dijo que se sintió “halagado, sorprendido y orgulloso”. Y especuló que tal vez los bocadillos servirían para convencer a San Pedro de que abriera las puertas del cielo para Richard Lussi.

[Vía Philly.com]