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Artículo “Pensaba... soy demasiado feo, la gente estrellará sus coches si me miran' Food

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“Pensaba... soy demasiado feo, la gente estrellará sus coches si me miran'

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La Universidad de Cambridge visibiliza la anorexia masculina por primera vez a través de uno de sus estudiantes más brillantes para demostrar que también es cosa de chicos

Marc Casanovas

18 Marzo 2018 06:00

Tenemos que hablar de James. Un joven brillante, un alumno aventajado, un loco del violín que casi se pierde por el camino.

Esta es la versión oficial que se puede leer en su expediente académico:

James se ausenta sin justificación de muchas clases de secundaria.

James rechazó matricularse en música pese a que Cambridge aceptó su solicitud.

James no completó Medicina en Bristol.

James vuelve a Cambridge y vuelve a fallar al centro dejando la carrera de psicología a medias.

Y esta es la versión real como la vida misma:

James prefería el parque a las clases de secundaria porque recibía bullying de sus compañeros.

James hizo la entrevista de admisión a Cambridge con anorexia severa y no se recuperó a tiempo.

James abandonó medicina porque no sabía luchar contra su trastorno alimentario.

James no terminó sus estudios de psicología porque su vida estaba en peligro.

¿Qué pensar cuando los profesores ven arrogancia y no miedo en tus ausencias repetidas en clase? ¿Qué hacer cuando los médicos no se creen tu anorexia? ¿Por qué avanzar cuando tus fracasos personales no dejan florecer tu talento académico y musical? ¿Cómo vivir cuando tus amigos mueren?

“Mis problemas con la alimentación comenzaron cuando tenía alrededor de 16 años”, recuerda James Downs en una columna de opinión publicada en Medium con la aceptación de la Universidad de Cambridge. El texto es relevante porque por primera vez uno de las universides más importantes del mundo pone en la palestra a uno de sus estudiantes más talentosos para mostrar sus fracasos personales y no sus victorias académicas. Porque no todos sus alumnos son máquinas perfectas y aunque parezca increíble, aún es necesario en 2018 que un joven diga que sí, que “los hombres también tienen trastornos alimenticios”.

Es en su texto en primera persona cuando se percibe el esfuerzo y el espíritu de superación de un joven que lucha contra sus fantasmas para poder seguir con su vida: “La dismorfia de mi cuerpo era tan extrema que estaba convencido de que era demasiado feo para ser visto, o que la gente iba a estrellar sus coches si me miraban". Un ejemplo extremedamente gráfico de cómo un adolescente masculino también padece los cánones normativos y las presiones autoimpuestas para llegar a tener un cuerpo perfecto.

Por fin James puede escribir desde la serenidad de sentir que se está curando. Actualmente cursa un Máster en Educación y Psicología en el Wolfson College. Prepara una tesis con un enfoque original: “desarrollar clases de yoga en jóvenes que experimentan trastornos de alimentación”. James ha encontrado su vocación profesional como co-presidente de Eating Disorders Clinical Network for the East of England, una organización benéfica que se centra en superar las barreras adicionales que se encuentran los hombres que sufren un trastornos alimentarios. “En mi caso, los médicos suponían que tenía una condición adicional más allá del trastorno alimentario: Asperger o una cuestión no resuelta sobre mi sexualidad. Recuerdo a un médico que me decía: "Eres un chico ... ¿seguro no quieres parecerte a un chico?”.

Tener que convencer a un profesional de la medicina era un problema aún más grave. Pasaron seis años antes de que alguien le ofreciera un tratamiento especializado en trastornos alimenticios: “Hay una falta vergonzosa de investigación sobre los trastornos alimentarios, a pesar de que tienen la mayor tasa de mortalidad de todos los problemas de salud mental. He visto morir a amigos”. Y la muerte de alguien cercano la escribe así. Donde no toca. En medio de otra idea para que duela menos.

Estudios a medias. Transtornos sin identificar. Amigos muertos. Y por fin la luz al final del túnel con la aceptación de uno mismo. "He tomado la ruta más larga. Estoy decidido a usar mi experiencia y habilidades para hablar y asegurar que otros no tengan que pasar por lo mismo que yo. Me di cuenta de que la salud y el equilibrio lo son todo. Tengo que convertirlo en mi prioridad para estar bien. Si necesito más tiempo que la mayoría de personas, eso es algo que puedo aceptar."

James sabe que todavía no está listo para ser terapeuta de nada ni de nadie. Quiere desarrollar todo su potencial académico logrando un doctorado sin que la anorexia se interponga en su camino: "Seré muy cauteloso si trabajo exclusivamente en trastornos de la alimentación, es algo que aún está muy cerca de casa".

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