PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo ¿Por qué estas dos chefs quieren salvar el restaurante de un agresor sexual? Food

Food

¿Por qué estas dos chefs quieren salvar el restaurante de un agresor sexual?

H

 

"Tendrían que estar contentos que estas dos mujeres arreglen este desastre causado por el hombre”

Rosa Molinero Trias

14 Junio 2018 17:22

El mundo de la cocina no da crédito ante la noticia: las chefs Gabrielle Hamilton y Ashley Merriman quieren salvar el restaurante de Ken Friedman, acusado por agresión sexual.

El mismo restaurante que fue escenario de la violencia sexual cometida por Friedman hacia sus trabajadoras, The Spotted Pig, cuya sala vip se conoce ahora como "la sala de las violaciones" porque ahí tuvo lugar una violación por la que el chef Mario Batali está siendo investigado. Y todo esto, después que la socia por más de 14 años de Friedman, la chef April Bloomfield, cortara cualquier relación laboral con él la semana pasada.

Gabrielle Hamilton

Pero todavía ha sido más sorprendente cómo la chef Hamilton (galardonada hace pocas semanas con su cuarto premio James Beard como Chef Excepcional del 2018) ha justificado su decisión:

“Todo el mundo se entusiasma cuando el chef José Andrés va a ayudar a la gente en esos desastres naturales. Tendrían que estar contentos que estas dos mujeres arreglen este desastre causado por el hombre”, dijo para The New York Times.

El hombre. El mismo que está acusado de someter durante años a sus empleadas como acosador y agresor. A él van a hacerle el favor de salvarle su negocio. ¿Hasta qué punto tiene sentido que dos mujeres preserven el negocio que un agresor sexual convirtió en su reserva de caza? ¿No se cae así en el peligro de perpetuar las agresiones? ¿Y cómo comparar un negocio con la ayuda humanitaria?

Ashley Merriman


Preguntada sobre la noticia por Eater, aclaró que todavía no han firmado nada pero que con toda probabilidad habrá acuerdo. También explicó por qué ella y Ashley Merriman, su mujer, están tan contentas por participar en este negocio:

“Estamos contentas y muy comprometidas en liderar un cambio de paradigma muy necesitado en la industria (...) Estamos ansiosas para jugar en campo grande, en la piscina grande, en la gran influencia, y no solo por los 96 empleados del restaurante, sino también por su propietario Ken Friedman, y como una manera de asentar el paradigma en la gran industria”.


Hamilton empleaba la metáfora del divorcio para referirse a su futura relación laboral con Friedman: “Estamos en segundas nupcias. Todo el mundo sabe esta verdad agridulce: todo el mundo es mejor esposo en su segundo matrimonio”.

Y reconocía también que aunque en sus locales habían celebrado fiestas con alcohol, drogas, celebrities e insinuaciones sexuales, jamás habían permitido las agresiones o el maltrato hacia ningún miembro de su equipo.

A pesar de sus palabras, el acuerdo parece más bien una estrategia de márketing muy bien articulada para hacerle un lavado de cara a la imagen del empresario. Nada más lejos de la realidad, según opina Hamilton: “Esto no va de vender en la calle un bolso de mierda falsificado de la marca ‘redención’ y el “Soy un hombre nuevo y limpio con una mujer y un hijo y ya no me drogo ni bebo y fue todo un malentendido y April es en realidad el tipo malo y Mario el tipo malísimo”.

Ken Friedman


Hamilton y Merriman defienden que el único motivo para hacer tratos con Friedman es liderar el cambio de paradigma en la industria de los restaurantes. Pero a los demás, nos suena a contrato millonario y segunda oportunidad a un depredador sexual. A que el parné está por delante de la defensa de la mujer. Y, lo peor, que se quiere hacer pasar un acuerdo de negocio como una voluntad para sumarse a la causa feminista.

Mientras tanto, la chef sigue con lo suyo y dice que están preparadas para todo, también “y para ser una de las cosas más afortunadas que le hayan pasado a Ken Friedman, ser mujeres en este negocio cada vez más poderoso y ser pagadas por nuestro trabajo impecable”.

Críticos, restauradores y periodistas estamos en shock.

share