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La depresión posparto, ¿un problema masculino?

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Esto es lo que debes saber sobre un problema que sufren en silencio cada vez más padres y que sólo se vinculaba a las madres

L.M.R.

21 Noviembre 2017 15:20

Nueve meses de aplazamiento y cuenta atrás. Nueve meses de rave hormonal, emociones inflamadas, gastos, dudas, miedos y preparativos que siempre se acaban convirtiendo en una fuente de estrés y ansiedad. Luego pasas el trance del parto y... bajón. Es como si llevaras toda la vida esperando a subirte a ese castillo inflable que tan feliz hace a la gente, y justo cuando es tu turno, va y se desinfla bajo tus pies. Y entonces te preguntas: ¿por qué me siento tan miserable si acabo de tener un bebé?

Si te pasa, calma. Piensa que no estás sola. Le ocurre a muchas mujeres. Entre el 40 y el 80 por ciento de las nuevas mamás experimentan lo que se conoce como la tristeza de después del parto.

La buena noticia es que, eso, igual que viene se va. Suele desaparecer después de un par de semanas. Pero también hay veces que ese 'baby blues' se cronifica, se agarra al cerebro y crece hasta convertirse en una gran sombra ominosa. Es entonces cuando hay que empezar a preocuparse. Cuando la tristeza postparto se convierte en depresión postparto. Y ese es un problema que no es territorio exclusivo de las madres. En el terremoto emocional posparto, el hombre también existe. Y se implica. Y padece.

“¿Por qué me siento tan triste si acabo de tener un bebé?”

Sí, estamos acostumbrados a leer sobre la depresión posparto como un problema conjugado siempre en femenino, pero la realidad es que los hombres también la sufren. O eso parece.

Decimos parece porque es un concepto sobre el que aún no hay un consenso claro. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, van apareciendo estudios que suman argumentos a favor del PPND (Paternal Postnatal Depression) como un trastorno real y con una incidencia mayor de la que pensamos.

En el más reciente estudio sobre el tema, un sorprendente 28% de los padres participantes presentaron niveles de depresión posparto más allá de lo leve. Otros estudios previos sitúan la cifra en el entorno del 10%, un número ligeramente inferior al de mujeres.

A eso hay que sumar otro dato preocupante: menos de 1 de cada 5 hombres que sufren depresión posparto busca ayuda.

Un cóctel de dificultades y hormonas

¿Por qué se deprime un padre si no ha tenido que pasar por la montaña rusa del embarazo, ni por la experiencia físicamente extrema del parto, ni por los dolores y la dependencia asfixiante de la primera lactancia? Bueno, como en el caso de ellas, las causas parecen ser variadas.

Elisa Psouni, autora principal del estudio al que aludíamos arriba, señala una combinación de factores psicosociales y biológicos. Piensa en cosas como la creciente inseguridad laboral, el estrés relacionado con el trabajo, y también en la creciente presión para repartir la carga de los cuidados entre los dos progenitores en ese crucial primer tramo de la vida.

Ya no son ellas las que se quedan en casa cuidando del crío. Y tú, de repente, te ves con dos trabajos. Las tensiones derivadas de la necesidad de conciliar la vida laboral con las obligaciones propias de la crianza —que se traducen en pocas horas dormidas, en puzles imposibles a nivel de horarios, en apreturas financieras— afectan a cada vez más varones.

Luego está el baile de hormonas, que tampoco es exclusivo de la madre.

Existen estudios que señalan que algunos hombres experimentan una caída de la testosterona y un incremento del nivel de estrógenos que comienza unos meses antes del parto y dura hasta varios meses después del nacimiento del hijo. Entre 3 y 6 meses, normalmente. Aunque no están nada claros los motivos de esta caída en la testosterona, muchos investigadores relacionan este proceso con una mayor predisposición fisiológica de los padres al bienestar materno y al ciudado del hijo. Paradójicamente, esos mismos estudios muestran también una correlación clara entre los niveles bajos de testosterona y la aparición de la depresión postparto en el varón.

El doctor Pierre Azzam, profesor de psiquiatría de la Universidad de Pitchburg, apunta a un tercer factor multiplicador del riesgo, ya conocido: “La depresión postparto en las madres es un factor de riesgo importante para que los padres desarrollen depresión postarto”.

La pena negra se contagia, vaya.

El estigma social como agravante

El retrato de la depresión paternal posparto no quedaría completo sin aludir a los males de la llamada masculinidad tóxica. Lo apuntábamos arriba: menos de 1 de cada 5 hombres que sufren depresión posnatal busca ayuda. Y no lo hacen por vergüenza, por la presión social, por esas ideas que aún muchos asocian con "la hombría", sea eso lo que sea.

“Es fácil que los hombres sientan vergüenza por sentirse deprimidos”, explica Will Courtenay, el fundador de Postpartum Men. “Existe el mito de que los hombres no se deprimen, y ese es un mito poderoso”.

Pesa el estigma, la idea de que un hombre no debe mostrar debilidad, ni física ni emocional. Y eso a menudo se traduce en un sufrimiento distinto, más sordo, más privado, para ellos.

Los hombres necesitan saber que sus parejas no les van a ridiculizar por reconocer que están sufriendo.

“Para los padres, la depresión posparto tiende a ser más insidiosa, se manifiesta en cambios de personalidad más lentos y severos”, explica Azzam. “Los padres se vuelven más reservados, experimentan cosas como dificultad a la hora de tomar decisiones, irritabilidad, problemas de concentración, ansiedad, agitación y un exceso de autocrítica que les lleva a custionarse sobre su supuesta falta de aptitud”.

Es importante cambiar la conversación alrededor de la depresión posparto para hacerla más inclusiva, dicen estos expertos. Es necesario que se hable también de nosotros.

“Es fácil que el hombre trate de ignorar los síntomas y quiera seguir adelante sin enfrentarse a ellos, pero es crítico que sus parejas y otros seres cercanos les den soporte y ayuda”, dice Courtenaz. “Nunca es sencillo aceptar que tu pareja está deprimida, pero los hombres necesitan saber que sus mujeres o sus parejas no les van a ridiculizar, avergonzar o rechazar por reconocer lo que están sufriendo”.

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