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Lo que verdaderamente esconde el polémico mapa de calor de Strava

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Hay algo mucho más inquietante que desvelar la localización de bases militares con una app de fitness

Marc Casanovas

30 Enero 2018 17:25

Tras su publicación, el bombazo informativo del mapa de calor de Strava ha tenido dos fases de expansión bien definidas. La primera afecta directamente a la empresa. La exposición pública de las rutas de los soldados en las bases militares ha abierto una pequeña crisis interna más cercana a un capítulo de Black Mirror que a la realidad. Que nadie dude que el teléfono rojo de James Quarles, CEO de Strava, ha sacado humo en las últimas horas. La polvoreda ha forzado al mandamás ha publicar una carta de su puño y letra:

Muchos miembros del equipo de Strava y de nuestra comunidad, incluido yo, tenemos familiares en las fuerzas armadas. Por favor, tengan en cuenta que nos tomamos este asunto en serio y entendemos nuestra responsabilidad en relación con los datos publicados. (…) Nos comprometemos a trabajar con militares y funcionarios gubernamentales para asegurar que datos potencialmente confidenciales no puedan ser usados por personas con malas intenciones”.

¿Pero quiénes son los malvados que esconden “malas intenciones”?

Entramos de pleno en la segunda fase expansiva. La que tiene mayor calado porque tiene relación directa con las responsabilidades. Que nadie se engañe, como usuarios somos nosotros los principales culpables del desaguisado por el mal uso de la app de fitness. Cada uno de los 13 millones de usuarios tiene su parte de culpa.

Todo se arreglaba desactivando la opción de enviar datos, pero nadie pensó que esto podía ser un problema hasta que el problema ya ha sido una realidad. Si se aceptan los términos de uso, hay que apechugar con la letra pequeña del contrato. No vale sólo quedarse con lo que nos interesa compartir.

Quizás los errores de Strava son los propios de una empresa extremadamente joven. Por un lado, no preveer que el mapa de calor tendría un uso lúdico en la red. Y por otra parte, tener la opción de “No me incluyas en el mapa de calor” desactivada por defecto en los smartphones. Como han descubierto algunos usuarios, solo en la versión web es relativamente fácil verlo para poder modificarlo. Pero a pesar de este pequeño inconveniente tecnológico, más de uno tenemos que activar la pestaña de la autocrítica.

Es inevitable aquí pensar en el primer contacto que tenemos con las redes sociales. Cualquier nuevo uso implica un aprendizaje donde hay más errores que aciertos por parte del usuario. Es decir, nadie ahora con dos dedos de frente utiliza Facebook tal y como lo hacía en 2007 cuando se lanzó la primera versión en español. Estamos en la prehistoria de la era de la conectividad y seguramente dentro de 20 años nos reiremos de los contenidos privados que publicamos ahora en la red.

¿Hay una doble lectura del mapa de calor de Strava?

Afortunadamente, más allá de la polémica, se pueden sacar datos curiosos del mapa de calor. Es aquí cuando florecen aspectos puramente sociológicos que Eduardo Saldaña, codirector de El Orden Mundial, publicaba ayer en un hilo de Twitter muy revelador:

“No solamente revela las bases militares. El deporte como forma de ocio es otra forma de representar la teoría de la división norte-sur del mundo”.

“El mapa de África es especialmente revelador. En la República Democrática del Congo la actividad se concentra en la capital (Kinshasa), en la zona minera de Katanga (sureste) y en Kisangani (uno de los principales puertos interiores). Todas zonas con actividad económica y presencia”.

“Y el cuerno de África más de lo mismo. Yibuti, un enclave con fuerte presencia extranjera y fundamenta para controlar el comercio marítimo, brilla en la oscuridad de una región asolada por la hambruna y el conflicto. extranjera”.

“O Israel frente al resto de la región de Oriente Próximo”.

Ahora sólo falta imaginar cómo será el mapa de calor dentro de 10 años. Concretamente, cuáles serán los cambios en las líneas aparentemente aleatorias que tienen que ver con el buen o mal uso de las tecnologías.

Quizás ya no habrá mapas de calor. Quizás ya no habrá apps de fitness.

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