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Receta para la revolución: acelerar el capitalismo hasta hacerlo reventar

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El aceleracionismo es el nuevo evangelio de una izquierda radical que se niega a abjurar del progreso, la modernidad y la tecnología

Eudald Espluga

20 Octubre 2017 06:00

Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.

Aunque pueda parecer contraintuitivo, basta con intentarlo. Para pensar los escenarios posibles tras una catástrofe plantearia tenemos un enorme bagaje literario y cinematográfico que nos ayuda a imaginar el apocalipsis con cierto realismo: que mañana un desastre ecológico arrase nuestra forma de vida nos parece verosímil; que se produzca el derrocamiento de las elites económicas y el establecimiento de una organización social alternativa, no.

Esta asimetría, defendida por el filósofo Frederic Jameson, no solo apunta a la desigual construcción mediática de uno y otro escenario, sino que supone un reproche a una izquierda que se ha sentido mucho más cómoda en el catastrofismo y el rechazo al progreso que en el esfuerzo por crear un nuevo imaginario político que no se baje del tren de la modernidad.

¿Se ha convertido el anticapitalismo militante en un primitivismo regresivo y ludita que solo puede imaginar el porvenir como un nuevo pasado pre-tecnológico? ¿Evitar el desastre ecológico planetario significa necesariamente optar por la vía del decrecimiento y del abandono del proyecto ilustrado?

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Justamente esto es lo que crítica un nuevo movimiento intelectual (y revolucionario) que ahora se da a conocer en lengua castellana con la publicación de Aceleracionismo. Estrategias para una transición hacia el postcapitalismo, un ensayo recopilatorio editado por Armen Avanessian y Mauro Reis.

En el manifiesto que abre el texto, se alejan de esta "política folk, acción directa y horizontalismo intransigente", incapaz de imaginar el futuro, que se conforma "con establecer pequeños espacios temporales de relaciones sociales no-capitalistas, rehuyendo los problemas reales que conlleva el enfrentarse a enemigos intrínsecamente no-locales, abstractos y profundamente arraigados en nuestra estructura cotidiana."

El anticapitalismo militante ha renunciado al progreso, y esto es lo que los aceleracionistas no pueden aceptar.


I.

¿Qué es el aceleracionismo?

"El aceleracionismo es una herejía política: la insitencia en que la única respuesta política radical al capitalismo no es protestar, agitar, criticar, ni tampoco esperar su colapso en manos de sus propias contradicciones, sino acelerar sus tendencias de desarraigo, alienantes, descodificantes, abstractivos".

Así lo entienden Avanessian y Reis, que abren este libro-bomba con una insólita receta revolucionaria: añadir capitalismo al capitalismo, precipitar sus dinámicas destructivas en vez de mitigarlas, entender que la modernidad es una fuerza transformadora y no una condena.

(Fotograma de 'Cosmopolis', de David Cronenberg)

El aceleracionismo es una provocación, un baño de realismo y un absoluto disparate.

Es una apuesta por el colapso y el desplome del sistema. Es volver a Marx para acabar con la desesperanza cósmica del marxismo. Es tomarse en serio el ciberpunk. Es una corriente teórica que bebe de muchas fuentes: de Ballard a Don DeLillo, de Deleuze a Toni Negri, de Nick Land a Mark Fisher. Es una política racionalista, globalista, feminista, antiracista y antijerárquica.

El aceleracionismo, como movimiento intelectual, nace formalmente en 2013 como respuesta a la crisis permanente del sistema, al neoliberalismo impuro —una mezcla salvaje de autoritarismo de Estado y injusticia social— que ha colonizado la economía:

"el capitalismo no solo es un sistema injusto y perverso, sino también un sistema que frena el progreso. Nuestro desarrollo tecnológico está siendo paralizado por el capitalismo en la misma medida en la que fue desencadenado por él. El aceleracionismo es la convicción de que estas capacidades pueden y deben ser liberadas, y elevarse por encima de las limitaciones que impone la sociedad capitalista"

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Añadir capitalismo al capitalismo significa, pues, entender que sigue siendo el sistema económico más avanzado del momento y no, como quiere la "izquierda regresiva", la causa de todas nuestras tristezas: "sus beneficios no deberían ser revertidos, sino acelerados más allá de las restricciones de la forma de valor capitalista".


II.

El colapso

La aceleración nos lleva al colapso, a la saturación del sistema, a una implosión sin precedentes.

Si el marxismo había confiado en que las contradicciones internas del capitalismo acabarían por destruirlo, el aceleracionismo propone tomar las riendas y acentuar esas contradicciones, exacerbarlas hasta que todo reviente.

Sin embargo, su estrategia no descansa en una voluntad cínica o nihilista. Nick Land, uno de los principales teóricos de esta corriente, describe su visión del colapso en una ficción esquizofrénica y ambigua, a caballo entre el ensayo sobre economía política y la utopía futurista, en la que retrata con precisión el imaginario que hay detrás del fetichismo maquinista y tecnológico de un movimiento que aspira a llevar el hombre "más allá de los límites del planeta y de nuestras formas corporales inmediatas".

(Fotograma de 'Blade runner 2049', de Denis Villeneuve)

El texto, tan incomprensible como sugestivo, adopta el tono y la forma de un nuevo evangelio, hasta el punto de parecer la transcripción literal de una visión pesadillesca pero paradójicamente esperanzadora:

"La historia dice así: la Tierra es capturada por una singularidad tecnocapitalista al tiempo que la racionalización renacentista y la navegación oceánica se supeditan al arranque de la mercificación. La interactividad tecnoeconómica, en aceleración logística, derruye el orden social en un desenfreno maquínico autosuficiente. En tanto los mercados aprenden a manufacturar inteligencia, la política se moderniza, incrementa la paronia e intenta tomar el control".

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"La clonación, la transferencia lateral de datos genéticos, la replicación transversal y la cibererótica irrumpen masivamente unidas a una recaída en el sexo bacterial. Neo-China arriba desde el futuro. Drogas hipersintéticas se acoplan con el vudú digital. Retro-enfermedad. Nanoespasmo. Más allá del Juicio de Dios. El colapso: síndrome chino-planetario, disolución de la biosfera en la tecnosfera, crisis terminal de burbuja especulativa, ultravirus y revolución despojada de toda escatología cristiano-socialista (hasta su núcleo de seguridad arruinada). Está a puntode comer tu TV, infectar tu cuenta bancaria y hackear datos de tu mitocondria".


III.

Apuntes para una teoría aceleracionista tras el colapso

Lo más atractivo de la teoría aceleracionista es que nos obliga a imaginar un futuro, desafiando el actual pesimismo antropológico. Pero este es también su principal problema: no consigue dibujar con nitidez el porvenir que nos promete.

Sus apelaciones al progreso son bastante vagas, y parecen mezclar fantasías ciberpunk con tesis transhumanistas. La superación de sistema económico capitalista sigue abocándonos al vacío.

Proponen un mundo en el que las tecnologías de la información no sean simplemente una herramienta del capital, sino que potencien nuevas formas de gobierno a través de "un programa de invención de algoritmos sociales constituyentes del común". De acuerdo. Pero, ¿qué significa esto más allá de algunas apelaciones vagas al dinero virtual o al bio-hipermedia? ¿qué significa que la democracia pasará a ser, al fin, una forma de autodominio colectivo?

(Fotograma de 'Blade runner 2049', de Denis Villeneuve)

En el manifiesto fundacional del movimiento, Williams i Srniek niegan que el aceleracionismo sea un tecnoutopismo, en la medida que son conscientes de que la tecnología y el desarrollo no son suficientes para salvarnos. Pero si desnudas sus propuestas del carácter salvífico de la técnica, el paisaje que se vislumbra tras el colapso no es muy diferente del que proponen los teóricos del decrecimiento.

Además, vale la pena reflexionar hasta qué punto la hipótesis del aceleracionismo resiste un escrutinio estricto. En el mismo libro editado por Avanessian y Reis, se incluye un artículo de Franco "Bifo" Berardi en el que se cuestiona que el capitalismo sea un sistema estable. Porque si el capitalismo no es un sistema estable, sino que se beneficia de sus propias crisis, acelerar hasta hacer estallar el sistema solo conseguirá reimuplsar la lógica del capital.

En otras palabras: acelerar, acelerar y acelerar hasta que el tren descarrile solo es una buena idea si tenemos otro medio de transporte para después del accidente.



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