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Tedi López Mills no existe

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Identidad, escritura y verdad: breve aproximación a la poesía y el pensamiento de una de las escritoras más importantes de México

Eudald Espluga

20 Diciembre 2017 21:32

Creemos erróneamente que los escritores utilizan la ficción, la poesía e incluso el ensayo para sistematizar una idea, sentimiento o anécdota; que mediante las palabras se distancian de aquello radicalmente personal, como si la escritura les sirviese de puente levadizo para cruzar ese foso de cocodrilos que es la intimidad. Animados por la idea romántica de autenticidad, separamos el cuerpo que escribe de lo inmaterial de su escritura.

Pero los pensamientos de Tedi López Mills —y me niego a clasificar su literatura bajo cualquier otra categoría que no sea la de "pensamientos"— desautorizan toda interpretación estática de la identidad del escritor. Por eso, en este caso,la pregunta es doblemente inquietante: ¿quién es Tedi López Mills? ¿Quién es la autora de los diarios, poemarios, ensayos y traducciones publicados bajo el nombre de "Tedi López Mills"?

A modo de prólogo

“¿Cómo que Tedi? ¿Así nomás? ¿Tedi?” es la tragicómica ristra de preguntas que Tedi tiene que escuchar cada vez que alguien descubre su nombre. "¿No será Teodora? Te llamaremos Teodora" es la sentencia de quien se enfrenta a lo improbable de su firma. "Bueno, si quieres te llamaremos Tedi, claro".

Pero Tedi López Mills, nacida el año 1958 en Ciudad de México, se llama exactamente así. Tedi es el nombre que heredó de su tío Edward, el hermano de su madre, más conocido como Teddy o "Tedi", como lo pronunciaban sus familiares. Él murió en combate durante la Segunda Guerra Mundial, y Tedi recibió su apodo como un primer recordatorio de que la identidad es indistinguible de nuestras contingencias, de los avatares de la memoria, algo que nunca nos pertenece del todo.

“De mis antepasados heredé la ruta adversa / el surco mal abierto que pide clemencia al pasto, / el incisivo trote de la pezuña en el polvo húmedo, / la certeza sin el mérito del pensamiento” escribe Tedi en un poema significativamente llamado 'Prólogo'. Porque Tedi López Mills inició su camino hacia la existencia cuando se conformó con aceptar la herencia de sus antepasados, y empezó así la ardua tarea lingüística que supone armar una identidad: “ya que se había creado, Tedi se propuso seguir siendo Tedi."

I. La dura roca de los hechos

Cuando estás excavando —literal o metafóricamente— siempre hay un momento en el que la pala toca roca dura y se detiene o se retuerce, pero no consigue profundizar ya en la tierra. Eso es lo que según el filósofo Ludwig Wittgenstein pasaba cuando la discusión sobre los fundamentos del lenguaje tocaba fondo y solo quedaban los hechos en bruto. Pero es también lo que pasa cuando excavamos en el nombre de Tedi López Mills. Que bajo toda su literatura, esta la dura roca de los hechos: poeta, ensayista, editora y traductora, estudió filosofía en la UNAM y en la Sorbona de París. El libro que le cambió la vida —que es, además, el ejemplar más viejo que tiene en su biblioteca— fue Retrato del artista adolescente, de James Joyce. Hasta el momento, Tedi ha publicado 11 libros de poesía, 3 ensayos y 1 diario-novela (la mayoría de ellos en la editorial mexicana Almadía). Ha recibido el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta, el premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares, el Premio Xavier Billarrutia de Escritores para Escritores y el Premio de Narrrativa Antonin Artaud. Además, fue becada con la primera Beca de Poesía de la fundación Octavio Paz en 1994, con la beca del FONCA en 1994 y con la beca del Fideicomiso para la Cultura México/Estados Unidos en 1996.

II. La poesía ni se lee ni se entiende

En uno de sus últimos libros, Amigo del perro cojo, Tedi López Mills utiliza un recurso retórico que puede servir para entender por qué en todas las entrevistas y perfiles (incluso en su biografía de Wikipedia) se dice de ella que "ha cambiado la estética del lenguaje poético mexicano". El poemario es una miscelánea de textos diversos: fábulas fantásticas, reflexiones sobre la democracia, cuadernos de viaje y anotaciones diversas. No hay homogeneidad temática, tampoco formal: lo único que permite hablar de unidad es la vaga aunque repetitiva referencia a "mi amigo del perro cojo".

Un amigo inconstante, incoherente y contradictorio que a veces se queja de las golondrinas y a veces se manifiesta sin entender las cusas por las que se manifiesta. Un amigo que tiene un perro y que a medida que avanza el poemario se difumina hasta el punto de confundirse con su mascota, el "fantasma cordial de la pata coja". Porque ese amigo o perro o fantasma es en realidad un miraje, el falaz punto de apoyo que Tedi López Mills nos promete: porque si hay un amigo constante, pensamos los lectores, habrá un "yo" constante, una voz poética —la de Tedi López Mills— que permanece idéntica a lo largo de todos los poemas.

"Pienso, amigo del perro cojo, que esto ya no

corresponde a lo que pienso.

Entonces tendré que tomar las decisiones de un

sentido en contra del otro y bajar en vez de subir

como si fuera posible otra cosa."

Sin embargo, si a algo nos invita su poesía, es precisamente a desconfiar de la suposición de que la identidad es una cosa estática, reconocible, consoladora. Y, de hecho, en Muerte en la rúa Augusta —un largo thriller sobre la locura escrito en verso—, la mexicana se dedica a deconstruir a Gordon, el personaje protagonista. Cuando escribe su diario personal, Gordon se diluye en una polifonía de voces, en un collage de personalidades, en un explosión esquizofrénica: "sobre el cadáver del señor llamado Gordon / (junto a una alberca, bajo un árbol) / se halló un trozo de papel donde alguien, / quizá hasta el propio Gordon / había garabateado las palabras: / "Anónimo dijo: esto ni se lee ni se entiende".

III. Literatura sin valor de verdad

Se preguntará el lector crítico: ¿una poeta que juega a desdoblar su identidad cuando escribe? ¿Que utiliza máscaras y disfraces modernos y posmodernos para construir sus artefactos literarios? ¿Dónde está la novedad?

Quizá debamos levantar la mirada de los poemarios y atender al resto de sus libros, para contemplar así toda su obra como un conjunto de pensamientos desestructurados y disímiles que se arremolinan en torno a una idea fundamental: que las personas construimos nuestra identidad de forma narrativa.

“El único modo en que se vivirá de veras lo ya vivido es cuando uno vuelva a casa y se ponga a recordar”. Una idea que López Mills expone en El libro de las explicaciones, y que está tomada de la íntima convicción de Jorge Luis Borges: "no me gusta viajar, me gusta haber viajado". Porque la experiencia es algo irreductible mientras dura. Solo se es uno mismo cuando ya se es otro, cuando uno ya ha pasado y nos podemos reconstruir en perspectiva.

En La invención de un diario —"un diario inventado o una novela encerrada en la forma de un diario"—, la mexicana lleva esta pulsión teórica hasta el extremo, forzándose a escribir durante un año (de enero a diciembre de 2013) un dietario de una vida que no es exactamente la suya. López Mills se interesa por este género literario porque tradicionalmente se trata de una escritura al margen, periférica, a la que no puede atribuirse valor de verdad. Los diarios nunca se escriben "de veras", explica en un artículo para Letras Libres, por lo que a ella le conceden una libertad fundamental para jugar con la mismidad: ¿qué significa ser uno mismo? ¿se puede escribir el diario de otro?

En su último libro publicado, López Mills lleva esta reflexión al plano metaliterario. Mi caso Rimbaud es una traducción de las Iluminaciones, pero es también una exploración de esa "zona de incertidumbre" que sigue siendo al genio francés. Su ensayo investiga la leyenda que rodea estas prosas poéticas: la posibilidad que el manuscrito de las Iluminaciones que Rimbaud entregó a Verlaine fuera escrito, en realidad, por el también poeta Germain Nouveau. La respuesta que dibuja Mills podría resumirse en otra pregunta: ¿acaso importa?

"Mi premisa (conveniente, lo admito) es que en las Iluminaciones no hay más que camino, una extensa superficie. Rimbaud escribió grabados que se van moviendo por las palabras y creando mapas centrífugos. El rumbo o el sentido son lo de menos. El desciframiento también".

IV. Entonces, ¿quién es Tedi López Mills?

Esa cosa llamada Tedi López Mills —que trata de acomodarse en su cuerpo, de coincidir con su nombre, de borrarse en sus bifurcaciones literarias y de recuperarse, finalmente, en la memoria—, en realidad, no ha existido nunca. Tedi, Teodora o López Mills. Pero también Gordon, el amigo del perro cojo y Arthur Rimbaud. Tedi no existe: es el poso de orografía cambiante que van dejando todos sus ejercicios de escritura.

"El principal riesgo es que el personaje soy yo".

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