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Artículo Todos los poemas son políticos, todos los poemas son tristes Lit

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Todos los poemas son políticos, todos los poemas son tristes

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Una aproximación a Danez Smith, poeta afroamericano, queer y seropositivo que quedó finalista del National Book Award con su 'Don't Call Us Dead'

Eudald Espluga

06 Febrero 2018 06:00

En la piel de Danez Smith leemos que no tiene miedo, que no tiene límites. “Una vez memorizas algo, está en tu cuerpo”, dice, pero no habla de sus tatuajes, sino de la carnalidad de la poesía que escribe, retiene y declama en los slams. Versos que hablan de la carne y desde la carne: de los cuerpos golpeados, marginados, castigados, humillados, maltratados; de cuerpos condenados a la degradación y a la muerte, cuerpos que nadie llora porque no merecen ser llorados, cuerpos desterrados al purgatorio de la anormalidad.

Se tatuó esas dos enormes palabras en los brazos —"limitless", "fearless"— a modo de manifiesto programático, como un exagerado recordatorio de los propósitos de principios de año. Poco a poco, explica en una entrevista para The Guardian, ha conseguido somatizar los ideales inscritos en su piel. Y lo ha logrado haciendo de su escritura un campo de batalla, una trinchera en la que pelear por cada estigma, por cada burla, por cada menosprecio.

Danez Smith es, en sus propias palabras, "un hombre negro que escribe poemas queer. Un hombre queer que escribe poemas negros". Nacido en St.Paul, Minnesota, se define como poeta seropositivo y performer. Acaba de quedar finalista del National Book Award por Don't Call Us Dead (2017), su cuarto poemario, pero el enorme reconocimiento que está recibiendo no depende tanto de lo prestigioso del premio como del éxito que ha cosechado en YouTube los versos de su poema 'dear white america'.

(Danez Smith recitando 'dear white america')

"Me he marchado de la Tierra en busca de planetas más oscuros, un sistema solar girando demasiado cerca de un agujero negro. Me he marchado en busca de un nuevo Dios. No confío en el Dios que nos habéis dado", empieza este prosa poética, cuyas frases se acomodan a la cadencia de Smith. Cada punto es un trampolín desde el que el poeta se lanza con rabia redoblada hacia el siguiente verso. "Cada noche, cuento a mis hermanos. Y cada mañana, cuando algunos de ellos no han sobrevivido para ser contados, cuento los agujeros que han dejado”. Por momentos el ritmo se acelera y la musicalidad de la entonación lo hace indistinguible del hip-hop. La voz de Smith se desgarra, pero en ningún momento llega a romperse: "lo he intentado, gente blanca. He intentado amaros, pero os pasáis el funeral de mis hermanos haciendo planes para el brunch, hablando demasiado alto al lado de sus huesos".

El racismo, la homofobia, el VIH, la violencia policial, la representación de las personas racializadas en los medios, la transfobia o la memoria colectiva son algunos de los temas que aparecen en su obra. "Lo siento, no tengo poemas felices", explica Smith, pero no se disculpa, porque entiende que el malestar es político y la infelicidad una bandera. El sentido de la escritura depende en parte de su capacidad para incomodar: "soy de la vieja escuela. Creo firmemente que lo personal es político, y viceversa. No creo que sea posible escribir un poema que no sea político a los ojos de alguien”. Una hipótesis que, por cierto, lleva hasta las últimas consecuencias: "en los poemas que no son obviamente políticos, el escritor está tratando de evitar algo”.

Sus versos parten de la experiencia radical de la marginación, de su cuádruple condición de excluido —afroamericano, gay, clase obrera, seropositivo—, y pretenden rellenar aquellos silencios con los que la "poesía impolítica" tapa su ideología. El caso del VIH es ejemplar: Danez Smith relata las limitaciones sexuales (y los deseos grotescos que esto puede llegar a generar) cuando su pareja era portadora del virus y él todavía no: "qué extraño regalo que necesitar, las buenas noticias de que el chico que te gusta también se está muriendo".

Sin embargo, que escriba desde la experiencia no implica que escriba desde el "yo", desde la autenticidad de una identidad singular. Smith quiere que su "yo" sea un "ellos": “la poesía no es solipsista: prioriza la comunidad”. La individualidad es un lujo, un privilegio: "las únicas personas que pueden pensar en sí mismos como separados de la gente que ha hecho posible su vida son los tíos blancos heterosexuales”. No es una metáfora, ni una simple forma de hablar: para los oprimidos, explica el poeta, la autonomía personal es una quimera. "Lo digo en serio. Para los negros, para los queers o para los pobres ser un individuo siempre ha significado la muerte. Para una mujer estar sola es un peligro: se lo enseñamos a nuestra hijas, se lo enseñamos a la gente negra. Nuestra liberación viene a través de la comunidad, organizando, colectivizando".

En 'Notas para una teoría del deseo', publicado en The Ampersand Review, escribe sobre esta disolución del "yo" en el lenguaje y en el deseo:

"Digo que quiero aquello para lo que no tengo lenguaje

pero realmente significa quiero desear

sin el cuerpo, sin el yo ni nadie más"

Quizá 'Dinosaurios en el ghetto', publicado en The Poetry Fundation, sea uno de los ejemplos más representativos de su poética, puesto que constituye un rechazo muy visual a la cultura que normaliza los sesgos racistas y LGBTIfóbicos, que blanquea la violencia (física y simbólica) que cada día se ejerce contra los oprimidos.

"Vamos a hacer una película llamada Dinosaurios en el ghetto / una mezcla de Jurassic Park y Friday yThe Pursuit of Happiness / tendrá que haber una escena donde un pequeño niño negro esté jugando / con un dinosaurio de juguete en el bus, que luego mire por la ventana / y vea el Tyranosaurus Rex, porque tiene que haber un Tyranosaurus Rex". En los versos que siguen impugna tanto el imaginario cinematográfico indie —"no dejemos que Tarantino la dirija / en su versión, el niño juega / con una pistola, la metáfora: los niños negros juegan con sus propias vidas / el presagio de su final, la viva imagen de su padre / a la mierda con esto, el niño tiene un Brontosaurio o un Triceratops de plástico"— como el del cine mainstream —"[no dejemos que] los hermanos Wayans estén en la película. / No quiero mierda racista / sobre personas asiáticas o cansinos esterotipos latinos"—.

Para Smith, YouTube no es solo la plataforma que le ha permitido ganar visibilidad. Precisamente porque concibe la poesía como una herramienta contestataria, cree que las redes juegan un papel fundamental que no entraña contradicción alguna con la escritura. Lejos de una visión monolítica y elitista del arte, defiende que un poema puede ser un "buen poema" solo durante unas semanas. Su escritura responde a la urgencia del presente, y no le acompleja que sus escritos tengan fecha de caducidad por estar anclados a la actualidad: “hasta que en América normal no signifique hetero, blanco, cristiano, varón y con un poco de dinero; hasta que no haya verdadera equidad para todos; hasta que en otros lugares la justicia no sea restituida para con los oprimidos, siempre habrá problemas que merecerán nuestra atención.”

Buena prueba de que, a diferencia de sus temas, su arte no es caducifolio, está en el hecho que su obra haya permeado el microcosmos de los grandes suplementos culturales norteamericanos y británicos: Granta, The New Yorker, The Guardian, The New York Times, The Washington Post. Smith ya no es solo "una estrella de Youtube" o un poetuitero; tampoco es solo "el poeta del #BlackLivesMatter". Quedar finalista del National Book Award ha sido la rubrica a una obra multipremiada que empieza a desbordar las fronteras estadounidenses.

Ahora más que nunca, Smith sabe que sus poemas son un escaparate. Por eso en ellos agradece y cita y recuerda a quienes han muerto bajo el estigma. “Necesitamos reconocer más versos trans y más mujeres poetas”, señala, y predica con el ejemplo evocando a Hemphill, Assotto Saint, Renisha, Cucky, Bo, Meech, Trayvon, Sean y Joylah. Quiere para ellos el destino de Lázaro, quiere que se levanten de sus tumbas, que les sea devuelta su sangre y su carne, que sus cuerpos les sean restituidos.

No por casualidad, en su poema-lista 'Nombres alternativos para chicos negros', además de "culpable hasta que se demuestre su muerte" y "monstruo hasta que se demuestre fantasma" propone "ave fénix que se olvida de renacer de sus cenizas".

Esto es la poesía de Danez Smith: cuerpo, memoria y combate.

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