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Lit
Hablamos con la autora de ‘El nudo materno’ sobre crianza, activismo y raza
22 Octubre 2018 16:07
“Dependerá de cómo sea tu pareja y de cómo sea su parto, pero la única recomendación que puedo darte es que la ayudes en todo aquello que necesite. Has de ser, a la vez, su compañero, su hermano y su mejor amigo. Después de dar a luz, una está tremendamente cansada y con muchos cambios hormonales. Si como madre te decides por la lactancia natural, por ejemplo, duermes poquísimo. Mi marido y yo optamos por la lactancia mixta: mi primer y mi segundo hijo tomaron el biberón una vez al día en sus primeros meses de vida, para que así Douglas pudiera alimentarlos en mitad de la noche, mientras yo dormía”.
Recibir consejos prenatales de Jane Lazarre es como salir al patio trasero para lanzar cohetes con Yuri Gagarin; una clase preparto de altura. Si la entrevista se difumina hacia lo personal es porque, como nos recuerda Carolina del Olmo en el prólogo del primer libro de Lazarre, El nudo materno, lo personal es político. “La maternidad no es sólo una experiencia íntima, sino también política”, insiste Jane. “Cultural y socialmente, es una experiencia fundacional, aunque hoy en día sigue estando muy estereotipada. Sólo se nos permite cumplir con dos mitos: o bien ser madres maravillosas y perfectas todo el tiempo, o bien madres malignas”.
“Mi misión solo era sobrevivir”, escribe sobre su parto Lazarre en El nudo materno. “Apreté con fuerza solo porque no había otra manera de sacarme a ese cabrón de dentro y porque empujar no es un ansia; es una exigencia respaldada por la violencia que habita en tu cuerpo, convertido de golpe en tu enemigo”. Publicado en 1976, El nudo materno fue una de las obras pioneras en mostrar la maternidad como algo poliédrico, como un proceso regido por sentimientos ambivalentes. “La tercera ola feminista estaba en su punto álgido cuando publiqué El nudo materno”, recuerda la autora, “y ya entonces fue un libro muy bien recibido”.
“Todavía hoy siguen escribiéndome madres jóvenes dándome las gracias por contar una historia que sienten como propia”, asegura Lazarre. “Las mujeres estamos rodeadas de inputs que nos dicen cómo debemos sentirnos al ser madres. Nos dicen que todo será maravilloso, que todo será positivo, que no habrán conflictos. Escribir El nudo materno fue una forma de levantar la voz y decir que ese relato que se nos estaba contando estaba incompleto”. Parte de las piezas de puzle escamoteadas son aquellas que tienen que ver con las intersecciones: ¿qué desafíos extra tiene una madre de clase obrera? ¿Y la madre de hijos racializados?
“Muchas madres viven preocupadas por lo que pueda sucederle a sus hijos adolescentes, pero esa ansiedad es doble si tus hijos son negros”, apunta Lazarre, esposa de un afroamericano y madre de dos hijos mestizos. “Cuando mis hijos salían de noche, el crimen y las drogas no eran mi única preocupación, sino también lo que la policía pudiese hacerles. Es terrorífico tener que vivir con eso; Tener que decirles ‘no corras si pierdes el bus, porque podrías parecer sospechoso’. Su padre, mi marido, estuvo preso en los años 40 por protestar contra la segregación racial, pero incluso a día de hoy queda mucho camino por recorrer”.
El activismo antirracista de Douglas tendría sus ecos en Khary, el segundo hijo de la pareja y el actual director de una fundación que asiste a jóvenes negros y latinos en riesgo de exclusión social. “El proyecto se llama The Brotherhood-Sister Sol”, me cuenta Jane, “y está ayudando educativa, legal, psicológica y sanitariamente a niños y adolescentes racializados. Mi padre habría estado muy orgulloso de Khary”, añade sobre su progenitor, el que fuese líder del Partido Comunista de Nueva York y veterano de la Guerra Civil española como parte de la Abraham Lincoln Brigade.
Porque, si lo personal es político, ¿cómo no iba a serlo lo familiar?
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