Un tribunal de apelación en Estocolmo ha aceptado la reapertura del caso, ya que la defensa de Jean-Claude Arnault quiere presentar nuevas pruebas entre las que está el testimonio de la poeta y académica Katarina Frostenson, su esposa, quien además se ha negado a abadonar su silla en la Academia Sueca
El proceso judicial contra Jean-Claude Arnault todavía no ha terminado.
El pasado mes de octubre, un tribunal de Estocolmo lo declaró culpable de uno de los dos casos de violación de los que estaba acusado, y lo condenó a dos años de prisión, además de imponerle pagar una indemnización de 115 mil coronas suecas a la víctima. Como explicamos aquí, el juez le aplicó la pena mínima a la que podía ser condenado -a pesar de que la fiscalía pedía 3 años y la pena máxima para este tipo de delito son 6 años-. La decisión del tribunal se sostuvo en los testimonios de la denunciante y de siete testigos.
Sin embargo, también en Estocolmo, un tribunal de apelación reabrió ayer el juicio. El nuevo proceso durará hasta el próximo miércoles: la defensa de Arnault ha exigido la revisión del caso para presentar nuevas pruebas, entre las que se cuentan dos nuevos testigos, uno de los cuales es la esposa del acusado, la poeta sueca Katarina Frostenson. Es posible que esta reacción de la defensa tenga que ver con el contenido de la sentencia condenatoria, en la que se fallaba contra Arnault solamente en base a los testigos, recalcando que no existía ninguna prueba física de la violación. Sintomáticamente, el abogado de Arnault, Bjorn Hurtig, ha definido el proceso como una "caza de brujas".
Es el último paso de un escándalo que llevó a la cancelación del Premio Nobel de Literatura, pero que empezó con el testimonio de 18 mujeres que, arropadas por el movimiento #metoo, decidieron denunciar por abuso sexual "una personalidad cultural" muy próxima a la Academia Sueca, que finalmente fue identificado en la figura de Arnault. A la acusación formal de violación se sumaron otras denuncias públicas relativas a casos de fraude y de tráfico de influencias dentro de la Academia Sueca. Por ello, tras destaparse el caso, se produjo una oleada de dimisiones que incluyeron a la de la secretaria permanente Sara Danius, encargada de anunciar el Nobel.
Una oleada que todavía no ha terminado: la filósofa y teóloga Jayne Svenungsson presentaba esta semana su dimisión, después de que la Academia aprobara la entrada de tres nuevos miembros. "Que abandone en este momento obedece a que quería asegurarme primero de su supervivencia y futuro [de la Academia] votando en las últimas elecciones de los nuevos miembros". Ahora queda por resolver la situación de Katarina Frostenson, la esposa de Arnault y futura testigo, quien se negó a dimitir a pesar de que la Academia exigió su renuncia voluntaria.
