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Entrevista "Buscar financiación es como salir cada noche a ligar y que te digan que no" Now

entrevista

Óscar Pierre

"Buscar financiación es como salir cada noche a ligar y que te digan que no"

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Fotos de Manuel Pastrana
 

28 Mayo 2018 15:46

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Hablamos con Óscar Pierre, de 26 años, CEO de Glovo, una de las startups que más da que hablar

Óscar Pierre tiene 26 años. Nació en Barcelona el mismo año que mi hermano pequeño, en el 92. Baja del piso de arriba de unas oficinas donde los cables que alimentan a los ordenadores están perfectamente ordenados en tubos simétricos y donde el color amarillo y el verde son el tono dominante. Sonríe tímidamente, lleva mochila y una taza de café en la mano. No sé si estoy delante del chico más listo de la clase o del fundador de una de las startups españolas más exitosas del momento: Glovo. Posiblemente de los dos.

Nos sentamos en un sofá chester bajo la atenta mirada de las responsables de comunicación de la empresa. Antes de hacer la entrevista manifestaron su reparo por si iba a ir "a pillar".

Lo cierto es que de Glovo se ha hablado más por las escenas de repartidores en bici bajo la lluvia con su inconfundible mochilón amarillo que por haber cambiado radicalmente la forma en la que se compra en la gran ciudad.

No hace falta ir a pillar, porque es el mismo Pierre quien saca el tema. De forma reflexiva y templada reconoce que Glovo no ha venido a crear el dreamjob de nadie. "Pero también es verdad —dice— que mucha gente necesita ingresos secundarios o ganar dinero en periodos transitorios. En España, de media, un repartidor cobra 5 euros por trayecto. Lo cierto es que la app para glovers se descarga cada día más, tenemos más de 10.000 de ellos y entiendo que de toda esa gente haya una minoría que no esté contenta".

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Pero obviamente no está contento con esto. Pierre tiene entre ceja y ceja conseguir que Glovo se convierta en lo que se ha convertido Uber para cientos de miles de usuarios en todo el mundo: una plataforma estable donde cualquiera puede tener ingresos a las 48 horas de registrarse, sin límites y con flexibilidad. "Es verdad que ahora estamos en una época de crecimiento en la que todo es muy agresivo, pero el objetivo es que dentro de un tiempo podamos centrarnos en el impacto que generamos y en que sea sostenible".

"La visión de Glovo, al menos mientras yo siga aquí, nunca será la de optimizar beneficio. Estamos en el camino del break-even pero para mí el tema es optimizar impacto"

Óscar Pierre

Con 16 años, Pierre se escapó un verano con su actual pareja a hacer una ruta en bici por Malawi. No pidió permiso a sus padres. De aquella anécdota fundó una ONG, Zikkomo (gracias en chichewa), destinada a ofrecer becas educativas a mujeres que tenían que abandonar sus estudios de forma prematura para dedicarse a tareas domésticas. Aquello duró un tiempo, levantó dinero montando torneos deportivos entre sus amigos, pero por falta de dedicación el sueño quedó en suspenso. Con Glovo, Pierre quiere construir su gran ONG. Él mismo lo define así, aunque es consciente de lo extraño que suena:

"La visión de Glovo, al menos mientras yo siga aquí, nunca será la de optimizar beneficio. Estamos en el camino del break-even, pero para mí el tema es optimizar impacto. Más allá de hacer que en el futuro cientos de miles de personas puedan ganar dinero con nosotros, hay cosas sociales en las que podemos reinvertir. No hay ahora un proyecto súper claro pero dentro de poco el plan es nombrar a un VP de Social. En dos años estaremos moviendo 2.000 millones de euros, imagínate lo que podemos hacer reinvirtiendo pequeños porcentajes de este volumen en temas sociales, además de asegurar que la flota de glovers es espectacular".

Para empezar, Pierre asegura que él y su equipo trabajan constantemente para estar en contacto con los glovers: "Les mandamos encuestas periódicamente y nos reunimos una vez al mes con ellos para escuchar sus problemáticas. Lo último que hemos implementado ha sido un sistema de valoración de restaurantes o establecimientos que no tratan bien a los glovers, y estamos comenzando a retirar nuestra colaboración con los peor valorados".

Pero, ¿cómo ha llegado hasta aquí? Pierre fundó Glovo por algo que ya ha repetido en otras entrevistas: “No me gustaba seguir los estándares”. Estudió en una escuela privada de la zona alta de Barcelona. En bachillerato, antes de entrar a la universidad, sus compañeros optaron por ingeniería industrial o por la dupla Derecho y ADE, en ESADE o en la Pompeu. Su modo de apartarse del mainstream universitario upperdiagonal fue estudiar ingeniería aeronáutica. A Pierre, sin embargo, no le gustaban los aviones. "Tengo un perfil muy técnico, me gustan los números y para mí, simplemente, era algo diferente", asegura.

Como era obvio, dedicarse a los los aviones sin que te gusten los aviones suele tener un resultado: dejarlo. Pierre quería cambiar de aires, sacaba buenas notas y se ganó una beca para terminar la carrera en Georgia Tech, Atlanta, EEUU. A su vuelta a Europa, comenzó a trabajar en el gigante europeo aeroespacial, Airbus.

Allí descubrió todo lo que no le gustaba de una empresa gigante y tradicional: "La gente se iba a casa a las 16:30, no había ningún tipo de motivación y, siendo una empresa tecnológica, el miedo a arriesgar era enorme. Los aviones de ahora siguen siendo básicamente lo mismo que lo que había hace 80 años. Y para presentar algo nuevo te la tienes que jugar a un producto que salga dentro de 20 años".

Pierre quiso salir de ahí. Y, en general, de cualquier cosa que supusiera trabajar con los esquemas de una empresa clásica. Sin embargo, según cuenta, a diferencia de muchos perfiles que se ven en el ecosistema startup, Pierre no se pasaba la vida pensando en qué gallina de los huevos de oro podía descubrir para dar el pelotazo. Ni siquiera intentó otros proyectos antes, para terminar de romper el mito del emprendedor que triunfa al noveno intento.

"Hice un viaje a San Francisco y vi que existía una cosa llamada Postmates, algo que en su día podría ser el embrión de Glovo. En ese momento fue el boom de Uber y de AirBnb, empresas que habían creado un paradigma al conectar a la gente directamente y cargarse a los intermediarios. Pensé entonces en qué más podríamos cargarnos a los intermediarios y hacer las cosas más accesibles y salió una empresa de reparto."

Lo que vino después también parece igual de sencillo. Hizo su primer business plan en las oficinas de Airbus y se fue a buscar financiación a Linkedin, contactando perfiles de business angels hasta que uno, Josep Sanfeliu, le hizo caso. En dos meses había levantado 100.000 euros. Pierre explica que a la mayoría de emprendedores les cuesta pasar de 0 a 1. Su secreto quizá no sea más que la suerte, y un carácter matemático, frío e ingenieril. No se inmuta por nada, cuando afirma que no es una persona emocional y sí metódica y disciplinada.

Él afirma que la gran mayoría se bloquea. En su caso, su filosofía es seguir a pesar de todo: "Aquí tenemos a mucha gente que viene de Uber y ellos lo saben a la perfección. Vamos a romper cosas. No vamos a parar la expansión internacional porque nos paren las bolsas en una aduana. Nos espabilamos, buscamos la alternativa y seguimos".

Pierre tampoco se levanta a las 4 de la mañana, ni sigue las rutinas de los grandes CEOs de Silicon Valley. Duerme entre 6 y 7 horas, trabaja más de ocho ("trabajando 8 horas al día no llegas a ningún lado", dice), y hace deporte de vez en cuando, pero no todos los días. Le gustan la bici y el kitesurf, y cada cuatro semanas se escapa con su pareja fuera de la ciudad. Vive en un apartamento en el barrio de Gràcia y no tiene grandes pretensiones materiales. “No soy de cosas, sino de experiencias”, afirma.

"Nunca he pedido un euro a mi familia para mis proyectos personales. Pero claro que he vivido con mis padres hasta hace tres meses, he tenido la educación que he tenido y eso me ha dado oportunidades que no todo el mundo tiene"

Óscar Pierre

Le pregunto por su relación con el dinero y su respuesta es que, una vez pasada la barrera de la preocupación, el dinero es irrelevante. Claro que, acto seguido, Pierre reconoce que nunca ha tenido una preocupación de este tipo. Nació en una familia que venía de una saga empresarial: hace dos generaciones con el textil, y la anterior, su padre, también Óscar Pierre, en el mundo de los supermercados con el grupo Miquel Alimentació.

“Nunca he pedido un euro a mi familia para mis proyectos personales. Pero claro que he vivido con mis padres hasta hace tres meses, he tenido la educación que he tenido y eso me ha dado oportunidades que no todo el mundo tiene”, apunta. Su primo, Carlos, es fundador de otra startup de éxito, Badi.

En casa de los Pierre, su padre llegaba siempre pronto para ver a sus hijos. "Pero, de madrugada, siempre estaba trabajando", cuenta Óscar. "Imagino que son imágenes que se te quedan de un martes a las dos de la madrugada cuando te levantas al baño. La disciplina la he visto en casa".

Para Pierre, el reto más grande no fue la fundación de Glovo, sino mantenerla creciendo. Con 23 años ha tenido que enfrentarse a su mayor terror: las rondas de financiación. “Es como salir cada noche a ligar, poniéndote guapo y estando en forma y no pillar. Que te digan que no todos los días”, asegura. "El desgaste emocional es brutal. Te vas a pedir dinero a Londres o a París, delante de auténticos tiburones, y les sigues pareciendo africano por venir de España, aunque luego vuelves a la oficina, ves a la gente entusiasmada y vuelves a cargarte de energías para ir a estrellarte contra el muro".

Otra de las cosas que llama la atención de Glovo es que no hay tantas mujeres como uno esperaría. Pierre es consciente. "Hay startups que van más por la creatividad y startups más de negocio y de ventas donde el entorno es agresivo. El dinero lamentablemente lo tienes que negociar con tiburones. Aquí no hay vallas para las mujeres pero, de media, hay más hombres en roles de business", apunta.

Terminamos la charla hablando de Barcelona, sobre política. Pierre se define "apolítico". Su asesora de prensa asiente. Pero le pregunto por si existe algún modelo político que, al menos a él, como uno de los protagonistas del ecosistema startup le convenza más. Para Pierre el crecimiento de Barcelona como nuevo Silicon Valley europeo es evidente. "Todos están viniendo aquí, estamos en uno de los polos de más atracción de talento del mundo y ninguna circunstancia política está frenando esto".

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