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Reflexiones sobre la tiranía de la imagen y del cuerpo
12 Abril 2016 16:52
Imágenes de Ji Yeo
La tiranía del cuerpo perfecto nos obliga a falsificar nuestra figura, nuestra identidad, para estar dentro de los cánones de moda del momento.
La tiranía del cuerpo ha normalizado algo tan increíble como pagar cantidades muy importantes de dinero para que unos señores con bata te corten, te rellenen de silicona y te cosan en la mesa de operaciones porque eso, supuestamente, te hace feliz en vez de hacerte sentir como un pavo relleno.
La cómica y escritora inglesa Sara Pascoe lleva desde la adolescencia librando una incansable lucha contra esa tiranía aterradora y ahora ha decidido plasmar sus ideas en un libro titulado Animal: la autobiografía de un cuerpo femenino.
A continuación seleccionamos algunos fragmentos de uno de los capítulos que harán que tú también quieras unirte a sus reivindicaciones:
“El aumento de pecho se discute como un correctivo sensato: ‘Vaya, ¿se olvidó Dios de darte tetas?’ suelen decir. Nadie se sube a la mesa para gritar: ‘TÍA A TI LO QUE TE FALTA ES QUE TE MIREN LA CABEZA, NO SE TE OCURRA HACERTE DAÑO A TI MISMA DE ESA FORMA, VOY A GRITAR Y GRITAR HASTA QUE TE DES CUENTA DE QUE TU CUERPO NO TE DEFINE’, a nadie excepto a mí”.
[...]
“Estábamos en la sala de espera de la consulta. Yo había planeado reprender a mi tía por lo que estaba haciendo, y hacerlo utilizando argumentos inteligentes. Pero la sala estaba llena de mujeres entusiasmadas que se presentaban y preguntaban: ‘¿Y tú, por qué estás aquí?, y luego se reían porque sonaba como si estuvieran en una cárcel o algo así”.
“Debía ser El Día de los Implantes en la clínica porque todas esas mujeres estaban allí por la misma operación en distintos tamaños”.
“Había una mujer que había conseguido ponérselos por la Seguridad Social. Todas decían que era una afortunada por haber conseguido esos regalos. La gente le preguntaba cómo lo había logrado”.
“La Tetasgratis contó que había ido al doctor un montón de veces llorando y llorando y diciendo que estaba deprimida. Luego la mandaron a un psiquiatra al que le dijo que se suicidaría si no conseguía los pechos. Los doctores estuvieron de acuerdo en que era una inestable y que había que darle la operación”.
“Por supuesto que ella no era una inestable, añadió después. Solo engañó al sistema. Me dieron ganas de decirle que pretender que estaba loca era bastante de loca y que debería dejar de presumir de ello”.
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“En esa época, yo llevaba un sujetador con relleno a diario y cuando salía de noche me ponía dos, uno encima de otro. Cuando salía con chicos creía que las almohadillas pasaban por un cuerpo real y confiaba en que no notaran la diferencia”.
“Llevé un sujetador con relleno cada día desde los 14 a los 31 años. Llevar un sujetador de relleno era una forma de ocultar mi verdadero cuerpo”.
“Me di cuenta de que caminaba con dos mentiras en mi pecho: ‘¿Quieres tocarme las tetas? Están en la cesta de la ropa sucia’. Aún me siento insegura cuando llevo sujetador sin relleno y tengo que luchar contra el impulso de fingir, sobre todo si salgo en televisión”.
“Con el relleno solo se ve que tengo un poco más de pecho, no hace ningún daño… excepto porque pienso que sí lo hace. Si todas las mujeres de pechos pequeños están usando sujetadores con relleno para que se vean más grandes, entonces las adolescentes con pecho pequeño sienten que están solas en su pequeño mundo de poco pecho”.
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“Los medios de comunicación nos ofrecen una imagen de grandes proporciones. Las mujeres jóvenes son engañadas y comienzan a usar almohadillas y el ciclo sigue. Solo parará si nos aceptamos a nosotros mismas”.
“Yo solía estar indignada con los amigos y parientes que se sometieron a la cirugía de aumento de pecho. Creía que cuando una mujer siente que su cuerpo es insuficiente o incorrecto debe estar furiosa con la cultura que genera esos sentimientos, no cambiar su cuerpo”.
“Cuantas más mujeres se someten a aumentos de pecho más difícil se hace la vida para las que somos de pecho plano”.
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“La espeluznante verdad es que se sabe muy poco acerca de los peligros de los implantes mamarios”.
“Los implantes no se estudiaron hasta que los médicos estaban ya realizando operaciones. De hecho, todas las mujeres que agrandan sus pechos forman parte de un experimento que podría llamarse: ‘¿Qué pasa cuando le hacemos esto a los pechos?’”.
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“Se encontró que se habían usado sustancias peligrosas como aceite de origen vegetal que resultó ser venenoso o silicona de mala calidad de uso industrial…”
“Todos los implantes hacen que sea más difícil detectar el cáncer de mama y puede interferir en la lactancia materna. Y también están los terribles informes de operaciones que han salido mal, cirujanos no cualificados, estafadores clandestinos y las muertes que han causado”.
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“¿Quieres conocer una estadística inquietante? Las mujeres que han tenido un aumento de pecho sufren entre dos y tres veces más probabilidades de suicidarse que las mujeres que no se han operado”.
“Alguien que quiere su cuerpo cortado y abierto y paga por ello está de hecho cometiendo un acto de autolesión”.
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