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Artículo Dedicado a los "políticamente incorrectos": desmontamos mitos sobre los inmigrantes Now

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Dedicado a los "políticamente incorrectos": desmontamos mitos sobre los inmigrantes

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"Es insostenible". "No podemos acogerlos". "Nos quitan el trabajo". "Nos empobrecen". Contrarrestamos con cifras algunos de los bulos más expandidos sobre las personas migrantes

anna pacheco

30 Julio 2018 13:45

Pablo Casado, el recién elegido presidente del Partido Popular (PP), ha tardado muy poco en hacer lo que muchos ya esperaban: adoptar el discurso antiinmigración como bandera del nuevo PP. Alinearse con otros líderes de la derecha y ultraderecha europea (Salvini, Le Pen, Orbán) para capitalizar, a través del miedo y los falsos mitos sobre la emigración europea, una bolsa de votantes que desconfía de los recién llegados.

Y desconfían porque desconocen. Y desconfían porque achacan a ellos la crisis, la pobreza y una devaluación de sus condiciones materiales de vida. La propaganda antiinmigracion ha sido —y sigue siendo—tremendamente efectiva. Es fácil convencer al pueblo de que los de fuera perjudican sin apuntar a las políticas (insuficientes, a veces inexistentes) que podrían mejorar de facto las condiciones de todos los ciudadanos en igualdad de condiciones.

El domingo, Casado lanzó un tuit a sus seguidores en el que aseguraba que es insostenible que el estado del bienestar “pueda absorber a todos los africanos que quieren llegar a Europa”. Y agregaba algo más: “Tenemos que decirlo, aunque sea políticamente incorrecto”. Lo que ignora Casado, sin embargo, es que ya son varios estudios los que desmontan estas falacias sobre la emigración sustentadas esencialmente desde los prejuicios y los privilegios blancos. La insostenibilidad de la que habla Casado se fundamenta en los mismos rumores que acusan a los migrantes de colapsar la sanidad, recibir becas misteriosas y exclusivas solo para ellos o no pagar impuestos. Ninguno de estos argumentos ha sido probado jamás con argumentos o cifras.

En cambio, sí ha sido probado todo lo contrario. Desmontemos algunos de los principales mitos que rodean la migración y que sirven para aderezar los discursos conservadores en toda Europa.

“Los inmigrantes nos quitan el trabajo y nos hacen más pobres”

Falso. En realidad, investigadores del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), en un estudio publicado en Science Advances, revelan que tanto la llegada de migrantes como refugiados favorecen en términos generales a la economía. El estudio subraya que los migrantes mejoran el PIB, incrementan la fuente de ingresos e, incluso, contribuyen levemente a la reducción del paro. Esta tendencia se replica en los solicitantes de asilo aunque en menor medida. El estudio revela que, a largo plazo, estos también contribuyen a mejorar la economía, pero su impacto es menor porque pueden tardar meses, o años, hasta conseguir un trabajo debido a su situación legal en el país y todo el trámite ocasionado por el papeleo.

Además, la consigna de que los migrantes “roban el trabajo a los nacionales”, como se suele decir, es perversa y engañosa. Muchos de los migrantes, especialmente aquellos indocumentados, acceden a trabajos como mano de obra barata, en condiciones paupérrimas y mucho más precarizadas que los locales. El grueso de la población que emigra es pobre o busca mejorar sus condiciones de vida, por lo que aceptan muchos trabajos que locales rechazan.

“El Estado les ayuda a ellos y no a los nuestros”

Falso. El acceso a los servicios sociales es un derecho reconocido en todos los ámbitos administrativos (autonómico, estatal y europeo). Y tal y como recuerda Amnistía Internacional, estas ayudas se basan en la situación socioeconómica personal o familiar, no la nacionalidad. Esto es, puede acceder todo el mundo en igualdad de condiciones. Y, además, incluso así y pese a la elevada tasa de pobreza entre las personas extranjeras, estas apenas representan el 12% en el Sistema Integrado de Usuarios de Servicios Sociales en España. Por lo tanto, no se puede decir que colapsen todas las ayudas ni servicios sociales del estado.

Y eso significa que no, los inmigrantes no se llevan todas las becas comedor, no existen ayudas exclusivamente para árabes, ni los sudamericanos acceden con ventaja a vivienda social, ni los asiáticos se libran de los impuestos en sus tiendas de ultramarinos. Todo eso son bulos que buscan desprestigiar a una parte de la población. Y si no te lo crees, haz la prueba tú misma. Busca cualquier ayuda y mira si, en algún lado, discriminan por nacionalidad.

“Los inmigrantes agotan los recursos del estado”

Falso. Un estudio de La Caixa de 2011 reveló que los migrantes aportan a la economía más de lo que reciben. Los autores del estudio aseguran que los migrantes aportan entre dos y tres veces más del coste que implica su llegada. Entre otros motivos, esto se explica porque el grueso de migrantes es población joven, por lo que apenas representan el 1% de las personas beneficiarias de pensiones (que es el principal gasto de los presupuestos del Estado). También, debido a su corta edad, utilizan menos la sanidad pública que la media española, que es de una edad más avanzada y acude con más frecuencia a consultas primarias y especializadas.

Amnistía Internacional también sostiene que la propia experiencia migratoria “hace que la población llegada de fuera de la UE sea habitualmente joven y en buen estado de salud para afrontar los retos laborales y de integración”.

“Traen enfermedades raras”

Falso. Cruz Roja desmonta también este otro mito que acusa a los migrantes de ser portadores de enfermedades. Esta ONG ha difundido una imagen estos días muy pedagógica para aclarar algunos de estos falsos rumores. Respecto al supuesto riesgo de enfermedades, la ONG defiende que la mayor parte de “migrantes que llegan al albergue provisional tienen dolencias propias de un viaje largo y duro. Pero no enfermedades contagiosas. Al llegar al puerto, se les presta una primera asistencia necesaria”.

“Con los inmigrantes aumenta la criminalidad”

Falso. Diferentes estudios de diferentes universidades (Robert Sampson, Harvard University; Daniel Mears, Florida State University; Public Policy Institute of California, PPIC, etc.) han demostrado claramente que a un incremento de la inmigración sigue un descenso de la criminalidad en Estados Unidos. También se ha observado que, sobre todo, la primera generación de inmigrantes es menos propensa a la violencia que la tercera, muy a pesar de las mayores necesidades económica que suele sufrir la primera generación, según el Centro de Educación Ciencia y Sociedad (CECIES). Por lo que convendría analizar por qué la criminalidad aumenta, en todo caso, en la tercera generación entre una población que supuestamente debería estar ya integrada. Convendría analizar, en todo caso, si el estado ha prosperado como agente integrador y no ha favorecido la segregación o la promoción de nuevas desigualdades.

No solo en Estados Unidos. En España y, en general, en Europa más de un siglo de estudios sostienen que la delincuencia es menor entre los nacidos en el extranjero que entre los nacidos en el país. Y que no existe vinculación directa entre migración y el aumento de la criminalidad. Los expertos subrayan que el nivel socioeconómico y las tasas altas de desempleo permiten explicar mejor el aumento de la criminalidad en un territorio. En ningún caso la nacionalidad.

*Bonus track*: Desconfía de quien te hable de ser "políticamente incorrecto"

Este consejo te puede salvar. Casado justifica su supuesta transparencia respecto a la inmigración acusando al resto de “no hablar claro”. Casado sostiene que los otros se escudan en la corrección política, pero él no. Pues bien: antes de seguir escuchando sermones sobre la "incorrección política" —sermones, por cierto, normalmente de hombres blancos— deberías saber que la propia expresión ha vivido un repunte en los últimos tiempos y ha sido gracias a discursos reaccionarios y neoconservadores.

Trump, de hecho, es un experto en hablar de “incorrección política” para justificar sus políticas antiinmigratorias o comentarios machistas. La derecha alemana también es una experta, al igual que la derecha de Le Pen en el Frente Nacional. También en Gran Bretaña, la derecha sensacionalista a menudo se escuda en denunciar la excesiva corrección política de la población para animar discursos xenófobos y racistas. Este artículo del The Guardian explica muy bien cómo se ha ido construyendo esta muletilla, fabulosa para aniquilar cualquier conversación o discurso contrario. El concepto de corrección política es increíblemente escurridizo y desde los 80 y principios de los 90 ha sufrido una ‘derechización’. La derecha básicamente se ha apropiado del término para atacar a las corrientes de izquierda. O, dicho de otro modo, es el escudo retórico perfecto para ser racista, xenófobo, homófobo o machista sin decirlo claramente.

Es relevante observar que la ‘incorrección política’ se presenta como una respuesta a algo inexistente. “El término es lo que los antiguos retóricos griegos habrían llamado un exónimo. Nadie se describe a sí mismo como 'políticamente correcto'. La oración es solo una acusación”, apunta el extenso análisis del The Guardian.

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