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Opinión
El anuncio de Campofrío no tiene gracia
OPINIÓN// "Un frente aguafiestas de tías amargadas viene a boicotear tu reconciliación nacional en torno a un plato de pavo"
Estaba receptivo, de verdad. Me puse el anuncio de Campofrío con ganas de desconectar, relativizar, reírme, de dejarme llevar y generar incluso un vínculo afectivo pasajero con una marca de embutidos industriales, por qué no. Pero no.
Otra vez el victimismo del humorista no. Otra vez vendiéndonos la figura del humorista por encima de su mérito real. Y tratando de hacernos creer que hacer humor en este país sale caro. Carísimo: como que hacer chistes de gitanos te lleva a hacer una de las publis nacionales del año.
"Los chistes sobre feminismo salen muchísimo más caros" que aquellos sobre la monarquía se dice en 'La tienda LOL' del anuncio. Que nos diga Campofrío qué España es esa en la que uno puede bromear sobre la familia real con las mismas consecuencias que sobre las mujeres, ese país en que la integridad física y emocional de la familia real es sometida a diario en público y en privado como la de las mujeres, porque yo en el código penal no lo encuentro.
Campofrío camufla con una expresión de moda -"ofendiditos"- lo que efectivamente muestra como un frente aguafiestas de mayoría femenina. Vestidas de la cabeza a los pies, de sufragistas victorianas, no hace falta explicitar mucho más el subtexto del mensaje: estas tías vienen a boicotear tu reconciliación nacional en torno a un plato de pavo.
Casi hacia el final, marca y estudio de publicidad sacan músculo. Silvia Abril pide un chiste "heavy metal", Antonio de la Torre se lo muestra, pero Abril recoge cable y dice que es un chiste que ella, que en el fondo hace un poco de Campofrío, no puede permitirse porque le saldría carísimo. Ojo. No citaremos aquí a los Pistoleros del Eclipse, pero sí diremos que quizá era el momento de incluir un gag gracioso a lo largo de tres minutos.
Tampoco parece la idea más redonda acabar con Eugenio, la misma semana en la que TV3 ha estrenado el recomendable y duro documental en el que queda patente que tras un cómico, tras el sacrosanto humor, un bien de primera necesidad para esta marca, puede haber un manipulador emocional de manual, de esos que no tienen necesidad de levantar la mano.
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