Los feminicidios infantiles cuentan en las estadísticas oficiales desde 2013. Aunque muchos casos de menores asesinados por hombres siguen quedando invisibilizados
La hipótesis de que el crimen de La Orotava es un asesinato machista cada vez tiene más peso. Los resultados preliminares de la autopsia a los cuerpos revelan que el hombre, militar de profesión, estranguló a su pareja, una mujer de 40 años. Se sospecha que esta fue sedada. Luego, pudo haber asfixiado a sus dos hijas, de seis y tres años. Después, se ahorcó. El hombre dejó el cuerpo tendido de su pareja y las niñas encima de la cama, junto al perro, también asesinado. El otro hijo de la mujer, de 12 años, asistió a esta escena devastadora al llegar a casa. Según revela hoy El País, lo primero que hizo fue preguntar a un familiar “si había entrado un ladrón y los había matado a todos”.
De confirmarse, este asesinato se sumaría a la larga lista de feminicidios. Este 2018, ya son 22 mujeres víctimas asesinadas por sus parejas o exparejas. Aunque la realidad es que la violencia machista se extiende más allá de este marco conyugal. El portal Feminicidio realiza un recuento más exhaustivo que las estadísticas oficiales y contempla como feminicidio cualquier asesinato por parte de un hombre a una mujer por el mero hecho de serlo. Su recuento suma 54 mujeres en España.
El crimen de La Orotava pone de manifiesto algo más especialmente dramático: cómo la violencia machista se extiende también a menores, dejándolos huérfanos cuando asesinan a sus madres o, como en este reciente, acabando directamente con la vida de las niñas. “¿Cuál es la sorpresa? Pese a que la ley de violencia de género incluye técnicamente desde 2013 a los menores como víctimas de violencia de género no siempre se aplica o se contemplan como tal”, explica Graciela Atencio a PlayGround, periodista especializada en género en Feminicidio.net. La primera trampa de la ley es que, de nuevo excluye a los menores asesinados por hombres que no son pareja o expareja de la madre de la víctima. Esto desprotege, por ejemplo, casos tan flagrantes como el de la menor de 13 años que fue asesinada en Barcelona el pasado junio por un vecino de los abuelos. La mató después de agredirla sexualmente.
“Es muy grave. Mientras nosotros tenemos 6 casos de feminicidios infantiles, las estadísticas oficiales no contabilizan ninguno” (Graciela Atencio, Feminicidio.net)
El portal Feminicidio ya ha registrado, al menos, seis niñas menores y dos niños asesinados por violencia de género. Tres niñas y dos niños asesinados por sus padres, otra menor por su abuelo, otra menor por pareja de su madre y este último caso citado que implica al vecino.
“Es muy grave. Mientras nosotras tenemos 6 menores registrados, las estadísticas oficiales no contabilizan ninguna”, denuncia Atencio, quien también cree que es especialmente llamativo cómo se ha tratado este caso en los medios. En la página web del Ministerio de Igualdad —actualizada con fecha de 18 de julio— solo hay dos casos pendientes de investigación. El último es precisamente el del crimen de La Orotava. “Es terrible que en casos tan flagrantes, en una masacre así, se siga sin identificar como violencia machista. Es peligroso porque, a veces, quedan en una especie de limbo o parece que tenga algo que ver con un lavado de imagen de las fuerzas de seguridad” (el asesino es un militar condecorado por sus acciones en Afganistán), crítica.
Si nos ceñimos a las cifras oficiales, el año pasado se registr el asesinato de 8 menores, el dato más alto desde 2013. Aunque muchos otros casos quedaron nuevamente invisibilizados por las estadísticas. Por ejemplo, el caso de Naiara, la niña de 8 años torturada durante horas y asesinada por su tío en Huesca. El portal Feminicidio registró 10.
Las estadística oficiales, cuenta Atencio, tiene una razón de ser muy clara: se trata de percepción social. “No nos preocupa la impunidad, porque sabemos que estos crímenes no quedan impunes. Nos preocupa que se de una imagen ante la opinión pública de que la violencia machista solo se da en el marco de la pareja y no se perciba socialmente como lo que es”, razona. “Una lacra sistémica que atenta cotidianamente con la libertad y dignidad de las mujeres, pero también de los menores. Y sabemos de sobra que lo que no se considera como oficial no existe”, concluye.