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Hablamos con Carlos Juárez, uno de los principales cronistas del narco y los abusos de poder en México, sobre las futuras elecciones y las probabilidades de AMLO de cambiar el país
16 Diciembre 2018 17:25
Carlos Juárez forma parte de esa larga generación de periodistas mexicanos que ya no pueden desligar su trabajo de la sangre en el asfalto. A sus 33 años es uno de los principales cronistas del narco y la corrupción. Por sus dedos han pasado desde historias de balaceras a plena luz del día en Taumaulipas hasta empresas de fracking como la Iberoamericana Hidrocarburos, de Florentino Perez, que llenan de veneno la tierra y expulsan a los campesinos de sus casas. O la historia de un niño de 14 años llamado Ronnie, fan de Neymar y Chris Brown, que desde el 2014 descansa en un ataúd a varios metros bajo tierra por culpa de una balacera en su barrio.
La muerte de Ronnie no fue natural, pero en México últimamente las naturales son las extrañas. El sexenio de Enrique Peña Nieto acabará con más muertos que el de Felipe Calderón. Ya vamos por los 104.583 asesinados. 41 de ellos periodistas. Juárez ha sido amenazado por su trabajo y ahora se está tomando un respiro en Barcelona gracias a la organización de acogida Taula per Mexic. Hemos hablado con él.
No conozco exactamente el contexto de Siria, pero creo que en México se vive desde hace 8 años una guerra y poco importa cómo la considere el ámbito internacional. Es una guerra en la que hay más de 200.000 muertos, más de 34.000 desaparecidos, una cifra incalculable de desplazados internos y externos… Entonces podemos decir que sí, es una guerra civil, es una guerra no convencional, como la quieran llamar en el ámbito internacional pero es una guerra. Si tiene un hocico, cuatro patas y un rabo es un perro, no sé qué tendrá que pasar más para que reconozcan internacionalmente la guerra en México.
Porque hay muchos intereses económicos dentro de México. Muchas empresas de muchos países de Europa, de EE UU, a ellos no les conviene reconocer que hay una guerra porque eso afectaría a sus inversiones. Es algo muy hipócrita.
No. No veo que haya una investigación y el único que se ha publicitado como el primer asesinato de periodista resuelto es el asesinato de Carlos Domínguez Rodríguez, que lo asesinaron el 13 de enero de 2018. Hay detenidas 6 personas, sin embargo, hay también un fuerte tufo político en estas detenciones. A mi parecer, están usando la Justicia para sacar de juego al sobrino de uno de los inculpados del asesinato.
Justamente. A Domínguez lo asesinaron de 24 puñaladas enfrente de su hija y sus nietos, y después de unos meses el Gobierno detuvo al tío del aspirante con mayor aceptación de Nuevo Laredo, que antes había sido panista y ahora se iba a cambiar a Morena.
Están a la par. El Gobierno es el primer ente que ejerce censura a la libertad de expresión. Después está el poder económico, los empresarios. Y en un tercer grado, el crimen organizado. Y en ocasiones lo ejercen en conjunto. Quien tiene el poder es quien está censurando y coartando la libertad de expresión.
Es muy necesaria para seguir con vida y seguir haciendo periodismo.
Creo que pasamos de un periodo en el que la gente estaba anestesiada y ahora mismo está muy despierta. Hay un despertar.
Creo que tiene el mismo miedo pero ahora está muy harta. Se ha desmontado la creencia de que los únicos que ejercen la violencia son los narcos y nos hemos dado cuenta de que los políticos y empresarios son parte de eso.
"En México se ha desmontado la creencia de que los únicos que ejercen la violencia son los narcos y nos hemos dado cuenta de que los políticos y empresarios son parte de eso".
En la zona de Guerrero, donde más asesinatos de políticos ha habido, creo que se está dejando claro que hay poderes mucho más grandes al poder político, que puede ser tanto la delincuencia como los empresarios. Se ha manejado ahora que el principal responsable es el narcotráfico pero también habría que pensar que muchos de esos narcos son apoyados por políticos.
Claro que hay territorios en los que hay una alianza muy fuerte entre el poder político, el económico y el delincuencial, lugares donde ponen a sus candidatos. Un ejemplo muy claro es por lo que asesinaron a Miroslava Breach porque ella evidenció en un reportaje que un candidato estaba vinculado directamente a un grupo delincuencial apoyado por otro partido político.
Hay grupos delincuenciales que han crecido a la sombra de los políticos.
No podría afirmar que están usando el narco para limpiarse el camino pero sí creo que están aprovechando que el narco tiene el control de ciertos territorios para aprovechar ese terror que se ha creado allí y que ha inmovilizado a la sociedad.
Extrañamente. Otra lectura que se puede hacer es que el narco está coaccionando a la empresa. Lo que está claro es que hay unos campesinos que les pidieron un millón de pesos para seguir en su casa, que conviven con una de las industrias más importantes de extracción. Que ellos son víctimas del contexto de violencia. Y que el gobierno está ausente. Estas empresas entran con el permiso del Gobierno. ¿Por qué el Gobierno protege las instalaciones de Iberoamericana y no a la población?
"Hay territorios en los que hay una alianza muy fuerte entre el poder político, el económico y el delincuencial. Lugares donde ponen a sus candidatos".
Hay dos visiones. Cuatro candidatos Anaya, Meade, Zavala y El Bronco proponen seguir con la violencia. El Bronco dice que hay que cortarles las manos a los narcos. Obrador tiene una propuesta interesante de abrir un proceso de paz, de internacionalizar el conflicto de guerra de México, pero hasta ahora ha sido muy vago.
La religión en México en el contexto de violencia, ha sido un paliativo. Muchas de las víctimas o victimarios se han refugiado en la Iglesia, en el caso de los victimarios a modo de expiación. El catolicismo sigue siendo muy fuerte en México, no por nada Obrador, siendo de izquierda, donde por primera vez propuso la paz fue en una reunión con dirigentes religiosos. No habrá un candidato que hable mal de la religión.
Sí, son votos. Y Obrador es evangelista.
Obrador no tiene un discurso progresista.
En México no. El Obrador que tenemos ahora en la boleta es un Obrador descafeinado, ya no es el de 2006 y 2012. Se ha dado cuenta de que para conseguir el poder tendría que dosificar su ideario y a recurrir a la retórica. Se le ha preguntado sobre el aborto y dice: consulta. ¿Matrimonio igualitario? Consulta. ¿Legalización de la marihuana? Consulta. No tiene definiciones y eso es muy peligroso porque muchas veces se ha demostrado que las mayorías no tienen razón.
No, no, no. En México estamos lejos de esto.
No. Creo que en México estamos lejos de las reivindicaciones feministas que he visto aquí en Cataluña.
Por miedo. Luego reflexioné y vi que tenía que asumir lo que estaba escribiendo porque era parte de una realidad y yo tenía que posicionarme a nivel público en esa realidad porque en Tamaulipas, donde todos tenemos miedo, cuando alguien sale de pronto y dice que eso está pasando, puede alentar a que más personas lo hagan. Semanas antes de que muriera Javier Valdez yo estaba con un editor genial, Emiliano Ruiz Parra, y el me dijo tienes que leer a Valdez. Semanas después muere, yo compro su libro Narcoperiodismo, y en ese libro viene el texto Vivir con el narco, sin firmar. Lo que sentí cuando vi el texto fue: soy parte de una generación de periodistas que estamos contando esto y tenemos que salir y dar la cara lo que está pasando en México. Por eso lo firmé.
Sí. Creo que las he sabido sobrellevar. Las he convertido en fortalezas. Aprendí qué es lo que vale la pena y lo que no. Y sobre todo, no vale la pena morir por una noticia. La última amenaza ha sido la más angustiante, he recibido tres en total, y ha sido en la que más he sentido riesgo. Fue hace 8 meses y no esperé que me vinieran a buscar.
"De las amenazas, aprendí qué es lo que vale la pena y lo que no. Y sobre todo, no vale la pena morir por una noticia".
No. No solo el narco amenaza.
En cada territorio, dependiendo del grupo delincuencial, hay todo una cultura alrededor de él y eso incluye vestimenta, música, lenguaje, expresiones. Eso es lo complejo del narcotráfico en México que no es una cosa entre pistoleros, es cultural. Implica cuestiones como la identidad. Niños que quieren ser como ellos. Por eso un proceso de paz por encimita no funcionaría, tiene que ser profundo. El narco ha llegado a tocar hasta el lenguaje.
El cambio lo tiene que hacer la sociedad. Si pensamos que la llegada de Obrador es el cambio, nos vamos a llevar una desilusión completa. Puede activar la esperanza en México pero los cambios profundos los tiene que hacer la población. El movimiento indígena ya demostró que hay salidas sin tener que estar dentro del sistema como el zapatismo. Pero no es el único movimiento indígena, hay muchos otros. Algunos no van a permitir las elecciones en su territorio porque son lugares muy violentados por el narco y por el Estado. México debe volver a la experiencia indígena y recuperar el sentimiento comunitario.
"Si pensamos que la llegada de Obrador es el cambio, nos vamos a llevar una desilusión completa".
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