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Artículo Lewys se mató aislado y bajo custodia del Estado, ¿y ahora qué? Now

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Lewys se mató aislado y bajo custodia del Estado, ¿y ahora qué?

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IMÁGENES CEDIDAS POR LEISY
 

La muerte de Lewys tras cinco días en una celda de aislamiento pone de nuevo el foco en uno de los regímenes más duros y restrictivos ordenamiento penal español. 55 personas murieron bajo custodia solo en 2017

anna pacheco

22 Junio 2018 13:03

El momento en el que Lewys se ahorcó, su familia paseaba por el centro. Era 30 de noviembre, las tiendas ya estaban decoradas con las típicas luces navideñas. Hijo, madre, hermana, sobrina, cuñada. La familia de Lewys siguió paseando. Hasta la noche. Nadie está muerto hasta que no te lo explican. Lewys, de 29 años, se suicidó en la prisión de Brians 1 encerrado en una celda de aislamiento en la que llevaba cinco días. Lewys murió en una hora imprecisa entre las 15 y las 17h. La familia se enteró pasadas las 21h de la noche a través de la llamada seca de un funcionario a quien no conocían.

— Pasaos mañana. A las 10.

Y una vez ahí:

— Son cosas que pasan.

— No tengo nada que decirle.

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Quince días después de que se quitara la vida, habría salido de prisión. La familia recibió la carta. Cumplía prisión preventiva desde hacía un año por un delito de hurto. “Estaba optimista, decía que el paso por la cárcel le cambiaría la vida”, rememora Leysi Ruiz Orraca, su hermana. Por eso su suicidio fue una sorpresa. Para todos. No tenían consciencia de que algo podía estar mal. Lewys había nacido en La Habana y desde hacía once años vivía en Torrassa, en l’Hospitalet junto a su familia. Tenía un hijo de cinco años. Durante su ingreso en prisión se mostraba feliz, al menos delante de su familia, se apuntó a actividades de mecánica e idiomas. Quería encontrar un trabajo para no depender de sus padres. Le apodaban el “Cubano”, escribía, hacía deporte, incluso llegó a pedir zapatillas o recados a su familia para compañeros presos que no recibían visitas. Lewys estaba bien. Al menos, aparentemente. Al menos, esa es la idea con la que salía su familia después de cada vis-a-vis. Lewys es fuerte y saldrá de esta. Confiaban en eso.

Pero Lewys acaba en una celda de aislamiento, uno de los módulos del Departamento Especial de Régimen Cerrado (DERT) de Brians 1, una prisión que ha sido —y sigue siendo—sombría por el eco de denuncias por maltratos y abusos a presos. Esta cuestión llegó a un grupo de Trabajo del Parlamento de Cataluña sobre el DERT el año pasado. El anuario sobre Silencios Mediáticos le dedicó una extensa investigación: Aislamiento y opacidad en la prisión. Encerrados en celdas 21 horas, con apenas una salida a un patio, los presos en aislamiento tienen una tasa de suicidios 3 veces más alta que en el régimen ordinario y 12 más que fuera de la prisión. Además de afectaciones psicológicas irreparables.

Lewys se suicidió colgándose con las sábanas de una ventana alta que tenía barrotes.

Encerrados en celdas 21 horas, los presos en aislamiento tienen una tasa de suicidios 3 veces más alta que en el régimen ordinario y 12 más que fuera de la prisión

El periodista Jordi Évole llegó a preguntar a su antiguo director, Joan Carles Navarro, si había algo que ocultar. Navarro restringió el paso de las cámaras a cualquier espacio en el que hubiera un solo recluso. “No está dentro de mis competencias”, contestó. Las cámaras captaron de Brians 1 un ancho pasillo exterior, frío e impersonal, pero nada más. Navarro fue sustituido en noviembre del año pasado por otro director, exresponsable de La Modelo. La Generalitat negó que este cambio tuviera algo que ver con el informe del Mecanismo Catalán de Prevención de la Tortura del Síndic de Greuges. Y, sobre todo, con el caso más sonado, el de Raquel F., una presa que, al igual que Lewys, se suicidó después de siete meses en aislamiento en el 2015. Ella, además, pidió ayuda. Ella avisó de que no podía más.

En el caso de Raquel F —cuyo juicio se produjo el pasado 11 de junio— la Conselleria de Justicia, de la que depende la prisión, negó mala praxis y rechazó cualquier relación con los hechos. Incluso aunque la propia reclusa denunció malos tratos y avisó de sus ideas suicidas a los funcionarios de múltiples formas: golpeando el cristal, autolesionándose y hasta intentando incendiar su celda.

Las Reglas Nelson Mandela, promovidas por la ONU, desaconsejan los regímenes de aislamiento durante un periodo superior a catorce días. En 2011, el relator especial sobre tortura de la ONU calificó este régimen como un trato penal “cruel, inhumano y degradante” y pugnó por su prohibición.

Estamos en el 2018 y Lewys ingresó en aislamiento porque le encontraron una piedra de hachís.

“Pero si estaba vivo la semana pasada y ahora está muerto. Me están contando una película”, explica Leisy, en una terraza en l’Hospitalet. Lo dice ella, pero son las palabras que pronunció su madre al llegar la centro penitenciario. Su hija, la sobrina de Lewys, de unos seis o siete años, patina alrededor de la mesa. Escucha algo de lo que cuenta su madre, pero su madre le invita a patinar por otro lado, más lejos. Leisy me explica que el día en el que fueron a recoger sus cosas, el funcionario apareció con una bolsa con tres o cuatro pertenencias. Esperaron hora y media en sala de espera hasta recuperar un carrito entero. “Yo le dije que había más cosas, pero me decían que no”. Al final resultó que sí.

Lewys y Leisy junto a su sobrina y su hijo. Vía Leisy

No hubo explicaciones porque nadie decía haber conocido a Lewys. Ni siquiera estaba presente la asistente social que lo había tratado. “¿Cómo es posible que no exista un protocolo? ¿Cómo es posible que no nos acompañen de algún modo en un momento tan duro”, se pregunta. La familia reclama sencillamente explicaciones, por ejemplo, saber por qué en la autopsia consta que Lewys había tomado medicamentos antipsicóticos los días previos a ahorcarse bajo prescripción médica. Por qué nadie informó a la familia del estado de su familiar, en aislamiento.

Ansiedad, depresión, pérdida del sentido de vida y esperanza, dificultades para tener relaciones sociales, afectivas e íntimas una vez fuera del centro de reclusión y delirios paranoides son algunos de los trastornos generados por este régimen, de los que incansablemente advierten psicólogos y colectivos. "Si eso ya lo sabemos y está estudiado, ¿por qué no los visita un psicólogo cada día? ¿por qué no los vigilan? ¿por qué se pueden colgar de la ventana? Es un matadero", concluye Leisy, quien afirma que el "aislamiento es una cárcel dentro de otra cárcel".

Hace unos días el colectivo Iridia y Akelarre organizaron un acto en memoria de Lewys en el auditorio de l’Hospitalet. El abogado Andrés G. Berrio, quien llevan el caso de Raquel F., cuestiona también la “falta de explicaciones para que no haya lugar a sombra sobre lo que pudo pasar”. La falta de protocolos, asesoramiento, información. La falta de trato humano a los humanos.

Según el Informe de Prevención de la Tortura en 2017 murieron, al menos, 55 personas bajo custodia del estado. ¿Son muertes o son asesinatos? ¿Son suicidios o son asesinatos? El cantautor Nacho Vegas aborda este tema en su canción 'Crímenes Cantados'.

27 de ellas solo en prisiones. Los datos son imprecisos porque no existen cifras oficiales.

Los últimos en intervenir en el auditorio son los compañeros de Lewys. Algunos también ingresaron en prisión y ya han cumplido condena.

— "La cárcel es el cementerio de los hombres vivos y a los extranjeros nos tratan como animales. Una cosa es suicidarse y otra es que te lleven al extremo, que hagan todo lo posible para que estés mal", explica Ariel Brian, también cubano y exrecluso en Brian 2.

"Yo también pasé por la cárcel y no he matado a nadie, delito por tráfico de drogas. Tú también puedes estar en la cárcel o algún conocido tuyo... Lo que pasa ahí dentro es una vulneración sistemática de los derechos. Hay que investigar el porqué de todas estas muertes", cuenta otro exrecluso en Brian 1.

Aplausos y silencio.

"La cárcel es el cementerio de los hombres vivos y a los extranjeros nos tratan como animales"

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