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Miles de europeos ya se están implantando microchips en sus cuerpos

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Microchip NFC
 

La mayoría sirven para cosas tan simples como pagar sin tarjeta o abrir una puerta, pero ¿qué pasaría si las empresas los usaran para vigilarnos constantemente?

A.O.

07 Junio 2018 16:46

Un microchip del tamaño de un grano de arroz. Implantado en tu mano. Para fichar en tu empresa, acceder al gimnasio, abrir determinadas puertas. ¿Es el futuro? ¿Se acabaron las tarjetas?

"Eventualmente, esta tecnología se estandarizará, permitiendo que se use esto como pasaporte, transporte público, todas las oportunidades de compra, etc.", dijo Todd Westby, CEO de Three Square Market, a Simplemost.

La empresa Three Square Market, en Wisconsin, fue la primera en la que implantó chips a trabajadores en 2017. Cerca de 50 empleados se ofrecieron voluntarios para ser cyborgs. Unos meses antes, la compañía sueca Epicenter hizo lo mismo con empleados que accedieron.

Ahora se sabe que en Alemania también hay miles de personas instalándose estos dispositivos bajo su piel. El alemán Sven Becker creó la compañía 'I am Robot' en 2015. El perro de unos amigos tenía un microchip y brotó la idea de que en humanos también podía existir un mercado.

Al principio lo probó él mismo. Cogió y se incrustó el microchips en su dedo índice y pulgar. Según informa Euronews, los 10 primeros chips que Becker puso en el mercado se agotaron en 4 días. Desde ese momento, las ventas prosiguieron y han ido creciendo poco a poco.

A pesar de lo que se podría pensar -que solo los más freaks se implantan estas cosas- el fundador le cuenta al medio que no es estrictamente el perfil. Los clientes son personas de toda clase. Está el cliente más raro que puso un enlace a su dropbox en el microchip para que desde cualquier teléfono -por si le pasaba algo, no sé, en un sitio random-, se pudiera leer su testamento. Pero normalmente son ciudadanos que prefieren abandonar las tarjetas de fichar para abrir puertas, utilizar impresoras o comprar con solo un movimiento de mano.

Los reticentes con esta práctica -sobre todo cuando se hace desde las empresas- apuntan a que puede convertirse en un sistema para controlar a los empleados. El jefe podría averiguar datos sobre la salud, la frecuencia con la que trabaja o en qué momentos paras para ir al baño o descansar. También existe el riesgo de que hackers accedan a información sensible, aunque Becker cree que esta crítica carece de fundamento y sigue siendo peor que nos roben la cartera o nuestro teléfono para saber de nosotros.

La Asociación Médica Estadounidense emitió su alarma acerca de que estos microchips sean difíciles de eliminar del cuerpo o que puedan interferir en dispositivos como desfibriladores. Sin embargo, en estos microchips también podría estar la esperanza de que fueran capaces de controlar enfermedades como el cáncer al poder rastrear cómo va creciendo un tumor.

¿Llegará un momento en que lo raro será no tener uno en nuestro cuerpo? ¿Va a facilitar las cosas o estamos camino de una distopía?

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