Las plantaciones de palma han puesto en peligro crítico la supervivencia de los primates en Borneo
En la isla de Borneo estamos aniquilando orangutanes. Entre 1999 y 2015, se mataron más de 100.000 de esta especie de simios porque su hábitat se deforesta por las plantaciones del aceite de palma, la minería o las fábricas de papel. También se les dispara cuando entran, hambrientos, a los cultivos debido a que ya no tienen selva.
"Estas pérdidas se deben probablemente a la caza furtiva y al asesinato de orangutanes cuando se cruzan con los humanos, por ejemplo, cuando entran en sus fincas y las plantaciones buscando comida porque ya no tienen selva", explica Maria Voigt, investigadora del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), a El País. “Los orangutanes pueden comer fruta de los agricultores, pero no son peligrosos", añade a la BBC.
El retroceso de la selva pone en peligro a la especie. En gran parte de las áreas habitadas por los orangutanes se han otorgado nuevas concesiones para la industria maderera o más plantaciones. Aunque todavía no han talado, tendrán el derecho a hacerlo en esta isla que administran Indonesia, Malasia y el sultanato de Brunéi. Solo a causa de la deforestación, calculan que desaparecerán otros 45.000 orangutanes para 2050. Los autores hacen llamado a los consumidores del mundo a reclamar productos, exentos de aceite de palma, que no impliquen más muertes.
Además la tala parece hacerle un favor a la caza furtiva. La persecución de primates aumenta su probabilidad de éxito. La investigación, publicada en Current Biology tras recopilar datos desde 1999, apunta a que las mayores matanzas se realizaron en zonas donde todavía hay selva.
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Los datos alarman. En la parte occidental de la isla han erradicado a la mitad: se han eliminado a 42.500 primates y solo resisten 40.000. En Karangan, al este, de los 17.000 quedan 9.000. En la zona oriental, de 40.000 siguen vivos 16.800. Todo ha pasado en solo 16 años.
Voigt comunicó que si se deja de deforestar se podrían salvar. De nosotros, nunca mejor dicho, depende frenar su declive.