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El Clásico que no servía para nada y sirvió para todo

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Barça y Real Madrid se marcaron un partizado de otra época con pasillo de campeón artificial, fallos groseros del árbitro y broncas de bar entre jugadores

Omar Naboulsi

07 Mayo 2018 12:45

Los que dudaban sobre las ganas que tenían los futbolistas del Barça y del Madrid de jugar el Clásico se fueron ayer a casa con un escarmiento. Aunque los barcelonistas ya habían ganado el doblete y los merengues estaban pensando en la final de la Champions, el partido fue uno de los enfrentamientos directos más duros que se recuerdan.

Parecía un partido de otra época. No era una cuestión de egos entre Mourinho y Guardiola. Era un duelo con entradas a destiempo, adrenalina a mansalva, enganchones constantes y fallos groseros del árbitro.

Ese clima ochentero se respiró desde antes del partido. Fue extraño ver una pancarta ondeando por Travessera de les Corts con el rostro de Josep Lluís Núñez, ya que este fin de semana se cumplían 40 años de su entrada a la presidencia del Barça. Sin Hristo Sotichkov ni Hugo Sánchez gambeteando por el césped, el juego trabado de ambos equipos fue la gota que colmó el vaso para retrotraer la nostalgia ochentera.

El Real Madrid no hizo el pasillo a los culés por haber ganado Liga y Copa, así que desde el primer minuto había un ambiente crispado. La circulación de balón no era muy fluida en ambos equipos, pero dos chispazos sirvieron para que Luís Suárez primero y luego Crisitano Ronaldo marcaran antes de que empezara el recital de violencia.

El partido cambió de la noche a la mañana en el minuto 31. Modric le hace una falta a Jordi Alba, este se rebota, agarra del cuello al croata y el árbitro Hernández Hernández les deja seguir sin sanción. A partir de ese momento, el colegiado perdió el control del partido y no lo volvió a recuperar. Ante la pasividad arbitral, los jugadores se iban dejando recados en cada jugada. Ramos obstruyó a Luís Suárez con un codazo tan disimulado como intencionado. Unos segundos después, Messi ejerció de capitán y le hizo una entrada a Ramos que le levantó del césped, marcando territorio como nunca lo había hecho antes.

Con la primera parte aún en juego, los futbolistas tenían demasiadas cuentas pendientes. Hasta Gareth Bale, un tipo bastante calmado, le pisó el gemelo a Umtiti en una jugada que no llegaba al balón. Hernández Hernández debió expulsar al galés -lo mismo que debería haber hecho con Jordi Alba-, pero no se atrevió. Antes del descanso sí le mostró la tarjeta roja a Sergi Roberto por darle un manotazo en la cara a Marcelo, muy clara.

En el tiempo de descanso el Clásico siguió pero sin la pelota en juego. Jugadores madridistas y testigos presenciales acusaron a Messi de presionar al árbitro en el túnel de vestuarios.

Sin saber si el discurso del argentino hizo mella en el colegiado, su esperpéntica actuación prosiguió en la segunda parte. Luis Suárez cometió falta sobre Varane para que Messi adelantara al Barça con uno menos, mientras que Jordi Alba hizo un penalti cantado sobre Marcelo antes de que Bale reventara la portería de Ter Stegen para empatar el partido. Entre tanta polémica, fueron muchos los que ayer reclamaban el VAR para acabar de una vez por todas con las jugadas dudosas en la Liga. Los mismos que al acabar el partido se felicitaban por los vibrantes 94 minutos de juego.

A pesar de que los jugadores traspasaron la línea de la violencia, completaron un partidazo sin reservas. Piqué jugó cojeando todo el partido por molestias en la rodilla y CR7 aguantó hasta el descanso con un esguince de tobillo. Mención especial para Benzema, que volvió a ser el mejor del Madrid con sus movimientos sin balón, y para Messi por su esfuerzo. y kilómetros recorridos. Con la expulsión de Sergi Roberto, el argentino reemplazó a Coutinho en labores defensivas en el medio del campo todo lo que su físico le permitió a estas alturas de temporada.

Pasillo del staff técnico a los jugadores

Para tarminar una perla del de siempre: “Como nadie nos ha querido hacer un pasillo, pido al staff, por favor, que nos lo haga”, dijo Piqué micro en mano al finalizar el Clásico ante el jolgorio del Camp Nou. Logró su pasillo aunque fuera artificial. El Clásico que nadie quería, el Clásico que no servía para nada acabó sirviendo para todo.

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