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Antes de Van Basten fue Quini

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Iba para soldador y el fútbol le cambió la vida. Marcó goles imposibles y mantiene un récord todavía insuperable para Messi o Cristiano. Pero, sobre todo, ha muerto un hombre bueno

Ignacio Pato

28 Febrero 2018 11:09

Economía de gestos en el área como en la fábrica donde empezó a trabajar con 14 años como soldador. Anoche murió Enrique Castro González, Quini, goleador, mito del Sporting de Gijón, símbolo de Asturias y una buena persona, porque es imposible obviar que nadie tuvo -ni ahora ni en vida- una palabra que no fuera elogio hacia el exdelantero. Tenía 68 años.

Quini el goleador creyó en un momento dado, en su adolescencia, que iba a ser Quini el soldador. Así contaba, en La Nueva España, sus comienzos laborales en la Empresa Nacional Siderúrgica de Avilés, conocida popularmente como Ensidesa: "Saqué el título de Soldadura Eléctrica y allí estaba yo, con el soplete, cayéndome las chispas por la espalda. Pensé que aquel era mi destino: Quini, el soldador. Mi padre tenía un gran amigo que dirigía una empresa de fresa, Talleres Rosajo, y también practiqué durante algún tiempo, poco, el oficio de fresador. Pero el fútbol era mi vida, recuerdo que a veces llegaba el paisano al taller y yo dándole al balón en medio de la nave".

Del Ensidesa al Sporting y de ahí a la gloria pasando por el Barcelona. Pasando también por un secuestro tras el que Quini pidió públicamente y al juez que tratase bien a sus captores porque ellos le habían tratado bien a él. Quini arrodillándose y besando el césped de El Molinón el día de su último partido.

Y que nadie se olvide. Mucho antes que el gol de Van Basten estaba el gol de Quini. Fue en 1979, nueve años antes del del holandés en la Euro contra la URSS, y en el Estadio de Vallecas. Un centro largo, un balón que parece que se va, volea y golazo. Debió de coger de imprevisto a todos los aficionados, incluidos los miles que siempre coreaban un grito que ya es eterno: 'Ahora, Quini, ahora'.

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