Karpatalya ha ganado el Mundial. O Zakarpatia, en castellano. Si ninguno de los dos nombres te suena, no te preocupes, hablamos de la copa del mundo de asociaciones no reconocidas por la FIFA. Lugares que carecen de estado pero no de voluntad política para convertirse en uno. O al menos tener selección de fútbol.
Esta prueba se acaba de celebrar en Londres. Zakarpatia le ganó 3-2 a la república turca de Chipre del Norte ante 2.500 espectadores. Y poca broma, la final la pitó el árbitro internacional inglés Mark Clattenburg, que actualmente trabaja en Arabia Saudí.
En esta mundial de selecciones sin estado participaron los hasta ahora campeones de Abjasia (Georgia), Barawe (Somalia), los tamiles de Sri Lanka, Cascadia (un movimiento ecologista que abarcaría territorios de EEUU y Canadá), la británica Isla de Man, el Tíbet, la Padania italiana, Székely de Transilvania, Tuvalu de Polinesia -un país independiente a falta de confirmación de entrada en la FIFA-, Matabelelandia de Zimbabue, jugadores residentes en Gran Bretaña de la región indo-afgano-pakistaní del Panjab, Coreanos Unidos de Japón, la Armenia occidental administrativamente turca y la Cabilia argelina, el lugar de origen de Zidane y Benzema.
Pero, ¿qué es Zakarpatia?
Administrativamente es un oblast, una provincia del sudoeste de Ucrania. También es conocida en castellano como Transcarpacia y su capital es Uzhgorod. Hasta 1918 perteneció al reino de Hungría, y hasta la II Guerra Mundial a Checoslovaquia. Desde entonces y hasta el colapso de la URSS, perteneció a la República Socialista Soviética de Ucrania.
Además de ucranianos, es notable la presencia de húngaros -alrededor de un 12% de la población total de más de un millón de habitantes-, rumanos, eslovacos y romaníes.
El ministro de Exteriores ucraniano, Pavló Klimkin, no está nada contento.
“Me gusta mucho el fútbol, pero no estoy del todo contento con los éxitos deportivos del equipo de Transcarpacia que participa en el campeonato mundial de fútbol de la CONIFA con la participación de los equipos de Estados no reconocidos. Creo que las agencias encargadas de hacer cumplir la ley deberían acoger al equipo con una recepción amigable en la tierra natal y preguntar de dónde obtuvieron fondos, quién apoya a los jugadores y, en general, hacer muchas preguntas”, escribió Klimkin en su Facebook.
Interrogarles, vaya.
