Ser hombre es mucho más que ser macho

En América Latina todavía reina una caricatura: un hombre de verdad tiene que ser el equivalente humano a un león en la jungla. Debe ser el rey de su manada y la voz que ruge en el hogar. De lo contrario, que ni se le ocurra llamarse “hombre”.

La mayoría de los hombres que encontrás en el día a día se alejan de ese estereotipo, ¿o no? Sin embargo, nuestras actitudes festejan una idea irreal de la masculinidad, aunque no nos demos cuenta. Muchas personas de ambos sexos siguen considerando que atributos como la sensibilidad, la tristeza o el temor no son apropiados en un hombre, algo a lo que no le vemos mucho sentido. Al contrario, muchos de esos atributos hablan de alguien conectado consigo mismo de una forma honesta.

¿Qué actitudes refuerzan estereotipos de masculinidad que deberían quedar en el pasado?

Actitud 1: “Esa camisa te hace afeminado"

¿Qué características tiene un “hombre de verdad”? ¿Voz grave? ¿Músculos al estilo de Dwayne Johnson? Los hombres vienen en todas las formas y tamaños y ninguna debería considerarse mejor que otra. Pero la realidad es que desde el jardín de infantes estamos juzgándolos por su apariencia física, sus gestos o sus intereses, así sea en forma de chiste. Burlarnos de un hombre que viste de rosa dice más de nosotros que de él. Lo único que le queda mal a cualquiera es la discriminación.

Actitud 2: “Le voy a enseñar quién es el que manda acá”

Por más inofensivos que parezcan los comentarios sobre el timbre de voz o la ropa de un hombre, hay estudios que demuestran que los niños cuya apariencia no es considerada “normal” por sus compañeros son más propensos a sufrir bullying y, después como adultos, tienen menos posibilidades de lograr éxito laboral. Inclusive variables como la estatura pueden ser determinantes en si un hombre es considerado para un ascenso o para ser electo en un cargo público.

¿Cuál es el efecto de eso? La evidencia demuestra que desde temprana edad los hombres comienzan a cambiar su comportamiento para compensar esos atributos físicos “no deseables”. Eso conlleva desde actitudes agresivas o dominantes hasta actos de violencia hacia los demás.

Actitud 3: “No seas cagón”

¿Cuántas veces escuchaste que a un futbolista lo llamaran “afeminado” por llorar en un partido? ¿O a un chico desafiar a otro con tan solo decirle que “es un cagón”? Ese tipo de comentarios ayuda a crear un ambiente tóxico en el que los hombres no tienen libertad para expresar lo que sienten.

Los hombres son mucho más propensos que las mujeres a sufrir episodios depresivos y de abuso de sustancias. Principalmente porque bajo el mandato de “ser masculinos” suelen evadir mecanismos de ayuda profesional o incluso se pierden la oportunidad de sincerarse con sus seres queridos. Todo por miedo a ser “menos hombre”.

Actitud 4: “El hombre es el protector de la familia”

Muchas personas todavía creen que el rol del hombre es ser el principal proveedor de ingresos en una familia, quien toma las decisiones y es el faro moral del hogar. Bienvenidos, entonces, al siglo XXI.

Las nuevas generaciones están replanteando no solo los roles que un hombre y una mujer pueden tener en una familia, sino la definición misma de “familia”.

Hoy no es raro encontrar hogares en los que el hombre se encarga de los hijos mientras la mujer es la única que trabaja, familias con padres del mismo sexo, parejas que decidieron no tener hijos o personas que eligieron permanecer solteras. Adiós, macho de la casa.

No hay un solo tipo de hombre

Hoy muchos siguen sin entender que cada persona es diferente y que no hay una manera “correcta” de ser hombre o mujer. Por fortuna cada vez más medios, grupos de amigos, familias y parejas están teniendo una actitud más abierta hacia la masculinidad y sus diferentes formas. Incluso las marcas se están atreviendo en sus publicidades a celebrar las diferentes maneras de ser hombre, por fuera del estereotipo de “macho”.

Todavía queda mucho por hacer, pero evitar estas cuatro actitudes ya es un avance bastante importante.