Sábado a las cinco de la mañana. Llegas de casa después de estar toda la noche de jarana con tus amigos. Entras sigilosamente para no despertar a nadie y vas corriendo a la cocina a atracar la nevera y a zamparte un buen sándwich de lomo con queso. Eso es innegable: desde Brasil hasta Beirut y desde el norte hasta el polo sur, todos hemos sentido el gusanillo tras una noche loca.
Bueno, pues, Baloo, Yogui y sus pequeños oseznos también son culpables del mismo pecado. Y una pizzería de Colorado ha sufrido en sus carnes la voraz e inacabable gula de estos animales.
Una madre oso entró con sus dos crías al Antonio’s Real New York Pizza de Estes Park para calmar su apetito. Estos seres peludos rompieron la ventana de la cocina y se dieron un paseo por el local. Empezaron a abrir armarios, olfatear con sus hocicos y probar masa de pizza hasta que, por fin, encontraron eso que les volvía locos y les hacía perder la cabeza: el salami.
Gracias aparte, Antonio DeSousa, propietario del establecimiento, compartió lo que sucedió en Facebook y, lejos de culpar a los osos o pedir un linchamiento popular, pidió que se protegiera su seguridad.
“Una nota para la policía de cara al futuro: si un oso entra en nuestras tiendas, no le disparéis. Sería mucho mejor si dejáramos los contenedores de basura en su anterior lugar, así los osos no se volverían tan desesperados como para entrar en nuestras casas o negocios. Los daños en dólares serían mucho menores”, explica en el post.
Este pizzero explica que el sentido el olfato de los osos es 2.100 veces mayor que el nuestro y que lo único que buscan son calorías para poder hibernar. Volver a dejar los restos de comida en la calle de un modo más accesible evitaría, según él, reparaciones de puertas, cerrojos y cristales.
Sea como fuera, la imagen de uno de los oseznos luchando con la masa para intentar devorarla nos ha puesto tiernos.
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