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Artículo 10 tipos de imbécil que han aparecido con el coronavirus Life

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10 tipos de imbécil que han aparecido con el coronavirus

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Por ejemplo: el imbécil del balcón

Franc Sayol

31 Marzo 2020 17:40

En circunstancias como las actuales es cuando surge lo mejor y lo peor de la sociedad. El confinamiento por el coronavirus ha traído las muestras de agradecimiento colectivo, las redes de solidaridad vecinal y la revalorización del amor fraternal. Pero también está destapado a una serie de personajes cuya bajeza moral está a la altura de la magnitud de los acontecimientos. Imbéciles hay siempre y en todos lados, pero estos son los que más están asomando en tiempos de coronavirus.

El imbécil del balcón


La gestapo vecinal es uno de los estamentos más siniestros que ha traído el confinamiento. Se trata de esos personajes que se pasa el día vigilando la calle para que nadie se salte la cuarenta. Dicen que lo hacen por el bien común, pero lo que realmente les mueve es un desmedido afán de protagonismo. Se sienten importantes gritando, abucheando e insultando a cualquiera que pase por la calle, aunque sea un niño con autismo que sale por prescripción médica. Por aquello de figurar, el imbécil de balcón también es el primero en salir a aplaudir a los sanitarios cada tarde. Eso sí, una vez han terminado de aplaudir lo primero que hacen es llamar 'hija de puta' a una chica que pasa por la acera. Es una enfermera que vuelve a casa después de un turno de dieciséis horas.

El imbécil del supermercado


El supermercado se ha convertido en un lugar excelente para distinguir a un imbécil al momento. Solo hace falta observar su carro. Al imbécil de supermercado le gusta acaparar, y siempre se lleva más productos de los que su frigorífico puede almacenar. Le gusta arrasar estanterías y le produce un extraño placer quedarse con el último bote de garbanzos. No lo necesita porque ya compró una docena hace dos días, pero, ¿para qué conformarse con comprar cuando puedes joder a los demás?

El imbécil del deporte


Si ya de por sí el runner es un tipo de personaje que despierta recelos, el runner que se salta la cuarentena porque no quiere “perder el tono” confirma las sospechas. Armados con sus camisetas fosforitas y sus mallas de compresión, como si los colores reflectantes repeliesen los patógenos, quizá sean el colectivo que más sistemáticamente se ha saltado el confinamiento desde que se declaró el Estado de Alarma. Los peores son aquellos tipos que hace una década que no andan más de 50 metros seguidos y que de pronto sienten el impulso de tomar las calles para sudar un poco. Se les identifica rápidamente por sus tripas cerveceras y porque en vez de mallas llevan bañadores por debajo de la rodilla. Hay que extremar las precauciones con ellos, ya que aparentemente toleran fatal las críticas. En el País Vasco un corredor atacó a una mujer que le recriminó su actitud y en Italia otro le destrozó el coche a una vecina por el mismo motivo. Runners y violentos. Está pasando.

El imbécil que “ya lo sabía”


Como en todas las crisis, han aparecido muchos 'expertos' que critican todas las decisiones que se están tomando. Según ellos, “estaba cantado” lo que pasaría. Se nutren de hilos de Twitter y artículos leídos en diagonal con que calientan la cabeza a cualquiera que tenga la desgracia de coincidir con ellos en un vermut virtual. A menudo caen en contradicciones fruto del mejunje de datos e ideas sin procesar en su cabeza, pero eso no es impedimento para que sigan pontificando sobre cómo deberían haberse hecho las cosas. Dar lecciones a posteriori es siempre oportunista y cansino. Pero cuando lo haces en una situación de la que no existe precedente alguno lo único que consigues es destaparte inmediatamente como un charlatán. No, tú no sabes lo que hay que hacer porque nadie lo sabe.

El imbécil de la segunda residencia

Fueron de los primeros que se destaparon. El fin de semana que se decretó el Estado de Alarma miles de urbanitas llenaron los maleteros de sus coches y colapsaron las salidas de las ciudades con destino a sus segundas residencias. “Total, para estar en casa, mejor en el apartamento de la Cerdaña que al menos las vistas son más bonitas”. Un razonamiento que confirma que a menudo la empatía es inversamente proporcional a la capacidad económica. Al llegar a sus destinos, primero que hicieron fue dirigirse a los supermercados, donde el volumen de sus compras confirmó que no venían a pasar un fin de semana. Dicen que el virus no distingue entre clases sociales, pero parece que no ocurre lo mismo con la irresponsabilidad y el egoísmo.

El imbécil conspiranoico


Empezaron diciendo que el virus había sido inventado en un laboratorio para hundir la economía mundial. Inundan tu WhatsApp con extrañas recetas de remedios caseros que supuestamente repelen el virus y su muro de Facebook es una sucesión de predicadores de YouTube que llaman al despertar de la humanidad. A la que te despistas te hacen saben de que nada de lo que creemos está pasando de verdad y que todo es un montaje para obligarnos a ponernos vacunas a través de las que nos inyectaran nanotecnología para controlar nuestros movimientos. Y algo del 5G. Pueden llegar a resultar entrañables. El problema es que hay quien se los cree.

El imbécil famoso


Algunos cantan 'Imagine' sin saber cantar, otras comparten vídeos desde una bañera llena de pétalos de rosa y la mayoría nos piden que nos quedemos en casa desde jardines que parecen parques naturales. Pero todos tienen algo en común: en vez de ayudar, cabrean todavía más a los pobres mortales que intentamos procesar todo lo que está ocurriendo. En un momento en el que el confinamiento supuestamente nos iguala a todos, muchos famosos están demostrando una falta de tacto sorprendente. Dicen que este virus va a cambiar muchas cosas. Esperemos que el culto a los imbéciles famosos sea una de ellas.

El imbécil de los 'challenge'


Exactamente lo mismo podría aplicarse a la cultura de los influencers. Especialmente sangrante es el caso de los que han aprovechado el brote para idear 'challenges' estúpidos con los que ganar notoriedad. Claro que, justicia poética, uno de estos imbéciles que andaba lamiendo retretes públicos acabó siendo ingresado por coronavirus. Esperemos que se recupere. Y que borre Tik Tok de su móvil.

El imbécil que especula


De entrada no deberías fiarte demasiado de la gente que repite el manido mantra de que las “crisis son una oportunidad”. Pero aquellos que se aprovechan de una situación como una pandemia para tratar de sacar beneficio económico son especialmente despreciables. El brote de coronavirus ha hecho emerger a una suerte de especulador a pequeña y mediana escala que intenta sacar rédito de la escasez de productos de primera necesidad como las mascarillas o el desinfectante de manos. El gran símbolo de esta nueva estirpe de oportunistas es el tipo que compró 17.000 botes de desinfectante con la intención de venderlos a un precio diez veces más caro a través de internet. Con lo que no contaba es que Amazon y eBay iban a suspenderle la cuenta y acabaría teniendo que donar la inmensa mayoría de su stock. Imbécil y con cara de tonto.

El imbécil que lo sigue negando todo


Sí, a estas alturas todavía quedan energúmenos que siguen restando importancia al coronavirus y asegurando que todo es una exageración. Todos conocemos a alguien que sigue diciendo cosas como que cada años muera más gente por la gripe y que lo que pasa es que no sale en las noticias. Pero mientras la ignorancia no salga de un grupo de WhatsApp no hace daño a nadie. El problema es que muchos de estos negacionistas están al mando de países. El presidente de México utiliza amuletos y estampitas para protegerse, el de Bielorrusia aconseja “vodka, sauna y un tractor” para enfrentarse al virus y Bolsonaro cree que se trata de una simple “gripecita”. No hay nada peor que un imbécil con poder.

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