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Life
Por ejemplo: la predicción meteorológica.
17 Marzo 2020 17:42
La cuarentena por el coronavirus está dejando al descubierto la arbitrariedad de gran parte de nuestras rutinas. Cosas que hace unos días nos parecían esenciales de pronto parecen una broma de dudoso gusto. Aquí van algunos ejemplos.
Se acabó estar pendiente de si lloverá mañana para escoger qué zapatillas te pondrás. O de si hará bueno el fin de semana para poder hacer esa barbacoa en la terraza de tu colega. Cuando sabes que no puedes salir de casa, ¿a quién le importa que se aproxime una borrasca? De un día para otro los meteorólogos se han convertido en uno de esos charlatanes con megáfono a los que solo escuchas por pena.
Los anuncios de alarmas son especialmente mezquinos porque utilizan el miedo para vender. Es poner la radio y de pronto tener la sensación de que hay un ladrón en cada esquina esperando a que bajes a por el pan. Gracias al confinamiento, este tipo de publicidad ha pasado de ser despreciable a ser directamente ridícula. ¿Quién demonios va a necesitar poner una alarma en casa si de todos modos vas a estar ahí todo el tiempo?
Buena noticia: ya no tienes que acordarte de tomar el Triptófano cada mañana para seguir el infernal ritmo de trabajo, gimnasio y ocio que te has auto-impuesto. Cuando tu actividad metabólica se asemeja a la de un oso pardo en invierno los suplementos vitamínicos dejan de ser necesarios.
Por si no te fustigabas a ti mismo lo suficiente por tu pésimo estado de forma alguien inventó las aplicaciones de monitoreo de actividad. Sí, esas que te mandan notificaciones para recordarte que todavía no has dado los 5.000 pasos que deberías andar cada día. Pues bien, en tiempos de cuarentena los desarrolladores deberían en ir trabajando en nuevas ideas si quieren permanecer en los móviles de la gente ya que pasos van a contar más bien pocos. A algunos la app ya les ha preguntado si les han secuestrado.
El café se convirtió en la droga favorita del capitalismo por su capacidad para hacernos trabajar más y mejor. Pero cuando la mitad de la población no puede trabajar y la otra mitad hacer ver que teletrabaja ya no hay motivo para seguir avivando tu ansiedad taza a taza. Quizá incluso puedas volver a dormir con normalidad.
Aplicaciones de contactos. Que desafortunado nombre para tiempos en los que todas las autoridades recomiendan limitar al máximo el contacto físico. Además, la gracia de Tinder era poder tener sexo con alguien sin necesidad de conocerlo demasiado. Sin posibilidad de quedar en persona, ¿qué hará la gente? ¿Intentar descubrir qué tienen en común?
Uno de los efectos colaterales de la cuarentena es que de pronto todo el mundo se ha puesto a cocinar como una abuela. Nunca se habían visto tantos guisos, potajes y estofados en las Stories de Instagram. Tiene sentido. Con tantas horas para dedicarle a la cocina, la idea de liquidar las comidas pidiendo una pizza suena a desperdicio.
El teletrabajo ha confirmado la vieja sospecha de que muchas de las reuniones que se hacen en una oficina pueden ser substituidas por un email. Mucha gente, de hecho, está descubriendo que es más productiva desde casa, donde no te ves interrumpido por las conversaciones a gritos de los compañeros o la gente que te ofrece el pastel que ha hecho por su cumpleaños. Eso sí: pronto habrá que empezar a poner freno también a los hangouts entre amigos. Pero eso es otro tema.
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