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¿Qué habrías hecho tú en su lugar?
Playground community
09 Abril 2018 14:53
¿A quién no le gusta pasar una tarde con amigos? El clima es perfecto, cálido y amable. El entorno idílico, en el noroeste de Brasil. Y ¿por qué no coger unas bicis y hacer un recorrido? Nos calzamos las mallas, las camisetas y el casco y a recorrer la ruta de Vitoria de Santo Antao a Pombos, dos municipios del Estado de Pernambuco.
Vemos en el vídeo al feliz grupo que pedalea y avanza rodeados de verdor tropical. Y del verdor tropical salta al camino una invitada inesperada. Con su cuerpo peludo, sus ocho patas, sus ojos saltones y colmillos afilados, este precioso ejemplar de tarántula se planta entre el grupo de cliclistas. Y no es una tarántula cualquiera, es una araña valerosa y de espíritu aventurero que, ante el grupo de mamíferos bípedos que multiplican su tamaño en un centenar de veces, lejos de arredrarse, se sube de un salto a la zanca de uno de ellos y empieza a ascender por una pierna de hombre que, en contra de cualquier instinto razonable, consigue mantenerse quieto.
En el grupo hay un hombre mayor que habla con calma. Parece un profesor explicando con humor una clase a sus jóvenes alumnos. Frena cualquier posible impulso de dar un manotazo a la tarántula. “No la golpees y no la cojas” , dice.
Ese tipo de tarántula es conocida de los lugareños. Las llaman “caranguejeiras” y no son agresivas ni peligrosas para los humanos. Pero su especie y su tamaño imponen. Mucha gente no podría ni mirarla.
Vemos claramente su tamaño cuando el hombre mayor invita a colocar una mano frente a la tarántula para que no siga subiendo por el cuerpo del ciclista y baje al suelo y se vaya por el mismo camino que ha venido. Cuando colocan la mano enguantada vemos que tiene el mismo tamaño que el bicho. Una señora tarántula. Que, efectivamente, ante el obstáculo, da por finalizada la exploración de la pierna del ciclista y vuelve a bajar al suelo.
El hombre mayor insta a todos a dejarla marchar de vuelta a su jardín personal en las abrumadoras y frondosas zonas boscosas brasileñas. Pero aún bromea con dos de las chicas. De una nos dice que es bióloga y le pregunta si quiere cogerla para verla mejor, a lo que la chica niega sonriendo mientras el hombre dice para sí “¡Qué interesante!”. A otra, una joven guapa y tímida, le hace el mismo ofrecimiento con igual resultado.
La verdad, mal que nos pese, es que ninguna de las humanas, pese a su monstruoso tamaño en comparación con el arácnido, tiene ni la décima parte del valor, arrojo, curiosidad o espíritu aventurero que nuestra tarántula. Una crack.
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