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Reportaje Asesinato de Marielle Franco: el flagrante fracaso de la militarización de Río de Janeiro Now

Reportaje

Asesinato de Marielle Franco: el flagrante fracaso de la militarización de Río de Janeiro

16 Marzo 2018 12:03

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Activista feminista, negra y mujer, Marielle Franco fue tiroteada en las calles de Río de Janeiro después de denunciar la violencia policial en las favelas. Su muerte ha conmocionado Brasil y provocado manifestaciones masivas

Mujer negra, activista, feminista y lesbiana, criada en las favelas de Maré, edil de Río de Janeiro. El sábado, Marielle Franco denunciaba en su Facebook al conocido como “Batallón de la Muerte” la patrulla de la favela de Acarí considerada la más violenta de la ciudad.

“Sábado de terror en Acari! Así operó siempre la policía militar de Río de Janeiro y ahora lo hace aún más fuerte con la intervención (militar). Basta de lastimar a la población. Basta de matar a nuestros jóvenes”.

El martes, Marielle Franco se preguntaba: “¿Cuántos más tienen que morir para que esta guerra acabe?”.

El miércoles, con 38 años, era asesinada.

A la salida de una charla sobre feminismo negro en el centro de Río, un coche siguió al de Marielle durante cuatro kilómetros, según las últimas investigaciones publicadas en la prensa brasileña. Se paró a solo dos metros. El conductor disparó hasta 9 tiros, asesinó a Marielle y al conductor del coche e hirió a la otra pasajera, la asesora de Franco Fernanda Chaves. No hubo robo alguno, por lo que la hipótesis de una ejecución política la que tiene más fuerza, reconocida ya incluso públicamente por la policía.

Decenas de miles de brasileños lloraban su muerte este jueves con gritos como "Luto e luta" (Luto se transforma en lucha), "Policía asesina, no nos va a hacer callar" o "Policía militar tiene que acabar", frente al Concejo Municipal. Marielle Franco, que también fue relatora de la Comisión de la Cámara que fiscalizaba la intervención militar, es ya una leyenda especialmente en Río de Janeiro, donde era una de las principales activistas contra la violencia y por los derechos humanos de las minorías y las favelas. Pocos se atrevieron a atacar a tantos focos de opresión: la violencia, la policía, el género, la etnia, la sexualidad, la condición de ‘favelada’. Franco reventó varios techos de cristal, fue la quinta edil más votada de Río y decidió entregarse a la defensa de los derechos humanos cuando una amiga suya falleció de una bala perdida.

Este viernes su muerte tiene otro mensaje implícito de lo más desalentador. El del fracaso institucional a todos los niveles de la lucha contra la violencia en Brasil y especialmente en Río de Janeiro, que entre 2008 y 2013 creyó ver un resquicio de paz y se hundió de nuevo en la violencia tras la crisis económica de 2014 y el despertar del sueño olímpico de 2016.

“La muerte de Marielle nos da dos mensajes: por un lado, que los que cometieron el crimen tenían convicción de que lo podrían cometer con impunidad y por el otro, queda claro que lo que necesitamos no es más tanque y ejércitos en las calles, que eso no va a resolver los crímenes que suceden”, explica el doctor en sociología de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ) Ignacio Cano, uno de los más prestigiosos expertos en seguridad pública de la ciudad.

El infierno de Acarí

Desde la favela de Acarí cuya violencia denunció Marielle hace menos de una semana, Buba Aguiar, una joven activista que la conocía y lleva años denunciando a la policía de esa barriada, lamenta: “es un intento de silenciar lo que está ocurriendo en las favelas”.

El ejército por ahora no ha realizado operaciones en Acarí (como sí ha hecho en otras favelas para ahuyentar al narcotráfico), pero “los vecinos están asustados de que se produzca su entrada y la situación aún empeore”, avisa Buba, que sí ha visto en los aledaños de Acarí a militares “mapeando el lugar, con coches en el entorno de la favela y con drones haciendo fotos aéreas”.

Pero a Acarí no le hace falta el Ejército para vivir un infierno: la policía que patrulla la barriada es la más violenta de la ciudad y sus operaciones han dejado 430 víctimas mortales en los últimos cinco años según estadísticas oficiales del Instituto de Seguridad Pública de la ciudad.

“La semana pasada, la policía presuntamente mató a dos jóvenes y los tiró a un vertedero. En las últimas dos semanas, ha habido tiroteos casi a diario. Aumentó la práctica de los policías de la táctica ‘Troya’, escondiéndose en casas de vecinos después de una operación, todo tipo de invasiones a domicilios, así como las amenazas a inocentes o fotografías a carnés de identidad, práctica que ya hizo el ejército, lo que nos hace pensar que puedan estar respaldando a la policía”.

Asimismo, Aguiar denuncia sufrir “denuncias directas” de los policías y a veces a través de recados que dejan a vecinos. “Me dicen con tono jocoso que sería muy fácil destrozarme, que si estamos vivos es porque ellos lo permiten, que los defensores de los derechos humanos tenemos que tener cuidado con las balas perdidas…”.

Aguiar no se atreve a afirmar que la denuncia de Marielle sobre la situación en Acarí tenga relación directa con su asesinato, “no podemos afirmar este tipo de cosas que nos pueden costar muy caros después”. Pero si asegura, después de haberla conocido personalmente, que “ayudó a la causa de Acarí”.

En una línea parecida, Cano afirma que “es el momento de morderse mucho la lengua” con respecto a especulaciones sobre posibles autores o instigadores del asesinato.

El Ejército en las calles

La presencia del ejército fue una decisión del presidente brasileño Michel Temer para reforzar la seguridad después de que 2017 se cerrara con un récord de homicidios en el Estado de Río de 6.731 muertos sobre una población de algo menos de 17 millones de habitantes. De las víctimas, 1.124 fueron causadas por operaciones policiales, según el Instituto de Seguridad Pública dependiente del gobierno regional.

Llevar al Ejército a las calles de la ciudad ha sido una medida muy criticada por toda la oposición progresista del gobierno. La medida instaura un régimen de excepcionalidad peligroso para los ciudadanos, que temen sufrir abusos. Acentúa la lógica militar de trato a la población civil que tanto daño hace con una policía, también de formación militar, que puede presumir de ser la que más mata del mundo.

Si bien es cierto que los homicidios se reducen cuando el Ejército está presente, los índices vuelven a dispararse cuando se vuelve a retirar, medida inevitable dado que la presencia militar es siempre excepcional. Fue así como sucedió tras los meses de 2015 en los que el Ejército ocupó la favela de Maré, precisamente de donde era Marielle.

Además, los vecinos denunciaron constantes abusos y algunos homicidios entre una rutina de tanques y trincheras en las calles de la barriada.

Una historia de abandono y violencia

Después de una mejora en los índices criminales entre 2009 y 2012, cuando Río tuvo su mejor año desde inicios de los 90 con 4.666 homicidios, la ciudad y su área metropolitana volvieron a retroceder.

Los años de mejoría coincidieron con la implantación de la UPP, Unidad de Policía Pacificadora, un ambicioso plan que pretendía expulsar a los narcotraficantes de las favelas con una policía de proximidad menos violenta, más numerosa y constante en las barriadas que se fuera ganando la confianza de los vecinos y que ayudara a que el Estado alcanzara la presencia y estabilidad que nunca tuvo en las favelas.

En un principio el plan funcionó, sobre todo en las favelas turísticas más céntricas de la ciudad, pero nunca llegó a hacerlo en las favelas más conflictivas de la Zona Norte de la ciudad, y acabó por torcerse en todas ellas con el regreso del narcotráfico. La policía se acabó relajando y retomó sus prácticas corruptas y violentas y la crisis económica les dejó sin medios para completar el plan.

“La crisis no es de las UPP’s, sino de la seguridad en general desde 2013 hasta ahora”, analiza Cano, sociólogo de la UERJ, que asegura que “no hay muchas razones para ser optimista” con respecto a una mejora de la situación.

Además del narcotráfico y la policía militar, existe un tercer actor relevante de la violencia en Río de Janeiro: las milicias. Formadas por policías y expolicías corruptos que extorsionan, amenazan y cobran impuestos ilegales a las poblaciones locales, tienen bajo su control ahora mismo a unos 2 millones de personas, según un cálculo del medio brasileño g1 a partir de datos del gobierno.

Acioly, Freixo y las milicias

El principal responsable de que se conozca hoy en día el fenómeno de las milicias es Marcelo Freixo, hoy diputado estatal del PSOL, el partido al que pertenecía Marielle, y experto en seguridad pública, que llevó a cabo una investigación en 2008 que acabó con muchos de esos milicianos, algunos de ellos altos cargos políticos, en la calle. La película Tropa de Élite 2 lo llevó a la ficción y uno de los personajes se inspira en Freixo.

Desde entonces, Marcelo Freixo recibe constantes amenazas de muerte y vive con escolta las 24 horas del día. Gracias a eso ha podido sobrevivir hasta hoy, pero peor suerte tuvo Patricia Acioli, la juez que intentó llevar a muchos de los parapoliciales a la cárcel. Como Mariele el pasado miércoles, Acioli fue asesinada en 2011 por los mismos policías que estaba a punto de juzgar.

Amigo íntimo de la asesinada Marielle Franco, que trabajaba también con él en el congreso estatal, Freixo publicó una foto junto a ella junto a un emotivo texto en su Facebook la pasada madrugada: “Mari, cómo quería que hubieras estado hoy conmigo en Cinelandia (donde tuvo lugar la manifestación). Siempre estuviste allí conmigo. Fue la primera vez que fui sin ti. ¿Y no estabas allí? ¡Estabas en los sueños de toda una generación! (...) Tu nombre estaba en todos lugares del mundo. Recordé las reuniones con la comisión, (...) las visitas a las prisiones y las conversaciones en las favelas. Tus ojos siempre brillaron. Hoy, vi que todo lo que hiciste se convirtió en una referencia en el mundo”.

En las redes, no obstante, también ha habido quien ha descargado su odio contra la fallecida. Votantes de la derecha más recalcitrante y fascista de Brasil, representada por el precandidato a las elecciones Jair Bolsonaro, suelen acusar a los activistas pro-derechos humanos de “defender a los delincuentes”, por lo que en las redes y comentarios de noticias ha habido quien ha llegado a mofarse del asesinato de Marielle.

En el Complejo de Maré, donde Marielle fue criada, un buen amigo suyo, Lourenço Cezar da Silva, vive con mucha tristeza los días posteriores a su muerte. No solo porque fueron juntos a la universidad, “años difíciles, también teníamos que ir al trabajo” o porque la hija de Marielle “pasó media vida en la institución” (la ONG CEASM que él dirige).

Hay otro mensaje que duele incluso más: “Marielle nos preparó políticamente para asumir espacios importantes en el Estado de Río. Era nuestro mayor exponente. Pero su asesinato es un recado para los pobres, negros y de favela, en su caso también mujer: nos intentan avisar de que no podemos ocupar determinados espacios”.

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