Hace poco compartíamos con vosotros un experimento social en el que una mujer joven interactuaba vía app con 10 desconocidos "perfectos", todos de cuerpo presente —pero con máscara unificadora— delante de ella, hasta que solo quedase uno. Era como juguetear a ligar en Tinder con gente que está frente a ti en una habitación. Aquel vídeo fue presentado por nosotros como el ejemplo de la falta de tiempo en nuestras sociedades modernas incluso para algo tan agradable como es conocer gente. Pues bien, ya nos encontramos en el siguiente paso.
Hace tiempo que decidimos reducir el cortejo a un golpe de dedo y al tic tic tic del chatear a través de una pantalla táctil. Aquello de salir a los bares a ligar, lo de abordar a alguien por la calle, o en un supermercado... no, demasiado esfuerzo. Hay que optimizar. Vale. Ahora imagina un futuro en el que no tenemos tiempo ni para eso. Un futuro en el que nuestras relaciones personales aparecen mediadas, no ya por la tecnología, sino por terceros que se dedican profesionalmente a eso.
Imagina un futuro en el que tus relaciones personales aparecen mediadas, no ya por la tecnología, sino por terceros que se dedican profesionalmente a eso
Este es el mensaje que parecen estar lanzando los creadores de este vídeo cómico en el que dos personas se conocen en una fiesta, en la cual ambos se han divertido y el chico viendo que su encantador encuentro se tiene que ir y queriendo volver a verla, realiza lo que todos hemos hecho alguna vez con nervios, pedir el teléfono.
Ella en vez de darle un número le da su tarjeta. ¿Extraño? ¿Original? El chico lo entiende como una muestra más de su arrolladora personalidad y decide llamarla pasados unos días. Es en ese momento que el argumento da un giro de 180 grados y da comienzo una situación surrealista cuando al descolgar, suena la voz de la chica en un contestador que da paso a uno de esos tediosos sistemas de atención al cliente. La llamada pasa a ser gestionada por un teleoperador que intentará ayudar a nuestro Romeo sin poder claro está conseguirlo.
Y sí, se trata de una situación cómica con la que nos sentimos extrañamente familiarizados pues alguna vez nos hemos sentido así. Pero lo curioso del caso es que estas empresas existen desde hace varios años, lo crean o no.
Se trata de las nuevas compañías de asistentes virtuales para la gestión de citas. Si antes salir a tomar algo para conocer gente era engorroso, ahora lo es gestionar nosotros mismos nuestro Tinder y por un puñado de dólares tendremos a trabajadores de cualquier parte del mundo que lo harán por nosotros. Algunas empresas nos cobrarán al mes y otras lo harán por cada contacto nuevo que nos consigan.
Inevitablemente esto genera toda una nueva controversia ética y moral donde las relaciones personales y sentimentales están regidas por terceros.
Tal vez leer sobre la existencia de estas cosas te haya chocado e, inevitablemente, cuando vayas a abrir la próxima vez en tu teléfono móvil alguna aplicación de citas, te muestres un poco más suspicaz que de costumbre. Te entrará una duda razonable por saber si esa persona con la que "hablas" es realmente la persona del perfil, a la que te gustaría conocer, o por el contrario es una de esas empresas que han contratado para hacer la laboriosa gestión de filtrado.
La respuesta es harto sencilla. De momento y mientras esto sea legal, no podrás saberlo.