Un turista que visitaba el Parque Nacional Kruger captó el momento en el que el felino intenta cazar a un puercoespín. ¿Quién sale mejor parado del trance?
Los leopardos jóvenes son muy graciosos pues todavía están aprendiendo cómo hacer muchas cosas: cómo cazar, a qué animales acercarse y de cuáles alejarse.
Recientemente, un joven leopardo en el Parque Kruger (Sudáfrica) fue grabado tratando de averiguar cómo vérselas con un puercoespín.
Este parque es una de las reservas más grandes de África. Su alta densidad de animales salvajes incluye a especies como leones, leopardos, rinocerontes, elefantes y búfalos, al igual que varias especies de aves, como buitres, águilas y cigüeñas.
Ard van de Wetering y su familia visitan el Kruger cada año y en esta ocasión, su trigésimo viaje al parque, presenciaron una escena única. "Un leopardo desapareció entre los matorrales. Desafortunadamente, el puercoespín se escondía allí también. Poco después, tanto el leopardo como el puercoespín aparecieron justo al lado de nuestro vehículo”.
“En todos los años que llevamos visitando el Kruger hemos tenido avistamientos maravillosos pero esta es la primera vez que presenciamos una interacción así. Ni en mis mejores sueños habría esperado disfrutar de esto”.
Aunque no es la primera vez que se graba una batalla entre un leopardo y un puercoespín, desde luego es algo muy curioso de ver.
Lo que el inexperto leopardo aún no sabía es que los puercoespines tienen un increíble sistema de autodefensa que les convierte en una presa muy difícil de atrapar.
Cuando el puercoespín se siente amenazado se enrosca sobre su vientre y deja sus púas erizadas y mirando hacia el exterior. Estas pueden penetrar fácilmente en la piel de otro animal y son muy dolorosas, además de poder causar múltiples infecciones.
Pero además cuando el puercoespín adopta esta postura también mueve su cuerpo y lo hace temblar voluntariamente, lo que permite que las púas choquen unas con otras, emitiendo un amenazante sonido metálico.
Lo interesante de las púas del puercoespín es que la punta de cada una posee un diminuto pincho orientado hacia atrás, lo que reduce la fuerza de penetración pero maximiza el poder de permanencia.
¡Está claro que el joven leopardo no sabía a quién se estaba enfrentando!
“Al final, después de media hora, el leopardo se aburrió o se dio por vencido. Era claramente inexperto y el puercoespín tenía muchos trucos que enseñar”.
