Estamos acostumbrados a que revistas, periódicos y productos publicitarios vayan acompañados de imágenes, grafismos explicativos o que nos ayudan a interpretar el texto y que forman parte esencial de la comunicación. Desde las iluminaciones de libros incunables en el medievo, hasta los carteles de los años 20 y 30 con el inicio de la publicidad de masas y la actual sofisticación informática, los que marcan la diferencia son aquellos artistas gráficos con criterio y talento, los que nos transmiten tanto o más que el propio texto con una imagen y los que lo hacen en una perfecta combinación de inteligencia y armonía.
Es el caso de Marco Melgrati, un ilustrador italiano que actualmente vive en Ciudad de México, y pertenece a esa clase de artistas poseedores de un don fundamental: la capacidad de ver lo que hay bajo la superficie.
Marco Melgrati
La Humanidad ha buscado desde la era de las cavernas reproducir la realidad. Normalmente como una mera imitación de la misma. Pero en el caso de Melgrati -sus dibujos, su manera de mirar al mundo- no es un mero espejo. Su principal cualidad es desnudar la realidad, quitar la piel de lo cotidiano y mostrar la verdad, el auténtico significado de actitudes cotidianas, lo que se esconde bajo la apariencia.
En ocasiones los temas pueden ser polémicos: corrupción, fanatismo, autoengaño, codicia, intimidad y extimidad, misoginia, represión, inconformismo… Bajo una apariencia dulce, bajo un primer vistazo engañoso de un dibujo aparentemente benigno y estético, yace con sutileza una segunda imagen, la verdadera mirada del artista, que nos revela algo que sabemos que está ahí pero no siempre sabemos o queremos ver.
Marco Melgrati
Muy centrado en cómo afectan las nuevas tecnologías a los comportamientos de las personas, algunas de sus ilustraciones son un auténtico grito de atención y parecen exclamar “¡Espabila! ¿Qué estás haciendo?!!”. Sucede cuando nos muestra a parejas absortas en sus teléfonos mientras sus reflejo en una ventana se mira a los ojos anticipando un beso apasionado. O cuando unas mujeres semidesnudas se muestran provocativas en Instagram en grandes pantallas de Smartphone transmutadas en los escaparates en las que venden su cuerpo las trabajadoras del Barrio Rojo de Amsterdam. O con la muchacha que llora desconsolada mientras retoca su propio retrato lujoso y feliz en una aplicación móvil.
Marco Melgrati
La realidad también se revela en estos tiempos en el que las mujeres alzan la voz contra un acorralamiento carnal demasiado tiempo consentido y acallado. Y el cuento de la Cenicienta, una vez roto el cristal, nos muestra a un príncipe que agarra vilmente a la muchacha por sus senos en una escena que llega en su dureza incluso a la gama cromática teñida de rojos.
Ahora que programas de ordenador pueden generar imágenes perfectas en manos de cualquier torpe, es el espíritu, el mensaje, la visión, el valor, el ingenio y el talento los que constituyen la esencia del arte que aún importa en este tiempo extraño que vivimos.