No entenderás nuestro asombro (y el de la propia niña) hasta que veas su caña de pescar
Las primeras experiencias de pesca para los niños siempre han sido un reto. En parte, por tratarse de una ocupación con muchos desafíos, siendo el principal el que la frustración acabe dominando el ambiente.
Para perseverar en la práctica de la pesca hay que contar con mucha paciencia. Más de la que suelen tener los más pequeños. Pero algunos, lo intentan. Y de esos, algunos acaban con premio. La sensación que acompaña al primer pez que pica, al primero que conseguimos arrastrar hasta la orilla, es de esos recuerdos que se atesoran durante toda una vida.
Todo esto viene a cuento de Avery, una pequeña de 5 años que una buena mañana se aventuró junto a su padre en un viaje de pesca. Ella iba, más que nada, a disfrutar del paisaje y a acompañar a su progenitor. Pero ya de paso, se llevó consigo su caña de pescar... de juguete. Una caña de plástico barato de la marca Barbie, con sus tonos rosas y azules y su apariencia endeble.
Avery en medio de la pesca
La niña, siguiendo en todo momento los consejos de su padre, preparó su caña de juguete lanzó y anzuelo al mar. Más que nada por imitar lo que hacía su mayor. Y de repente... ¡sorpresa! ¡Ha picado!
Luego de 10 minutos de espera la niña pudo sentir cierta presión en la caña, y aunque parecía asustada en un principio, pidiendo ayuda, su padre la animo a no darse por vencida. Ella misma termina con la tarea que había comenzado.
"¿Ya lo tienes?", pregunta él con una risa nerviosa mientras la niña sigue dando vueltas al carrete.
"Oh, dios mío", fue la expresión de ambos al ver el pescado de casi medio metro que esperaba al otro lado. Y lograron sacarlo. Tan solo usando un palo de pesca de Barbie.
Valió por completo el esfuerzo. La expresión de la niña fue incluso mejor que el hecho de haber logrado enganchar al pez.
La pequeña no podida controlar lo entusiasmada que se encontraba. "¡Sí! ¡Conseguí uno! ¡Conseguí uno finalmente!". Y su padre igualmente grita con una emoción incontenible. "Dios mío, Avery. Oh, dios mío".
Y entre risas, padre e hija chocan los cinco para celebrar este momento, luego de colocar dentro del bote, al pez dominado por la pequeña.
Padre e hijo celebrando